Javier Milei y un tobogán que nadie sabe hasta dónde llega
El gobierno cavó su propio foso y ahora recrimina por qué la oposición, los medios y los mercados están preparando un "golpe". Desde el primer día, la mayoría de los legisladores y gobernadores fueron en su auxilio, atribulado porque Javier Milei los había expuesto a todos.

Desde hace un mes, jornada tras jornada, los analistas sostienen que “este es el peor día del Gobierno”. Sin embargo, el que mejor graficó ese título cotidiano es el de hoy, con las calles tomadas por estudiantes y jubilados, unificando representaciones políticas opositoras mientras que en el Congreso de la Nación, una aplastante mayoría, rechazaba los vetos cruciales para el gobierno, tanto en el tema del Hospital Garrahan como con las Universidades.
“Ale, si esto no cambia pronto, no llegamos. Y lo digo con todo el dolor del alma”, le confesó un referente bonaerense que recién salía de hablar con Sebastián Pareja, quien recibió a una docena de coordinadores territoriales de la Primera Sección electoral en queja por lo que creen un "pésimo trabajo" de Ramón "Nene" Vera.
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"La respuesta fue tibia. Hay que esperar hasta el 26 de octubre", le confió la misma fuente cuando se le preguntó sobre qué reacción había tenido el principal armador bonaerense cuando se le reclamó por uno de sus pilares en el conurbano.
Algo similar le dijo un integrante de la mesa política ampliada. Para este protagonista de la alianza P RO La Libertad Avanza, "si no reaccionan se la ponen. Tienen que haber cambios y Santiago (Caputo) y Karina Milei dejarse de joder y ponerse de acuerdo".
"Las elecciones de septiembre fueron una catástrofe y en octubre también vamos a perder", se quejó tras describir que no hay una sola línea de acción política que unifique "algo parecido a una campaña", agregó.
Al Gobierno se lo ve grogui. Desde el triunfo en la Ciudad de Buenos Aires intentó seguir imitando al kirchnerismo cristinista (ya lo venía haciendo negando el diálogo a los opositores, denigrando a quienes tenían una mirada distinta y, en mayo, inició el “vamos por todo”. “Todo Violeta”. Algo falló. De a poco, las elecciones provinciales del Interior del país empezaron a encender las alarmas, pero la categórica derrota correntina seguida por la “tragedia” de la Provincia de Buenos Aires, desnudaron todas las falencias escondidas bajo el “éxito” de haber bajado la inflación.
Desde un inicio, analistas, politólogos, sociólogos, adentro o fuera del círculo rojo, se preguntaban cómo podía sostenerse exitosamente un gobierno que no tenía funcionarios, que era manejado por dos personas y con un presidente que no quería meterse en política. De pronto, el cuerpo se lastimó y de pronto la pus, que se mantenía oculta por el miedo de que “todo se cayera” y “volviera Cristina”, se empezó a ver.
Negocios con chapuceros iguales a los que organizaban la política territorial. Un Jefe de Gabinete siempre ocupado en aclarar y no en distribuir el presupuesto, cargo para el que está, porque arriba de él hay otras personas con más poder. Guillermo Francos es el “tapón” de las heridas abiertas y que no se cierran a pesar de la desastrosa elección bonaerense.
Ni siquiera los legisladores mendocinos, con los que Javier Milei trazó un acuerdo integral a través del gobernador Alfredo Cornejo y el primer candidato a diputado nacional, su actual ministro Luis Petri, bancaron los vetos. Desde la mañana de este miércoles, la noticia se había conocido. Tampoco estuvo muy activo otro “aliado” como Rogelio Frigerio.
Mientras tanto el PRO, aún sin orden y desintegrado, está tomando distancia acelerada de su aún aliado electoral. En la mayoría de los concejos deliberantes y en las legislaturas ya tienen definido tener un bloque propio, sin pintarse de violeta.
Mientras tanto, el dólar tampoco frena. Rompe la barrera de “las bandas” y todos pronostican que antes o después de la elección deberán producirse cambios imprescindibles. El sentimiento de los cambiemistas que se abrazaron a las ideas de la libertad, como si Mauricio Macri no las hubiera propuesto, pasan por momentos de asombro, otros de susto y, mayoritariamente, de dudas. Muchas veces el apuro es mal consejero, máxime cuando se conocía a la mayoría de los nuevos aliados.
“Dicen que los cambios vienen después de las elecciones”, insistió uno de los protagonistas esenciales de la nueva campaña libertaria. Pone nombres, proyecta relanzamientos, pero las dudas lo frenan. Pocas veces los presidentes cambian en la mitad del río. Fernando De la Rúa, Mauricio Macri y Alberto Fernández son ejemplos concretos de cuánto podrían haber echo si hubieran decidido cambiar su entorno y a sus funcionarios.