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Jorge Valerga Aráoz: "La actividad militar fue más grave que la de los guerrilleros"

En el 40° aniversario del Juicio a las Juntas, Jorge Valerga Aráoz dio una entrevista con MDZ donde recordó cómo fue el proceso judicial y el horror de la dictadura.

Jorge Valerga Aráoz pasó por el estudio de MDZ para recordar el Juicio a las Juntas Militares en su 40° aniversario.

Jorge Valerga Aráoz pasó por el estudio de MDZ para recordar el Juicio a las Juntas Militares en su 40° aniversario.

MDZ | Agustín Tubio

Este martes 9 de diciembre es una fecha especial para la democracia argentina. Se cumplen 40 años de la sentencia del Juicio a las Juntas Militares. En este marco, MDZ entrevistó a los jueces que integraron el tribunal y que aún siguen en pie, entre ellos a Jorge Valerga Aráoz.

La entrevista completa al juez Jorge Valerga Aráoz

Entrevista a Jorge Valerga Aráoz

- ¿Recuerda cómo fue el momento en el que salió el decreto que ordenaba el Juicio a las Juntas, cómo se gestó?

- Sí, lo recuerdo perfectamente. Fue apenas asumió el doctor Alfonsín, en diciembre de 1983. Y, bueno, no era solo el el decreto por el que usted me pregunta, sino era el 158. El 157 ordenaba también a la Procuración General de la Nación la investigación de todos los que habían sido organizadores, valga la redundancia, de las organizaciones terroristas, Montoneros...

- ¿Cómo era el Jorge Valerga Aráoz que tenía que juzgar a las Juntas Militares? ¿Con qué trayectoria venía?

- Bueno, yo en ese momento era juez de instrucción, y lo era desde varios años antes. Mi carrera judicial empezó siendo estudiante de abogacía. Trabajaba en un Juzgado de Instrucción.

Después, cuando me recibí de abogado, me nombraron secretario de un Juzgado en lo Criminal de Sentencia. Después ascendí en 1985 a fiscal en lo criminal y correccional. Y después, en 1987, ascendí también a juez de instrucción. Lo fui hasta principios de 1984, que juré como camarista federal. El cargo me lo propusieron junto con mis demás colegas en diciembre de 1983, a pocos días de haber asumido el doctor Alfonsín.

- ¿Qué sintió en el momento en que fue notificado que se iba a llevar a cabo este juicio, que usted iba a estar en el tribunal? ¿Y cómo fueron los días previos al juicio para usted?

- Bueno, cuando juré como juez de la Cámara Federal, se hacía evidente que me iba a tocar en revisión cualquier condena que se dictase a los autores de delitos de lesa humanidad, a los militares. Pero después, cuando salió el decreto, yo ya imaginé que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no estaba en condiciones de juzgar a las tres primeras juntas militares, por la complejidad que tenía.

Entonces, lo asumí y nunca imaginé que iba a verificar los hechos tremendos, atroces y aberrantes que nos tocaría juzgar después. Y como yo ya tenía bastante experiencia como juez, lo asumí pensando que estaba capacitado para llevar- no digo un juicio más-, pero sí para llevar adelante ese juzgamiento, que tenía la experiencia suficiente.

Y, aparte, cuando me dijeron con qué jueces iba a compartir esa tarea, los conocía a todos y sabía de la capacidad que tenían. Así que tuve la sensación de tener una responsabilidad inédita de realizar un juicio realmente difícil. Pero pensé que mi experiencia de juez me iba a ayudar muchísimo.

-¿Y usted qué concepto tenía, qué idea, qué opinaba del gobierno militar antes de juzgarlos? Más que nada de los hechos...

Se sabía que habían desaparecidos en el sentido que a mí me tocó resolver. Se presentaron muchísimos recursos de habeas corpus, y el Gobierno, el Ministerio del Interior y la Policía Federal contestaban siempre lo mismo: que no estaban detenidos a disposición de ningún juez y que no se conocía nada de ellos.

Y por otro lado, también, me tocó investigar privaciones ilegítimas de la libertad, algunas de las cuales llevé por bastante tiempo. Había algo anormal. Después, cuando el gobierno militar dictó la Ley de Autoamnistía, yo fui uno uno de los primeros jueces, creo que al día siguiente, que dicté la inconstitucionalidad de esa ley. Son cosas que tomaron estado público.

El concepto que tenía, bueno... era absolutamente consciente que el Gobierno militar había derrocado a las autoridades constitucionales legítimamente electas y que ocurrían cosas, cosas raras, como lo que le acabo de contar, pero nunca de la envergadura de los hechos que después pasaron por el juicio a los comandantes.

- En aquel momento, cuando sale el decreto, en cuanto a opinión pública, ¿recuerda si había sectores de la sociedad, no solamente militares, que se oponían a que haya un Juicio a las Juntas?

Bueno, sectores que se hayan opuesto abiertamente con declaraciones y que hayan intentado determinadas acciones, ya sea judiciales o de otro tipo para defender a los militares, eso así no lo recuerdo. Pero lo que sí, distintos sectores de la sociedad era como que que mostraban apoyo a los militares y que, en charlas privadas, se oponían al juzgamiento; o directamente que daban opiniones críticas como diciendo "nunca se va a llegar a hacer un juicio que tenga sentencia, siempre van a tener algún tipo de de oposición", como augurando que con este juicio podía pasar lo mismo que había pasado siempre en la Argentina, que no se lo juzgaba y que la actividad militar en lo político, ocurría como si como si fueran un partido más, que los gobiernos elegidos constitucionalmente, democráticamente, no llegaban a los seis años que marcaba la Constitución, que había un golpe, los derrocaban y después los mismos militares, mostrándose incapaces de solucionar problemas que tenía el país, llamaban elecciones y, en fin, actuaban los gobiernos militares como si fueran un partido más.

- ¿Usted fue amenazado antes o durante el juicio?

- No.

¿Y cómo recuerda que fue la labor de los fiscales Strassera y Moreno Ocampo para reconstruir todo el horror de las Juntas?

- Bueno, fue extraordinaria la labor que realizaron Julio César Strassera y Luis Moreno Campo, que organizaron grupos de jóvenes, que los manejaba y comandaba. Fue fantástica, y realmente Julio Strassera fue la persona indicada para ese cargo, tanto para la investigación, que fue lo que le permitió llevar a juicio 700, 800 casos, no recuerdo ahora bien, como para manejar la parte acusadora de la sentencia.

Julio tenía una personalidad fantástica, una personalidad muy fuerte y discutía con con las defensas en cuanto él advertía que el tribunal no lo estaba mirando. Lo manejaba de igual a igual a ellos. Ellos trataban de de ponerlo nervioso a Julio, y Julio les respondía con la misma manera. Hasta llegó a hacerles gestos difíciles de reproducir, ¿no?

- Sí, en la película "Argentina 1985" se ve.

- Sí, sí, eso es cierto. Fue así.

El recuerdo de Jorge Valerga Aráoz sobre el Juicio a las Juntas Militares

EL IMPACTO DE LOS TESTIMONIOS

- Ya entrando al juicio, ¿cómo fue la actitud de los acusados? Bueno, de Jorge Rafael Videla, recuerdo que se la pasó leyendo. ¿El resto qué hacía?

- Me parece que, salvo Videla, que leía un un libro que después me enteré que era de meditaciones, todos los demás, al menos, demostraban prestar atención no. Pero ellos estuvieron presentes durante las acusaciones. En las audiencias de testigos ellos no estaban. O sea, prestaban mucha atención a la lectura de la acusación de Strassera y Moreno Ocampo. Por supuesto, también estuvieron presentes en las audiencias de defensa de todos los defensores.

- A nivel personal, ¿cómo impactaron en usted los testimonios de las víctimas?

Bueno, de una manera muy especial porque, por más que uno tuviera experiencia en juicios penales donde muchísimas veces se escuchaban testimonios sobre hechos terribles también, y no tanto porque uno no advierte nada terrible en denuncias o testimonios sobre estafas o sobre robos y todas esas cosas... Pero lo que se vivió acá, yo creo que no tiene comparación porque eran testimonios que no daban descanso a los jueces y tampoco al auditorio.

Yo creo que ninguno de nosotros fue el mismo después de este juicio, sobre todo después de haber escuchado esos hechos atroces y aberrantes. Y provocaban todo tipo de reacciones anímicas. Cuando terminábamos el día o hacíamos cuartos intermedios, el comentario entre nosotros era lo terrible de las cosas escuchadas y la tristeza que teníamos. Incluso hasta por ahí habían silencios tremendos entre nosotros, era porque no podíamos salir del asombro y de la tristeza.

La teoría de los dos demonios

La teoría de los dos demonios

- A la hora de juzgar, algunas organizaciones de Derechos Humanos cuestionaban la "Teoría de los Dos Demonios", que ustedes tuvieron en cuenta también. Con los años hubo gobiernos que volvieron a cuestionar esta teoría.

Sí, incluso quisieron cambiar el prólogo del libro "Nunca Más".

- Y ahora tenemos una vicepresidenta que retoma a las víctimas del terrorismo. ¿Usted sigue sosteniendo esta teoría? ¿Cuál es su postura hoy?

- Sin ponerle rótulos, yo creo que efectivamente, hubo dos actividades condenables por la Ley y por la Justicia. Indudablemente, como se dice ahí en la sentencia, la actividad terrorista, la actividad de las organizaciones guerrilleras fue la condición necesaria para que hubiera la actividad militar que después nosotros jugamos. Pero los dos actuaron delictivamente y el Ejército no se ajustó a la ley, que lo pudo haber hecho perfectamente porque tenía plenos poderes, e intentó hacerlo directamente: desde el primer día utilizaron métodos aberrantes para combatir la subversión. Entonces, si a ello lo quiere llamar actividad demoníaca, bueno... creo que hubo en los dos una actividad condenable. Si se quiere o se pretende que la actividad militar fue más grave que la actividad de los guerrilleros, hay argumentos para decir que ellos hicieron uso y abuso de lo que les daba el Estado para realizar una actividad ilegal. Es cierto, pero también ratifico que fue provocado por la actividad subversiva, aún cuando pudieron perfectamente haber utilizado los métodos legales, como ocurrió en Italia con las Brigadas Rojas.

La sentencia a los militares

- ¿Cómo recuerda que fue la reunión final con el resto de los jueces donde decidieron las penas?

- Bueno, las penas, en general, en una sentencia, va llegando de manera natural en la medida que se vaya que haya motivos suficientes para poner determinadas calificaciones. Son penas mucho más graves a quienes cometen homicidios o desapariciones que a los que cometieron directamente secuestros, tormentos y después permitieron recuperar la libertad. Pero, en definitiva, si bien hubo algún desacuerdo con algunas penas, en líneas generales, todas las penas propuestas se ajustaban absolutamente a los máximos y mínimos marcados por la ley. Pero, sin ninguna duda, hubieron, en el primer proyecto de penas que nos habíamos fijado, hubo alguna que otra discusión porque alguno de los jueces querían penas un poco más severas.

Y bueno, el famoso cuento del domingo anterior al dictado de la sentencia que después de un arduo estudio y discusión en la sala de audiencias. Cuando llegó la hora de almorzar ese domingo, nos fuimos a comer unas pizzas a un negocio de la zona, que era Banchero, y ahí seguimos hablando del tema, y el famoso cuento que Arslanian, que era el presidente de la audiencia, dijo: "Bueno, no discutamos más". Ya nos habíamos puesto de acuerdo, "no sigamos hablando". Y sacó una de las servilletas que estaban ahí y puso arriba o abajo, de un lado todos los que estaban siendo juzgados, la pena que ya habíamos fijado, y después en la otra punta, el nombre de cada uno de nosotros. Dijo: "Pongan la firma acá", y pusimos la firma y ahí salieron. Pero es una anécdota en la vida de un tribunal.

- Bueno, la relación entre ustedes, era buena porque estaban en un momento muy tenso, imagino. ¿No había rispideces entre ustedes, tensiones a la hora de de definir?

- No, por supuesto que en toda discusión en la que uno está muy concentrado puede uno ponerse más firme en algunas cosas. Pero, en ese momento, respecto de ese tema, no hubo ni levantamiento de la voz, ni nada grave. Cada uno daba su opinión y decía: "Esto me parece que está bien o esto me parece que es poco".

- ¿Y después de ahí continuaron en relación al día de hoy?

Sí, por supuesto, se creó una especie de hermandad que un poco está en el título del libro que escribió Ricardo Gil Lavedra, "La Hermandad de los astronautas". Sí, esa hermandad se mantiene hasta el día de hoy. Salimos y nos juntamos para almorzar una vez por mes aproximadamente. Y también nos juntábamos, no con esa asiduidad, pero en en las casas de alguno de nosotros, con nuestras mujeres. Se creó una relación fantástica.

- ¿Tienen un grupo de WhatsApp?

- No, no tenemos grupo de WhatsApp, pero no lo tomamos como una deuda porque eso también un poco nos obliga a llamarnos. Pero sí el grupo de WhatsApp lo tienen entre nuestras secretarias y uno le dice: "Preguntá si pueden almorzar o comer tal día a tal hora". No tenemos un grupo porque no hace falta, pero nos hablamos muy muy seguido.

- Un breve repaso: Jorge Rafael Videla, perpetua. Emilio Eduardo Massera, perpetua. Roberto Eduardo Viola, diecisiete años. Armando Lambruschini, ocho años. Orlando Ramón Agosti, cuatro años y seis meses. Rubén Graffigna, Basilio Lami Dozo, Isaac Anaya y Leopoldo Fortunato Galtieri, absueltos. ¿Hicieron justicia?

- Bueno, yo entiendo que sí, por supuesto. Es una una justicia humana y pasible de todas las críticas que cualquiera en uso de sus derechos de opinión pueda realizar. Yo estoy muy conforme con lo que se hizo y la prueba está que la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó al año la sentencia en todas sus partes.

- Ahora en redes sociales- no sé si usted ve mucho las redes- en los últimos años hubo como una ola de bromas y a veces se hacen chistes con el Falcon verde y esas cosas. ¿Usted qué opina?

Sinceramente, no los he visto. Los Falcon Verde existían porque eran los vehículos que usaba tanto el Ejército como la Policía. No sé si todos eran de color verde, pero el Ford Falcon era el auto que se usaba en ese momento.

- ¿Y qué opina de cuando a veces mismo en los medios se puede escuchar: "Que vuelvan los militares"?

- Bueno, eso me parece algo absurdo y absolutamente anticonstitucional. Me parecen muy reprobables esas opiniones. Pero cada uno tiene derecho a dar su opinión, en la medida que no cometa un delito de apología del crimen, de apología del delito.

- Por último, ¿algo que quiera destacar de lo que fue el Juicio a las Juntas?

El juicio, como algo que yo veo de afuera y para atrás, como algo que ocurrió, lo considero que fue importantísimo. En primer lugar, porque los 42 años de democracia que tenemos, en gran parte se debe al anuncio de que iba a ocurrir el juicio a partir del decreto 158. Y, por supuesto, a partir de la sentencia, no han habido golpes militares, y han habido muy pocos movimientos militares como los que ocurrieron al principio y después en Semana Santa. Y eso se debe al juicio, la reafirmación de la democracia, y estos 40 años ocurridos con posterioridad a la sentencia. Aspiro a que tengamos 400 años más de democracia. Eso por un lado.

Por el otro, durante el juicio y antes, durante el gobierno militar, cuando se hablaba de los desaparecidos en la última época, determinados sectores descreían de dichas denuncias y, apoyando a los militares, decían que eran todas mentiras y que estaban disfrutando de la fresca viruta en el exterior esos que se decían desaparecidos. A partir de esa sentencia, nunca más nadie lo puso en duda. O sea que tiene un valor de declaración de veracidad y ya nadie discute ese tema.