No es cobre: el descubrimiento de la minera San Jorge en Mendoza
Mendoza busca tener la primera mina de cobre de la nueva era. El debate por el proyecto San Jorge logró un descubrimiento "asombroso": Uspallata y la provincia tienen una profunda pobreza.

No hay cloacas, no hay gas, se corta la luz y cuando se corta la luz tampoco hay agua. Cuando hay un problema de salud, lo que primero quieren tomar los habitantes del pueblo es un colectivo, un auto o una ambulancia que los lleve a otro sitio. Los “hijos de Uspallata” también suelen dejar macadas sus huellas hacia el Este; son sus huellas de salida hacia otros rumbos. “Hace 10 días mi hijo se salvó de milagro en Mendoza. Lo tuve que llevar en mi auto particular”, explicaba Silvia, que tuvo que llevar en su auto particular a su niño cuando tuvo un problema pulmonar. “Para calentarnos volvemos al fueguito”, explicaba otra mujer. “Hay una sola secundaria para tres escuelas primarias”, decía otra. Entre sollozos, una joven madre daba un ejemplo recurrente. “Se tuvieron que ir mis hijos”, decía.
Uspallata es el principal pueblo de la alta montaña de Mendoza y allí está el yacimiento que puede transformarse en la primera mina de “la era del cobre en Argentina” con el proyecto San Jorge. En el marco del segundo intento por ejecutar ese plan se realiza una audiencia pública con miles de inscriptos y que tiene un impacto relativo en cuanto al análisis del proyecto en sí, pues por ausencias voluntarias y presencias pensadas hay sesgo. Sin embargo la audiencia y el proyecto minero sirvieron para poner de relieve un descubrimiento muy relevante en base a los trabajos de la minera San Jorge. Y no es el cobre: el abandono, la falta de oportunidades y la pobreza en la que está sumido Uspallata, sus habitantes actuales, los que pasaron y los que se fueron. Una muestra en escala de lo que ocurre en la provincia. Mendoza no alcanza para todos los mendocinos.
Te Podría Interesar
Los testimonios son redundantes, aunque con diversidad de matices: falta de servicios, de oportunidades productivas, de elementos para construir un proyecto de vida. La crisis llega al punto que, con San Jorge como excusa, los mismos pobladores le piden a la minería algo que no necesariamente puede darle. “Digo sí a la minería para que Uspallata salga adelante y tenga todo lo que necesita. En salud, en educación, en infraestructura para que mis hijos no se vayan”, decía con profundo sentir una de las expositoras de la audiencia.
En otro contexto esas palabras podrían incomodar al intendente de Las Heras, Francisco Lo Presti, que fue anfitrión y leyó un extenso discurso pro minero sin mencionar las responsabilidades propias en gran parte de los problemas que los vecinos describían. Lo mismo con todos los encargados de gestionar: le achacan al veto que tuvo San Jorge hace 15 años, los errores que exceden el alcance de un proyecto particular. Curiosamente hoy hay más expectativa sobe lo que pueda hacer el CEO de San Jorge, Fabián Gregorio, que sobre el Intendente. “Estamos en condiciones de no defraudar”, decía Gregorio en la audiencia. El propio empresario explicaba que el cambio de contexto político, social y económico fue clave para que 15 años después San Jorge tenga su revancha.
El lugar está acostumbrado a ver pasar la riqueza, pues es, ante todo, un pueblo logístico: por allí pasan las mercaderías que atraviesan el principal paso terrestre del continente. Uspallata está tan cerca de Chile y tan lejos del centro de decisiones de Mendoza que, como ocurre con los camiones, la ven pasar. Ahora es epicentro de un debate clave que va a tener una bisagra en Mendoza, pues todo indica que allí habrá minería metalífera. Alrededor de ese plan se genera una expectativa enorme, quizá sobredimensionada. A más de 500 kilómetros hay otro pueblo que vivió una época dorada, pero no aprovechada y que puede servir de ejemplo. Es lo que ocurre en Malargüe, departamento que vivió un boom petrolero sin desarrollo local y que puede servir de contraejemplo: se exprimió el subsuelo, los recursos se evaporaron y ahora Malargüe busca un nuevo comienzo, casi con la misma base de hace 4 décadas.,
Debates, política y el rol de la iglesia
El plan para que haya explotación minera en Mendoza tiene un trasfondo político potente y Alfredo Cornejo es el que lo lideró. El gobernador intenta hacerlo saber explícitamente cada vez que puede: dice trabajar para “el bronce”, para quedar en la historia como quien “pudo” ejecutar un plan minero en la provincia, obviando que también tiene como logro haber sido una pieza fundamental para que otros mandatarios no lo lograran en su momento. La duda de los empresarios es también otra frase que Cornejo suele recordar y que no habla bien de la solidez política e institucional de la provincia: que sin él, será difícil.
Uspallata aumentó su población en un día, como suele ocurrir cada vez que se corta el paso Cristo Redentor. Son aves de paso que llegan con un interés particular. Termina el evento y las penas quedan. Igual, lo que ocurrió fue un ejemplo de una Mendoza posible: debate, matices, opciones, protestas; política, opiniones, arte, color. Todo en paz.
La presentación del proyecto San Jorge ubicó al Gobierno y a la empresa en el mismo lado, pero hubo algunas datos ausentes; quizá por esa necesidad política de apuntalar el proyecto que algunas veces hace confundir roles. En lo técnico se obvió, por ejemplo, cómo llegará el mineral de estar en la montaña al proceso de chancado (ni se mencionó el tajo a cielo abierto que será necesario hacer con explosiones), tampoco cómo se calcularán regalías y otros recursos en base al cobre y oro que se extraerá; ni las obras necesarias para no colapsar más la ruta 7, la falta de energía y otros insumos del lugar. Sí se explicó con detalles el proceso de flotación, que tiene garantías de seguridad amplias y el uso del agua, que tendrá en Irrigación un actor relevante. El Gobierno emitirá la Declaración de Impacto Ambiental y el juego se trasladará a la Legislatura, donde la pericia política estará en manos del oficialismo. El debate más incómodo es el que quedó latente en todas las exposiciones de los habitantes de Uspallata: qué puede dejar San Jorge y la minería. Cómo esos 600 millones de dólares de inversión prometida se pueden transformar en una mejor calidad de vida y en riqueza. Cómo puede evitarse el “caso Malargüe” o el desperdicio de recursos de regalías de petróleo que se esfuman en gastos corrientes.
En minería esa discusión incomoda más que la ambiental. El debate y la respuesta a problemas sobre la explotación de recursos naturales ha tenido más evolución en el cuidado ambiental, gracias a la tecnología y al trabajo colaborativo, que en la gestión de los recursos económicos que genera. Allí está el principal desafío de lo que Cornejo pueda sembrar con su modelo de explotación de los recursos naturales no renovables como el petróleo y la minería, y el uso de los recursos naturales renovables, pero frágiles, como el agua. Son esas las decisiones clave que tienen en sus manos: quiénes, cómo y a qué precio acceden al agua, el cobre, el petróleo y otros recursos.
Como con casi todo en la política local, la construcción del modelo productivo atado a la explotación de recursos naturales tiene pocos aportes de otros sectores políticos. La falta de volumen de los dirigentes de la oposición y la impermeabilidad del oficialismo complican el agregado de valor y también le permiten a Cornejo avanzar. En ese camino hay otro actor social relevante que incomoda: la iglesia católica. Justo antes de que se inicie la audiencia pública la Pastoral Social emitió un comunicado durísimo en el que la iglesia sienta postura y busca poner condiciones al desarrollo de la minería. No pasa desapercibido que la sede de la “audiencia popular” haya sido también la iglesia de Uspallata. “Debemos crecer en nuestro compromiso por el cuidado de la Creación y el uso inteligente y responsable de sus dones, para asegurar el futuro de los mendocinos con dignidad y grandeza de espíritu, evitando replicar dinámicas de despojo y pobreza que han deslegitimado la actividad minera”, concluye el comunicado.
La iglesia mendocina está conducida por Marcelo Colombo, un sacerdote que tiene una influencia enorme. Es presidente de la Conferencia Episcopal y llegó a la Provincia designado por el papa Francisco. En La Rioja fue uno de los referentes de la oposición a la minería en esa provincia.
La iglesia católica ya tuvo algunas posiciones en las que marcó diferencias con el Gobierno, como ocurrió con el abordaje de las personas en situación de calle. Con la minería el debate es aún más profundo y tendrá un recorrido más largo. El vocero del arzobispado, Marcelo De Benedictis estuvo en primera fila en la audiencia, justo al lado de Hebe Casado, la vicegobernadora libertaria e impulsora de la minería. De Benedictis es un hombre de diálogo con amplia permeabilidad en la comunidad. Colombo, el obispo, tiene una visión estratégica y mucha influencia. La influencia de la iglesia en el debate minero tiene huellas en Mendoza. La sentencia que ratificó la constitucionalidad de la ley 7722 tiene entre sus citas más importantes las que hizo Pedro Llorente sobre el Laudato Si, la encíclica papal de Francisco sobre el cuidado del ambiente. Minera San Jorge fue una de las empresas demandantes en la Corte para que sea declarada inconstitucional esa norma, acción que resultó negativa pero que tuvo un éxito en la Corte nacional al acotar el alcance de las sustancias prohibidas.
El camino minero que emprendió el Gobierno está recién empezando. El camino, quizá, lo trazaron los habitantes de Uspallata ayer. "No es un debate sobre minería sí o no. Es cómo se controla, cómo se hace. Que los recursos que se extraen generen riqueza, trabajo, oportunidades para nuestra gente. A los gobernantes les pido valentía, claridad y compromiso. Es imprescindible que existan controles permanentes, alejados de intereses políticos y empresariales. También les exijo que los recursos generados por la actividad minera se transformen en beneficios concretos para la comunidad. Necesitamos inversiones reales en infraestructura. Que las regalías se conviertan en obras y el desarrollo llegue. A las empresas mineras les exijo un compromiso social auténtico, no queremos proyectos que solo dejen huellas de extracción y camiones partiendo", decía Mirta Guzmán, una habitante de la villa que cerró la audiencia pública.