Papelón y delirio en Diputados: ¿son válidos todos los juramentos que se hicieron ayer?
Mensajes delirados, gestos obscenos, apología del deliro, gritos y hasta micrófonos abiertos revelaron la ausencia total de respeto a un rito que no es familiar o un juego para que los legisladores se muestren en redes. Qué pasa con el Art. 67 de la CN.
Papelón y delirio en Diputados: ¿son válidos todos los juramentos que se hicieron ayer?
ArchivoEl acto de jura de los diputados y los senadores no es un mero evento social de presentación de nuevos legisladores. La toma de juramento es uno de los actos esenciales dentro del rito que envuelve la puesta en funciones de un representante del pueblo electo por voluntad popular.
Es, ni mas ni menos, el momento en que se pone en marcha el mecanismo constitucional por el que los actos de ese legislador comienzan a tener consecuencias legales en su rol representativo. Y no es una cuestión de mera costumbre, sino un precepto constitucional de cumplimiento esencial para el comienzo de la gestión en el cargo.
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Dicho esto conviene recordar el Artículo 67 de nuestra Constitución Nacional que establece: "Los senadores y diputados prestarán, en el acto de su incorporación, juramento de desempeñar debidamente el cargo, y de obrar en todo en conformidad a lo que prescribe esta Constitución".
En esos términos: ¿estamos seguros que la forma en que juraron muchos diputados ayer garantiza el compromiso a sujetarse a la Constitución que obliga ese artículo 67? ¿Son válidos esos juramentos que fueron rodeados de delirios y apelaciones inclusive sobre hechos y eventos que nada tienen que ver con la vida Argentina?
El texto del artículo 67 de la CN es mas que claro: no es un posibilidad o un gesto, es un requisito que exige de manera tajante que el diputado o senador que asume exprese sin dudas la sujeción de su accionar a la Constitución Nacional.
Conviene repasar, entonces, si en alguno de estos casos la respuesta del diputado en cuestión responde a la fórmula de jura que le propone el presidente de la Cámara que oficiaba el acto.
Nicolás del Caño fue uno de esos ejemplos mas acabados a la hora de jurar: "Por nuestras jubiladas y jubilados, que enfrentan a este gobierno represor. Por el colectivo de la discapacidad y de la salud, y su valiente lucha. Por las niñas y niños masacrados en Gaza y una Palestina libre. Fuera Trump de Venezuela y de America Latina. Por la clase trabajdora de Argentina y el mundo. Y por el socialismo, ¡sí juro!"
A del Caño lo siguió una guerra vergonzante de gritos y acusaciones: "Fuera Trump de Venezuela", gritó y se cruzó con Lilia Lemoine, nunca moderada, comenzó a los gritos que fueron respondidos por Del Caño con un poco parlamentario: "Toma!!!"
En el medio quedó pendiente investigar si las juras antisemitas y que pidieron la eliminación del Estado de Israel, "del río al mar", como dijeron Del Plá y Ariel Moreno, constituyen una apología del delito.
La izquierda se llevó todos los premios a la hora de complicar la jura. Y en el caso de Romina del Pla se hace mas difícil todavía comprobar si se cumplió con el rito constitucional. Ella respondió: “Por los derechos de los trabajadores contra la reforma laboral; por los jubilados; contra la persecución a los que luchan; por la educación pública, gratuita, científica y laica; por los derechos de las mujeres y las diversidades; por el derecho del pueblo palestino de existir desde el río hasta el mar; porque frente a esta barbarie los trabajadores tenemos que gobernar por el socialismo en Argentina y en el mundo, sí, juro”.
Los delirios se escucharon por decenas y la ceremonia de jura quedó resumida a un chiquero político que se potenció tambien por ante la presencia de Javier MIlei en el recinto. Como Juan Grabois que no solo vociferó y repartió los dedos en V por el recinto, sino que despues hizo un gesto sobre su nariz, clásica acusación sobre drogadicción, dirigido hacia no sabemos quien.
Todo vergonzoso y demostrativo de una decadencia institucional que nunca fue frenada a tiempo. En cualquier parlamento del mundo los gritos, las peleas y hasta la violencia física pueden aparecer en el momento menos pensado durante un debate, El problema es la línea institucional, es decir, el límite que marca si un acto es válido o no, si un rito fundacional y constitucional se cumple o no. El de ayer en la Cámara de Diputados deja sobre la mesa toda las dudas posibles.
