Cuando Cristina Fernández de Kirchner reivindica su conducción, el resto del peronismo se acerca a Milei
Salvo Axel Kicillof, que seguramente no negociará nada con el Gobierno, el resto de los gobernadores peronistas algo intercambiarán con Adorni y Santilli para seguir siendo jefes en sus provincias.
Cristina Fernández de Kirchner conspira con su deseo de conducción no solo al peronismo, sino a cualquier otro proyecto progresista que pretenda enfrentarse a Javier Milei en un balotaje.
EFELa expresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, con tobillera, en su domicilio de San José 1111. Su antiguo vice, preso y luego liberado, pero condenado por el manejo de la estatización de Ciccone Calcográfica.
El ministro de Infraestructura, Julio De Vido, nuevamente condenado y con su salud precaria, logró la solidaridad de todo el peronismo, salvo el Frente Renovador, siempre cercano para lo que le conviene pero ajeno para lo que no.
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El exgobernador de Tucumán, José Alperovich, condenado por abuso a una sobrina está a punto de volver a casarse. José Urribarri, exgobernador de Entre Ríos, bajo las rejas por malversación de fondos. Su sucesor, Gustavo Bordet, está siendo investigado por el manejo de las contrataciones por las que cayó en Paraguay su senador nacional Edgardo Kueider.
El expresidente, Alberto Fernández, está siendo acusado e investigado por la causa de los Seguros y por haberle pegado a su exesposa Fabiola Yáñez. Su mandato estuvo regado de episodios escandalosos como el vacunatorio vip y la clandestina de Olivos.
Sergio Massa, que se había ido de todo eso en 2013, en la previa de un acuerdo electoral con Daniel Scioli, volvió a meterse en 2019 en el kirchnerismo porque, como todo político, creía que su sola presencia acomodaría todo. No había querido seguir compartiendo el "doble comando" que tenían Néstor y su viuda Cristina Fernández de Kirchner cuando era jefe de Gabinete pero luego entró en la locura de creer que volverían mejores.
Daniel Scioli, candidato presidencial hasta unas horas antes que la expresidenta de la Nación y actual conductora del PJ decidiera que fuera Massa, hoy es un resiliente funcionario del gobierno de Javier Milei.
Después de esta concatenación de desastres políticos y personales, sin embargo, no hubo ninguna discusión que se preguntara por qué motivó nadie hizo nada para frenar semejante decadencia. Inclusive hoy están bajo tensión porque un grupo de gobernadores, que no saben como irse del kirchnerismo porque siempre que lo necesitaron lo usaron, están pensando armar un bloque independiente o, inclusive, cada uno de ellos inspirar a sus legisladores a actuar de manera independiente del resto del bloque mayoritario.
Axel Kicillof, en todo este juego, no tiene las batallas y los kilómetros que tienen sus aliados y llegó hasta donde llegó porque lo puso Cristina Fernández de Kirchner. Diferentes circunstancias, todas motivadas por el desprecio que tiene el kirchnerismo a tener aliados o dejar crecer a sus propios dirigentes, hicieron que el actual gobernador se viera cada vez más lejos de su lugar original en el mundo peronista.
Si bien jamás se irá para participar de un proyecto liberal, Axel Kicillof debe verse en el espejo de Scioli para advertir cuál será su futuro. Terminó siendo el candidato a presidente, tal cual soñó toda la vida, pero lo hizo luego de ser limado, limitado, destratado y negado de tener un presupuesto holgado para proyectar una figura que lo hiciera mucho más amable al electorado que buscaba atraer, ese que no creía que fuera lo mismo que Cristina Fernández de Kirchner.
Scioli, quizás como venganza, volvió a sus orígenes alineados al menemismo. En este caso, al neo menemismo mileísta. Otro motivo más para que el peronismo se pregunte qué le pasó para pasar de Menem a Kirchner sin ningún tipo de intermediación.
Martín Menem, su primo Lule y Karina Milei, complicados por los escándalos de Spagnuolo y ANDIS, pueden agarrar los libros de su tío para vaciar al actual peronismo no K.
Máximo Kirchner y Kicillof deben tomar nota de la elección de septiembre y los posibles perfiles de los candidatos para la gobernación. Salvo Massa, anotado extraoficialmente, todos son intendentes exitosos, que pudieron generar una relación con sus vecinos mucho más amplia a la que representa su propio espacio política. Gabriel Katopodis, Leonardo Nardini, Julio Alak, Federico Achaval, Ariel Sujarchuk son los principales exponentes. Todos en sus municipios representan mucho más que Fuerza Patria o, en el pasado, Unión por la Patria o Frente para la Victoria. Hasta Sergio Berni parece un outsider dentro de ese mundo.
La rama femenina la componen Mayra Mendoza, fiel camporista, y Mariel Fernández, hoy ofendida con su líder Cristina por no contemplar sus pedidos para tener un lugar en la lista, tienen el impedimento de representar exactamente lo mismo que su fuerza política. Lo mismo le pasa a Kicillof. Su dogmatismo conspira con el deseo que tienen los que pretenden que sea más que el disminuido frente que integra porque es más ideológico de lo que es la propia familia Kirchner.
El nuevo peronismo, con más o menos hegemonía del kirchnerismo, inevitablemente se ha vuelto un movimiento ultra conservador. Si se fractura por iniciar un cambio pone en riesgo múltiples elecciones municipales y, fundamentalmente, la bonaerense, el último fortín de su resistencia.
Si sigue "unido", la agonía será lenta pero, inevitablemente, terminará dividiéndose en varias partes. Los gobernadores, algún intendente, un nuevo "candidato", se llevará a buena parte de lo que hoy permanece en Fuerza Patria. Y el kirchnerismo, con su única candidata prendida de una camarita por una nueva causa judicial, no tendrá más remedio que soltar o enterrar con ella lo que su esposo inició.


