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Alejandro Poquet: "Hay una peligrosa devoción por el encierro, por las cárceles"

Alejandro Poquet pone en crisis al sistema judicial a través de un libro que es una "ficción con alta dosis de realidad". Garantismo, cárceles y política.
Alejandro Poquet presenta su nuevo libro y pone en tensión la forma de administrar justicia. Foto: Rodrigo DAngelo / MDZ
Alejandro Poquet presenta su nuevo libro y pone en tensión la forma de administrar justicia. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

Alejandro Poquet ha recorrido tribunales y bibliotecas casi por igual. Se anima a entrecruzar esos mundos que parecen distantes pero que, no solo para él, pueden retroalimentarse. “Nos falta arte” dice al final de una entrevista en la que ya cuestionó al Poder Judicial, a la “dictadura de los hechos” y esa devoción por “encerrar”, es decir al punitivismo y “denuncialismo” que se pregona.

El libro se llama “El caso de abuso sexual y la libertad sexual”. Explícito. Un hombre es acusado de abuso sexual y en todo el “expediente libro” de Poquet surgen pruebas y testimonios de su inocencia. El autor relata el caso desde esa postura. Pero la “presunción culposa” lo hace transitar un penoso camino en el que todos pierden y, desde allí, el autor se propone poner en crisis el sistema judicial que responde más a formularios, que a seres humanos.

En el libro hay provocaciones para pensar. Desde la sexualidad, hasta el sistema penal. Lo mismo hace Poquet al hablar de temas que hoy parecen políticamente incorrectos. Por eso cuestiona la construcción de cárceles, la búsqueda de más encierro y la epidérmica reacción ante los hechos. El libro, que es más un punto de partida, lo presentará junto a Aída Kemelmajer, Raúl Zaffaroni y Nilo Batista. 

-¿Por qué el libro?

-Confluyen dos fuerzas. La jurídica y la artística literaria. Cómo se puede demostrar que el arte, la literatura tiene algo que decirle al pensamiento jurídico, criminológico. Y qué mejor que un caso. Todas las charlas caen con un caso concreto. Ahí terminan los discursos, ahí se ven los pingos.

-Se podría haber elegido hacer un ensayo…pero se elige una ficción

-Sí. Pero con retazos de realidad. Quise hacer un verdadero caso. Es muy engorroso, no paga para el lector. Pero a la larga tiene sus beneficios. Se pone toda una indagatoria, un dictamen pericial, datos. Si no lo hacés así, no estás invitando a criticar a psiquiatras, psicólogos, a juristas. Lo ameno está en lo meticuloso muchas veces. Al hacer un caso tan meticuloso, se torna creíble.

-No voy a empapar al escritor con el profesional del derecho, pero obviamente esa obra está impregnada de tu experiencia o de la experiencia de la “cosa judicial”.

-Exactamente. Lo ambienté en Chaco por el ambiente particular; en su espíritu que condiciona. El protagonista siente que está siendo víctima de una cacería…

-Desde algún punto de vista es provocador, al poner un caso que pone en tensión varias cosas con la violencia de género, o alguna hiper sensibilidad

-Yo lo titulé como “El Caso” porque es un caso excepcional. Aclaro que la humanidad es machista, patrialcal, estamos tratando de deconstruirnos. Pero lo interesante, lo excepcional lo hace más atractivo intelectualmente, jurídicamente. En esa excepción es donde trastabillamos. La justicia no puede hacer eso; no puede obviar las garantías. Es lo que nos permite tener esta charla. No hay que meterse con las garantías. Hoy se habla mucho de batalla cultural, y yo no creo en eso. Creo en la cultura, en cultivar, de trabajar por la cultura. Los que hablan de batalla van a lo instintivo. La pena es instintiva, el insulto es instintivo.

-Se pone al sistema judicial como si funcionara de manera “fabril”, que actúa de manera estandarizada…y se complica con matices no previstos

-Eso se llama el argumento formulario; es una burocracia. Estandariza las respuestas, tiene muchos casos, cuando uno va a un caso concreto y pone la lupa, se ven todos los problemas. Ahí está el aporte que se puede hacer. De lo jurídico, viene lo político. Tiene un mensaje político. El tema de la sexualidad, cómo lo abordamos. Las garantías…quién puede disentir del principio de inocencia. Pero qué significa para cada uno…en los hechos no pasa. Si tenés enfrente a un monstruo, más tienen que funcionar las garantías. Más culto tenés que ser para responder. Más valor tiene que haber.  Una vez que se abre la puerta de la pérdida de garantías, no se puede cerrar. Y el día de mañana esa violencia que se desató, va a venir por todos.

-Hoy parece políticamente incorrecto, impopular defender las garantías. Desde lo político y lo comunicacional

-Si uno empieza a ver la realidad, hay como una suerte de paradoja, ironía, esquizofrenia. Se pretende hacer desaparecer libros como este que hablan de las garantías, que son contra el leviatán penal…No despertemos al mostruo. Se despotrica contra las garantías y lo que en realidad se pregona es lo instintivo. Lo que vengo trabajando es en contra de una ideología positivista. Lo que encarna Donald Trump, Bukele y otros nuevos líderes. Esto es: hagámosla corta, determinemos quién es el bueno y el malo y lo resolvemos; como si no importara. Y sí importa. Te dicen: sos garantista, ensobrado, progresista. La ideología positivista lo que busca es facilitar las cosas cuando los fenómenos son complejos.

Poquet presenta su nuevo libro, donde a partir de un caso cuestiona al sistema penal. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

-Llegar al resultado sin explicar el proceso.

-Haces añicos la complejidad. En el fondo del positivismo está la dictadura del hecho. “El hecho dice que el crimen tiene pena…que tiene que haber encierro”. Se terminó al discusión…

-¿Qué pasa con esa simplificación en la toma de decisiones?

-Todo influye, ese espíritu de época. Esos medios de comunicación, esa política imperante va haciendo que recortes una parte pequeña de la sociedad, que es el síntoma y lo exhibas como chivo expiatorio y creas que así está resuelto.

La foto del esqueleto de Lambroso. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

Poquet hace una pausa en la entrevista y trae una foto de un esqueleto. Se trata de Cesare Lombroso, un médico que decía tener resuelto un tema: las características físicas de los delincuentes. "No había ninguna diferencia entre Cesare Lombroso y el delincuente que él describía", dice Poquet. "El libro propone un debate, una discusión. Mi sueño, mi utopía es que se hagan grupos de trabajo, discusiones. Cómo trabaja el Cuerpo Médico Forense, los psicólogos, los jueces. Hay historias acá. No hay diálogo", agrega.

-En el libro se sugiere por todos lados que el acusado es inocente, pero no se ejecuta en consecuencia por las dudas.

-El sistema no lo imputa…pero siguen, abren la puerta por las dudas…total está en libertad. Pero la libertad es total o no es. Hay castigos formales e informales…Lo que veo acá. La otra vez terminé de ver el Eternauta…vas viendo las cosas que van pasando, creo que no tomamos conciencia que con el cliché de decir garantistas de porquería, descalifican. Empezamos a ver cómo esta nieve tóxica es…encerremos. Tengamos cárceles como El Salvador. Una fascinación por el encierro. No te podés fascinar por el encierro, es una locura. Es una inhabilidad política. Trump ahora va a abrir alcatraz…Acá la pequeñita cárcel para los merodeadores. No veo que hablen de derecho, libertad y garantías. Y cuando se habla de expresión, se dice periodista ensobrado. Hay que odiar más a los periodistas. No podés odiar la palabra. Mirá que han sido prolíficos con esto. Con la ley de bases querían volver al encierro. Los menores, adentro, que vayan a los 12 años y tenemos el kindergarden. Tenemos 8 millones de chicos por ahí dando vuelta. Los niños que matan son poquitos, no te da para tomar una política así. Encerramos a los locos, encerramos a los niños, encerramos a los merodeadores. Los sueños no se pueden perder y encerrar.

-Hay una tensión discursiva en la que la idea del punitivismo gana espacio. La inseguridad tuvo que ver con eso probablemente

-No tiene ninguna responsabilidad las garantías con la inseguridad. Hablan de Zaffaroni como garantista. No tiene sentido. La humanidad se está encerrando a pesar de Zaffaroni. La Argentina se emepzó a encerrar más desde que Néstor Kirchner se juntó con Bloomberg, aunque mucho antes también. Cada vez tenemos más presos, pero no se resuelve. La cantidad de presos ha crecido y se ha convertido en una habilidad política: no estoy produciendo hechos de significancia política, entonces voy a lo punitivo. Más cárceles, prisiones preventivas y demás. Tenemos más presos. Es un discurso de locos. Tenés más presos y decís que la culpa es del garantismo. Cuál es la cantidad de presos que tiene que tener Mendoza es la pregunta. Tenemos tres veces más presos que Japón. ¿Japón es garantista? No son los presos, dejen de mentir por favor.

-El Gobernador decía que había que meter presos a unas 4 mil personas que cometían delitos…

- La cantidad de presos, los datos desmienten esa idea. El Poder Judicial: falta gobernabilidad, no puedo hacer consensos, no voy a hacer acuerdos. Entonces voy al Poder Judicial a que condene. El Poder Judicial no está para resolver la inseguridad. Tiene que ver con la cultura y los valores. Aumento las penas (que pasa) y aumenta la tecnología. El fin de la privacidad. Decimos que no importa porque hay algo más importante porque tenés miedo. Pero sí es importante; porque si no podés hablar, hacer lo que quieras en tu casa o tu cama, la privacidad es lo que nos queda. Tenemos tecnología que dicen que se usa para pervenir, un Poder Judicial que lo metemos en guerra contra los delincuentes. Es un combo complicado. Quiero destacar esta paradoja de que se habla de cuestiones culturales, pero lo que se hace es instintivo, que es encerrar. Ninguna sociedad civilizada se dedica a encerrar a toda su gente. Las sociedades civilizadas piensan. El punitivismo o denuncialismo es para eso, para ir a lo instintivo.

Alejandro Poquet en los estudios de MDZ. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

-Un tema presente en todo el libro es ese. El impacto de la denuncia, más allá de si es verdad.

-Vos ya estás denunciado, ya sos título de un diario, ya podés ser parte de una posible operación. Pasa que ya hay tantas denuncias que empiezan a no interesar. Todo se nos mezcla, se prostituye hasta esta estrategia. Si queremos poner jueces por Decreto, meter gente que no tiene méritos en la Corte pero nos puede responder, estamos pulverizando al Poder Judicial. Entonces manejo al Poder Judicial, mando a denunciar a opositores y después no importa. El Poder Judicial debería juntarse, rescatar los valores, las razones de ser y oponernos a cualquier operación. Pero queremos ascender, queremos besar la mano del príncipe. Perdemos independencia. Una justicia sin eso, no existe.

-Pero también ser independientes de la opinión pública…pues no hay credibilidad

-La pregunta es: ¿qué hace el Poder Judicial, qué hace la academia? Cómo se desarticulan los símbolos: derechos humanos afuera; periodismo afuera. Presunciones a favor de las fuerzas de seguridad. Lo que están haciendo con la  inteligencia; ahora vuelve la Side…algo muy jodido. Cuando uno va sacando cada cosa, se da cuenta que está entre nosotros esa invasión que muestra el Eternauta. Estamos anestesiados, no sé si enseñamos pavadas, que estamos entrenados para no ver.

-¿Qué resultado esperás con el libro?

- Me gustaría que sea un disparador en los ambientes donde se decide. No se estila. Fiscales, jueces, abogados, profesionales, aportar las experiencias y visiones. Psicólogos, psiquiatras. Hay una especie . El saber jurídico es hegemónico y ahí sonamos, porque colonializa nuesras vidas Ha que meter un poquito de arte. El Eternauta es una ficción, pero habla de unidad, de lo colectivo. El Poder Judicial es un colectivo. Para conservar el poder del poder judicial.