El futuro del PRO
Hay muchas políticas que el PRO comparte, hay otras en las que tiene, con sentido constructivo, una mirada no necesariamente opuesta, pero se alinean. Jorge Enríquez, deja su opinión en MDZ
El presidente de la Nación, Javier Milei, dijo hace algún tiempo que el PRO terminaría por fusionarse con La Libertad Avanza (LLA). Es una afirmación que pareciera ser menos un pronóstico que un deseo. Desde luego, nadie puede adivinar el futuro y saber qué pasará en una realidad política tan dinámica, pero en las actuales circunstancias creo que esa fusión no pasa de ser una quimera. Sobre todo, porque sospecho que lo que en verdad quiere Milei es que su partido absorba al PRO.
Hay un mensaje persistente que le asigna el 56% obtenido por Javier Milei en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el efecto de un cheque en blanco librado por la sociedad. Quien no se pliega completamente a Milei, de acuerdo a este relato, es un kirchnerista, o por lo menos es funcional al kirchnerismo. Esto es un notorio error que debe ser puesto en evidencia.
En efecto, en los sistemas de doble vuelta los ciudadanos eligen en la primera a los candidatos de su mayor preferencia y en la segunda a los que menos les disgustan dentro de las opciones que quedan. Lo hemos visto con claridad hace poco en Francia. Hubo votantes de izquierda que se inclinaron en la segunda vuelta por candidatos centristas (del partido de Macron) y votantes centristas que lo hicieron por candidatos de izquierda. ¿Por qué razón? Para evitar el triunfo del partido de Le Pen. Del mismo modo, muchos ciudadanos argentinos votaron a Milei en la segunda vuelta no porque les cayera simpático ni porque coincidieran con su programa, sino tan solo para impedir el triunfo de Sergio Massa.
La participación de algunos dirigentes del PRO se da a título personal
Y la colaboración que el PRO pueda prestar en el ámbito parlamentario no significa su pérdida de personalidad ni mucho menos que sea absorbido por LLA. Tal decisión requería el aval de los órganos partidarios competentes. De lo contrario, la política se convierte en un torneo de personalismos. Respetar las reglas y los procedimientos de los partidos políticos es la primera forma de un dirigente de demostrar su compromiso con la institucionalidad.
El PRO no fue absorbido ni lo será. Debe mantener su individualidad y su perfil propio. Es un partido que ya lleva dos décadas de vida, en las que ha demostrado que posee ideas claras sobre el rumbo que debe seguir la Argentina y dirigentes capaces de encarnar esas ideas y llevarlas a la práctica. La necesidad de alcanzar equilibrios macroeconómicos, de combatir los déficits crónicos, de insertarnos en el mundo, de modernizar nuestras relaciones laborales, de disminuir la presión tributaria, de desregular y desburocratizar, de achicar el Estado, de favorecer la libertad económica, entre otros objetivos, no es algo que se haya postulado a partir del 10 de diciembre de 2023. Son las banderas que el PRO levantó desde su fundación, en tiempos en que muchas de ellas no eran populares, porque el populismo kirchnerista podía llevar adelante su relato gracias a una situación internacional excepcional por el valor de nuestras materias primas exportables.
El PRO debe mantener su individualidad y su perfil propio
Por eso mismo, el PRO ha apoyado y seguirá apoyando todas las iniciativas del gobierno nacional que se orienten a la consecución de esos objetivos. Lo ha hecho y lo seguirá haciendo sin consideraciones de ningún tipo sobre réditos políticos inmediatos, porque la situación del país obliga a levantar las miras y a privilegiar el bien común por sobre intereses legítimos de las luchas partidarias. Pero ese apoyo no puede significar una claudicación, hay, sobre todo, un estilo de gobierno que no se compadece con los ideales republicanos que son para nosotros tanto o más importantes que la lucha contra la inflación.
El personalismo, el desprecio por los que tienen miradas disimiles, el desdén por las formas institucionales, entre otras características que exhiben algunos miembros de la actual administración, no forman parte de nuestro programa ni de nuestras tradiciones. Mauricio Macri fue un acabado ejemplo de presidente republicano, que exponía sus convicciones con claridad y firmeza, pero que respetaba las de sus circunstanciales adversarios. Así obró también en el plano internacional, en el que siempre les dio prioridad a los intereses permanentes de la Argentina, más allá de su cercanía personal o ideológica con los jefes de Estado y de gobierno con los que debía tratar.
Otro aspecto central para el PRO es la calidad de la gestión. Las mejores ideas naufragan si no se pone el esfuerzo y la constancia en llevarlas adelante. La gestión no es un aspecto menor o secundario. Los gobernantes no son elegidos para dar clases teóricas, sino para modificar la realidad, para lo cual uno de los peores enemigos es el dogmatismo. Eso requiere, antes que nada, funcionarios idóneos y probados, que sepan enfrentar los infinitos obstáculos que se interpondrán en su camino. El PRO lo ha demostrado en su exitosa administración de la Ciudad de Buenos Aires, a la que transformó y modernizó de un modo asombroso. También lo hizo en muchos ámbitos cuando le cupo ejercer la presidencia de la Argentina.
Las mejores ideas naufragan si no se pone el esfuerzo y la constancia en llevarlas adelante
Fundar desde el llano un partido político y mantenerlo en el tiempo más allá de los avances y los tropiezos no es una tarea fácil. El PRO representó y sigue representando una genuina esperanza de cambio para gran parte de los argentinos. Un cambio profundo, pero asentado firmemente en los valores republicanos y en una defensa férrea de la institucionalidad. Desde ese perfil propio, el PRO tiene que mantener los puentes construidos junto a otras fuerzas políticas afines para reunir una masa crítica que les dé solidez y permanencia en el tiempo a los cambios que la sociedad necesita.
La reciente asunción de Mauricio Macri como presidente del PRO, del que es indudablemente su líder natural, permitirá que el partido se fortalezca. En el acto que protagonizó hace pocas horas exhibió una vez más sus credenciales de estadista. No vaciló en apoyar decididamente los aspectos positivos del gobierno de Javier Milei, pero preservó, al mismo tiempo, el perfil y la personalidad del PRO, que es el canal político de una Argentina liberal, republicana, integrada al mundo, que aliente la iniciativa individual. Todo ello tiene como condición esencial la confianza que solo dan las instituciones y en especial un Poder Judicial idóneo e independiente.
El populismo de derecha no es la solución al populismo de izquierda
No está de más recordar que, aunque se lo conoce por ese apócope, el PRO se llama en verdad Propuesta Republicana. Los valores y el estilo republicanos son un componente esencial de esta fuerza política.
* Dr. Jorge R. Enríquez, exdiputado nacional – Presidente de la Asociación Civil JUSTA CAUSA
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