Por qué la vicepresidente Victoria Villarruel no recibe órdenes del Poder Ejecutivo
Victoria Villarruel aclaró que actúa con independencia del Ejecutivo y que su rol en el Senado no está sujeto a instrucciones del presidente Javier Milei.

Javier Milei y Victoria Villarruel.
ArchivoEl presidente de la Nación, Javier Milei, ha decidido enfrentar de manera abierta a su vicepresidente, Victoria Villarruel. Llegó a llamarla traidora. Dada la propensión del presidente a los insultos más vulgares, es probable que esa calificación parezca suave en el futuro.
¿A qué se debe esa decisión que no pareciera reportarle ninguna ganancia política, que desconcierta a sus propios votantes y que a primera vista solo ofrece la perspectiva de debilitar al oficialismo en el Senado? Quizás no haya que buscar ninguna explicación racional. Milei es un dirigente con vocación autoritaria, que cultiva un mesianismo semejante al kirchnerismo, y puede ocurrir que no tolere ni el más mínimo gesto de autonomía en quienes, según él, le deben obediencia.
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Javier Milei es un dirigente con vocación autoritaria
Tal no es el caso de algunos ministros y funcionarios, que, como suele suceder con los conversos, sobreactúan su flamante fe libertaria y su sumisión al líder de las “fuerzas del cielo”. En esa empresa, hace unos días un miembro del gabinete pretendió ordenarle a Victoria Villarruel que se levantara de una sesión del Senado que estaba presidiendo: “Levántese, señora vicepresidenta. No denigre la institución que preside. No sea cómplice del kirchnerismo. Al menos siga del lado del pueblo que la votó para cambiar este país. No convalide a la corporación política más abyecta de la historia”.
El mensaje trasunta una notoria ignorancia de las funciones de un vicepresidente, ignorancia inexcusable en una persona que no hizo otra cosa en su vida que dedicarse a la política y a ejercer cargos públicos en el Estado. De acuerdo a la Constitución Nacional, el vicepresidente tiene una única función permanente, que es la de presidir el Senado, y una eventual, que es reemplazar al presidente en caso de acefalía transitoria o permanente.
El vicepresidente preside el Senado, pero no es un senador. De ahí que no vote, salvo en caso de empate. La presidencia del Senado no significa que el vicepresidente sea el jefe de los senadores ni que estos estén subordinados a él. Implica básicamente la administración de ese cuerpo y la dirección de las sesiones en el marco del Reglamento. Esa es la ley -en sentido material- que el vicepresidente debe cumplir y hacer cumplir. De ningún modo puede imponer el sentido del voto de cada senador ni levantar una sesión porque el resultado no sea el que quiere el presidente de la Nación.
Victoria Villarruel preside el Senado
Así como los senadores no son subordinados del vicepresidente, este no es un subordinado del presidente. Ambos son electos en la misma elección, lo que les otorga idéntica legitimidad de origen. Por cierto, es deseable políticamente que haya armonía entre ellos, dado que integraron una fórmula y que pertenecen a un mismo partido o a una misma coalición, pero esa es una valoración política, no jurídica. En cualquier caso, esa armonía debe ser una avenida de doble mano: corresponde que se respeten recíprocamente.
Los senadores no son subordinados del vicepresidente
Lo que está fuera de duda es que un vicepresidente no puede impedir que se desarrolle una sesión porque no comparta el sentido de la votación que va a tener lugar. De todas formas, si Victoria Villarruel se hubiera levantado, la habría reemplazado el presidente provisional del Senado y, en su defecto, otro senador, de acuerdo al orden de prelación fijado en el Reglamento. Se ha invocado una supuesta irregularidad en el procedimiento. A diferencia de lo que ocurría hace algunas décadas, si tal irregularidad existiera podría ser revisada por la justicia, ya no apegada a la tradicional doctrina de las cuestiones políticas no justiciables. Sin embargo, el abandono por parte de la Corte Suprema de esa doctrina en su versión más dura -que clausuraba cualquier control judicial- no implica que los jueces no sigan siendo deferentes hacia el modo en que cada Cámara interpreta sus atribuciones, de manera que solo ante una transgresión manifiesta y grave podría declararse nula una sesión. En esta, además, hubo una abrumadora mayoría en favor de las leyes que el Poder Ejecutivo anuncia que vetará, por lo que se torna todavía más remota esa posibilidad. Nada indica que el resultado hubiera sido distinto si el supuesto desvío reglamentario no hubiera existido. No hay nulidad por la nulidad misma.
La vicepresidente cumplió su deber
Los burdos y feroces ataques que está recibiendo por parte del aparato comunicacional del mileísmo (integrado, entre otros, por trolls y por programas de televisión que son una continuidad, aún más grosera, del lamentable “678”) son el precio que paga por haber actuado con la dignidad que exige su función constitucional. No se trata solo de la agresión a una persona: destacados dirigentes de “las fuerzas del cielo” piden que salgan los tanques a la calle y se cierre el Congreso, ante el atronador silencio de muchos que se rasgaban las vestiduras por el republicanismo.
* Dr. Jorge R. Enríquez, exdiputado nacional – Presidente de la Asociación Civil JUSTA CAUSA
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