A días de las elecciones, la alianza PRO-La Libertad Avanza hace agua por irremediables diferencias de origen
Diego Santilli era la mejor carta del oficialismo, pero lo mantuvieron en silencio hasta que Espert tuvo problemas de papeles. A él tampoco le daban demasiado margen. Todo debía seguir un plan que fracasó y ahora apura cambios de Gabinete.

Javier Milei y la fatídica noche del 7 de septiembre, donde empezó a ser parte del problema.
EFELa Libertad Avanza se convirtió en lo que venía a combatir. Un kirchnerismo de malos modales, con candidatos "impresentables", con sospechosas relaciones con el narcotráfico, como José Luis Espert, al que bajaron, y Lorena Villaverde, de Río Negro, que se presenta para ir como senadora pero hoy es diputada nacional.
En el medio conviven referentes como Karen Reichardt, quien considera que son todos unos "enfermos mentales" a quienes votan al peronismo desde hace décadas o Virginia Gallardo, quien no votaba desde 2015 y recién volvió a creer en la democracia con Javier Milei en 2023, pero su dirección formal es un baldío, algo parecido a lo que hizo Amado Boudou para sortear cuestiones impositivas y por su división de bienes.
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Sin embargo, La Libertad Avanza aún no procesa que para el mundo no peronista no todo da lo mismo. La diferencia con del votante kirchnerista con los libertarios es que a los primeros, por ideología o sentimientos, y en algunos casos por la mezcla de las dos cosas, elige creer, sin contemplar cuánto de anclaje real tenga esa creencia. Son amantes de viejas utopías, padecieron a quienes venían a hacer mejor las cosas o, simplemente, por herencia.
Una alianza política liberal y de centro no puede tener concejales apuntados por violencia de género, vinculaciones con bandas de delincuentes, ex kirchneristas o barras bravas. Ninguno de ellos entra en la categoría del target PRO. "Ni podían asomarse en nuestras listas", aduce un legislador que se agarra la cabeza cuando se entera que ahora deberá votar por tal o cual, aunque muchos de ellos eran su mano de obra barata.
Tampoco son afines al libertario puro, nacido de la creencia que un "loco que hablaba igual que nosotros" los podía sacar del atraso que vieron durante años en los que sobrevivieron sus padres y abuelos.
¿Pueden convivir los pacatos y republicanos PRO con sus nuevos aliados? A los primeros no les gustan los gritos, los insultos ni tampoco aparecer infligiendo alguna ley o criterio a pesar que diariamente lo hacen. Los libertarios, en cambio, tienen más parecidos con el peronismo kirchnerista, usan símbolos, expulsan al que no piensa igual y todo debe ser "acatando la conducción".
El verticalismo y el oscurantismo no tiene nada que ver con las tradiciones típicas de un partido como la Unión Cívica Radical, tronco principal de Cambiemos, desde donde aparecieron los votantes originales de Mauricio Macri, aunque él siempre se auto percibió como menemista, la otra rama del peronismo.
Esta disparidad de criterios, miradas, orígenes, por más que haya públicos afines, se demuestra en estos instantes donde en La Matanza el PRO se desatiende de la fiscalización por serios problemas internos con los libertarios y entre los referentes de Ritondo y Santilli y en las bajadas que "el colo" tiene planificadas. Hoy en San Martín, por ejemplo, estará sólo con los amarillos ya que los violetas no irán por no haber sido convocados para la organización de dicha presencia.
Seguramente, ni el Gordo Dan ni Iñaki Gutiérrez hubieran sido los voceros autorizados por Durán Barba. Pero el mileísmo es eso. Sobrepasar los límites, dejar a todos boquiabiertos y discutiendo si son homosexuales, si está bien o no vender y comprar órganos y hasta llamar a odiar a los periodistas. Javier Milei llegó al poder en base a una revulsión social que desalojó a todos los progresistas, prolijitos y liberales de buenos modales.
Eso, que encarnaba sin ninguna duda Santiago Caputo y su escuela de relato, supuestamente opuesta, pero con las mismas marcas que las de La Cámpora, en la que nadie que piense distinto merece ser escuchado ni leído, ya quedó viejo por la propia dinámica del poder. Ya son parte de lo mismo. Un problema más que se suma a los que sus votantes ya tenían con "ñoños", "zurdos" o "termos" de otro lado. Macri, Milei, Cristina Fernández de Kirchner y la dirigencia política en general están siendo mirados de la misma forma por más de un tercio de la sociedad que los considera "productos vencidos".
Por eso que la relación territorial entre las Fuerzas del Cielo, el PRO, y el properonismo remanente acogido por Sebastián Pareja como único ejército territorial disponible esté en colisión permanente. Diego Santilli y Cristian Ritondo no saben a quién sonreírle más, si a Karina Milei o a Santiago Caputo. Algo no encaja. Para peor, los primeros "liberales" se los llevó Carlos Kikuchi con su armado paralelo, ese que fue solventado a instancias de Sergio Massa quien, astuto, lo primero que hizo fue dividir el voto no peronista. Después, no le alcanzó para la primera vuelta.
La gente, en 2023, venía advirtiendo que los “prolijos” no encajaban. Eran los que siempre "nos cagaron". En la interna de Juntos por el Cambio, ganó la más extrema, Patricia Bullrich, contra el representante del Círculo Rojo, Horacio Rodríguez Larreta. Dos meses después, todos fueron a ayudarlo al "loco" frente al conocido, el "profesional".
En este último tramo de la campaña, La Libertad Avanza trabaja para volver a tener el "voto útil" anti kirchnerista. Lo necesita más que un beduino al agua. Sin embargo, es muy difícil que consiga atraer más que a sus propios fieles con un montón de "profesionales" e impugnados socialmente en sus listas. ¿Cómo venden que son la novedad, lo revulsivo y lo fresco cuando está lleno de productos de reventa?
A pesar de todo, es mentira que puedan perder por más de siete u ocho puntos en la provincia de Buenos Aires, como dicen hoy los oráculos libertarios. Achicar la diferencia es solo producto de la nueva oferta electoral, en la que los intendentes no juegan. Fuerza Patria seguirá acumulando alrededor de 43%, las fuerzas menores rondarán el 20% y, el resto, casi 36%, irán a La Libertad Avanza, ya transformado en antikirchnerismo más que en novedad disruptiva. Si la diferencia es mayor, todos estarán terminados.
En el resto de las provincias grandes o medianas, La Libertad Avanza se impondrá en Ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza y peleará voto a voto Santa Fe y Córdoba. Eso le alcanzará para paliar la diferencia provincial, siempre y cuando la gente se acerque a votar en casi un 70%. Si no esto no se da, otra vez, crisis.