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Javier Milei pierde en Buenos Aires: el peronismo se impone y cambia el tablero político nacional

La derrota de Javier Milei en las elecciones en provincia de Buenos Aires y el avance del peronismo alteran el equilibrio político en Argentina.

La derrota electoral de Javier Milei y el triunfo del peronismo en las elecciones en provincia de Buenos Aires del domingo cambiaron el panorama político en Argentina pero también tienen un fuerte impacto regional, e incluso mundial. Tanto Milei como el peronismo significan cosas divergentes en un mundo que ha entrado en una etapa nueva de la historia universal.

Los cinco siglos de occidentalización mundial iniciado en 1492 están quedando rápidamente atrás, produciendo un estado de confusión, desorientación e incluso desesperación, en las miradas tradicionales, acostumbradas a mirar el mundo desde Europa o Estados Unidos. Esto que acaba de suceder en la provincia de Buenos Aires tiene mucho que decirnos sobre este mundo nuevo que se nos está viniendo encima sin darnos tiempo siquiera a entender qué está pasando, ni a dónde estamos yendo.

Javier Milei y las elecciones

Milei llegaba a estas elecciones como la gran esperanza de salvación de una parte de este Occidente blanco acosado, para terminar definitivamente con el peronismo: esos “negros” y esas “negras” que adhieren desde hace 80 años a un movimiento incomprensible para Occidente, tantas veces dado por muerto, que han sido un dolor de cabeza permanente para las élites “blancas” y el Mercado. Pero esta vez Milei, en nombre de Occidente, guiado por el anarcocapitalismo y su decisión de desmantelar el Estado (“El Estado no se gestiona, se desmantela”, Declaración de Principios de La Libertad Avanza, 2023), prometía terminar con el peronismo para siempre. Fue explícito. Fue su lema de campaña.

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Javier Milei y Luis Caputo

Javier Milei y Luis Caputo

La realidad no pudo ser más diferente de las expectativas

El peronismo obtuvo una victoria histórica. No solo obtuvo 14 puntos de diferencia, sino que ganó en seis de las ocho secciones que tiene la provincia de Buenos Aires, ganando con amplitud en los distritos rurales sojeros y de clase media, históricamente antiperonistas, que habían incluso extremado su oposición al peronismo, desde aquellos 102 días de huelga y cortes de ruta con las que “el campo” enfrentó a Cristina Kirchner en 2008.

En apenas tres días la derecha mileísta, que llegaba para quedarse 20 años, se desinfló como si todo hubiera sido una aventura de improvisados. Para el Mercado, el golpe ha sido abrumador, no solo porque no la vio venir, sino porque no tiene (¿aún?) un Plan B que le permita reubicarse. Simultáneamente, como si se tratara de la otra cara del mismo proceso, el peronismo resurgió de las cenizas, con un nuevo liderazgo, el de Axel Kicillof fue quien tomó la decisión estratégica de adelantar y provincializar las elecciones, contra viento y marea, enfrentando incluso a Cristina Kirchner.

El peronismo resurgió de las cenizas.

¿Y ahora? Ahora entramos en Tierra Ignota. Todo parece indicar que la experiencia anarcocapitalista se desvaneció en un fin de semana como si hubiera sido una película de ficción construida mediáticamente. No llegó ni siquiera a la primera prueba electoral. Milei parece acabado. Sus fuerzas aparecen enfrentadas mortalmente entre sí. Los actos de corrupción han dañado seriamente su imagen. La economía se encuentra paralizada, los salarios y jubilaciones en el nivel más bajo y las empresas desapareciendo o perdiendo valor dramáticamente. Y para colmo, el fantasma del riesgo país y el default subiendo peligrosamente. No parece haber tampoco ningún espacio político dispuesto a continuar su línea ultra-ajustadora (“el ajuste más grande en la historia de la humanidad"), sin ninguna consideración de las consecuencias sociales y económicas. Las elecciones nacionales intermedias del 26 de octubre van a definir si el gobierno de Milei colapsa o logra mantenerse maltrecho hasta el fin de su mandato.

La otra cara de la moneda es lo que ha pasado en la otra mitad del mapa político. El cambio es abismal. Si antes de las elecciones sólo podía verse un peronismo enfrentado al borde de la desintegración, la victoria del domingo pasado puso al peronismo de manera incontestable como la principal alternativa política (casi la única) y al gobernador Kicillof como sólido aspirante a ser el principal candidato presidencial opositor.

Sin embargo está claro que ni el peronismo ni Kicillof la tienen fácil ni tienen el camino abierto. El Mercado no está contento con el fracaso de Milei y todavía no ha encontrado la manera de subsanarlo. Tampoco la geopolítica viene fácil. Este es un momento del mundo totalmente diferente al que era a principios de siglo, cuando el Fondo Monetario Internacional había colapsado por el desastre que había hecho en Argentina, y habían brotado de la nada gran cantidad de gobiernos no neoliberales en Sudamérica, ante la sorpresa del mundo.

Ni el peronismo ni Kicillof la tienen fácil

Este es otro momento. Estados Unidos parece haber decido retirarse estratégicamente de Asia, África y Europa para fortalecerse en el continente americano, redoblando la Doctrina Monroe (“América para los americanos”). Ante la presencia protagónica de Brasil en los BRICS, bloquear la alianza mercosureña adquiere un lugar crucial para la estrategia norteamericana. Y en esa línea el fracaso de Milei y la eventualidad de un próximo gobierno peronista es indigerible. Gestionar esa tensión pone a la Argentina en una encrucijada riesgosa y de alto impacto global, porque afecta directamente la estrategia global de los Estados Unidos.

* Alberto “Pepe” Robles, abogado laboralista. Titular de la cátedra de Sindicalismo (UBA Sociales)

Ig @albertopeperobles