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Mauricio Macri debe reflejarse en Marcelo Gallardo para ver a dónde está en su relación con Javier Milei

Mauricio Macri fue el creador del cambio y el intento por ponerle fin al populismo en la Argentina. Dice que le faltó un segundo tiempo, pero Javier Milei, a quien no reconoce como par, se lo está arrebatando. El director técnico más exitoso de este siglo de River, convertido en estatua por sus hinchas, ahora debe entender que es terrenal y volver a las raíces.

Mauricio Macri y Marcelo Gallardo, con destinos parecidos.

Mauricio Macri y Marcelo Gallardo, con destinos parecidos.

Con imágenes de N/A

Mauricio Macri se encuentra en la misma trampa que Marcelo Gallardo entró en su amadísimo River Plate. El exjefe de Estado debe entender que es un expresidente de la Nación que, para muchos, inició un proceso de cambio e interpelación de las nuevas realidades que hoy encarna Javier Milei, a quien él dice que sigue apoyando, aunque lo critique.

Gallardo, al transformarse en estatua, también debe entender que su tiempo en el ámbito terrenal ya fue. Desde ese momento, 2021, pasó a ser infalible. Y si no tiene nada que aportar, debe resignar. No puede mancharse. Por eso nunca se realizan este tipo de homenajes a personalidades tan jóvenes y con futuro por delante.

El laberinto de Mauricio Macri: entre el apoyo blando a Javier Milei y el enojo constante

Como esta es una columna política, aunque me duele mucho más lo que le sucede a mi queridísimo River Plate que a Macri o a cualquier otro dirigente político en general, voy a meterme en tema. Macri no puede seguir así, deambulando entre un apoyo blando y un enfático rechazo apenas no le hacen caso a lo que se dice. El presidente es Javier Milei, aunque le pese a él que nunca lo vio como jefe. La pregunta que cabe es si alguna vez Mauricio Macri vio a alguien como tal o, al menos, como par en la República Argentina.

Un líder político no puede enojarse ni ofenderse. Por más que pasen cosas que no le gusten, no debe demostrar nunca su estado de ánimo. Siempre debe hacerle sentir al otro que lo que dijo tiene valor. Pero hoy por hoy al expresidente de la Nación le cuesta mucho más que nunca tener esa empatía.

La tensión con el primo y la sobrevivencia del PRO bajo la lupa de La Libertad Avanza

Discutió con Jorge Macri hasta pretender “intervenirle” la gestión con Néstor Grindetti, primero, y con Gabriel Sanchez Zinny después. No estaría funcionando. Macri, que es Jorge, sigue su propio esquema operativo, a pesar de lo mucho que le costó encontrar el funcionamiento al jostik porteño. ¿Qué pasará el día que disponga transformar su gabinete en un nuevo faro de la política nacional? Nadie puede vaticinar el resultado de una tensión inexorable con su primo.

Rogelio Frigerio e Ignacio Torres, los dos gobernadores más PRO que tiene hoy el territorio nacional, necesitan, por urgencias económicas y por comodidad, llevarse bien con el gobierno mileista. Para eso confían en la antigua relación con Diego Santilli, el responsable del Ministerio del Interior, más empoderado que cualquiera que sus antecesores para encaminar ese acuerdo que, de paso, tiene como objetivo paralelo pintar de violeta todo lo que antes era amarillo.

Al igual que Gallardo, el mensaje de Macri no cala de la misma manera que lo hacía cuando fue su primer tiempo. Sus ideas son las mismas que reclama el electorado de Milei, pero ahora prefieren que lo haga un “loco” al que le dieron una oportunidad que otro que ya mostró que no pudo, no quiso o no fue su momento de apretar más su acelerador.

Mauricio Macri junto a candidatos
Mauricio Macri junto a candidatos, a quienes apoyó sin apoyar a Milei

Mauricio Macri junto a candidatos, a quienes apoyó sin apoyar a Milei

La ruptura con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, y el desafío de la reconstrucción

Santilli, Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro se lo mostraron cruelmente. Pero estos tres son solo un reflejo de lo que habían empezado, hace tiempo, Patricia Bullrich, Diego Valenzuela y muchos otros, en donde también el instinto de sobrevivencia juega y pesa.

Para peor, la construcción política futura de Macri deberá realizarse, irremediablemente, con aquellos partidos, o lo que queda de ellos, que el expresidente decía que lo frenaban, como radicales, coalicionistas, moderados y gobernadores dialoguistas.

Macri mató el cambio por él construido con una interna destructiva entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Increíblemente, ninguno ya mantiene un mínimo diálogo político con él. La ministra porque se lanzó sin red a hacer mileísmo con los modales y formatos que exigen los anarcos capitalistas.

A ella la eligió sobre su siempre leal exjefe de gabinete y posterior sucesor porteño. Si bien “el pelado” se equivocó en querer jubilarlo antes de armarle un geriátrico de lujo, la historia revela que Macri es como el antiguo perro del hortelano.

Más de una vez la experiencia muestra como quienes soltaron pudieron reconstruirse. Tanto en lo personal como en lo social. Esta semana, en la que el expresidente se juntará con todos sus viejos conducidos, podrá ejercer el rol de líder, conductor pero, además, iniciar un nuevo camino con más escucha.