Dos jefes de Gabinete, una intocable y múltiples internas de cara al lejano 2025

El gobierno de Javier Milei es una tómbola. Nadie sabe con qué número va a salir cada semana. O día. Lo que está claro es que en la última semana sufrió una fuerte reconfiguración con actores que se fortalecieron y otros que empiezan a entender que su futuro no es otra cosa más que algo incierto. Todo en un contexto donde el Gobierno perdió el monopolio para fijar la agenda mediática. El conflicto por la entrega de alimentos y el de la falta de gas son dos muestras claras.

La salida de Nicolás Posse ya parece parte de la historia. En cualquier gobierno significaría un terremoto de varios días que el jefe de Gabinete se vaya en apenas 6 meses de gestión pero para Milei parecería ser como despegar una cinta adhesiva. Un sacudón y aquí no ha pasado nada.

En su lugar, asumió este martes Guillermo Francos, quien en la primera semana ya se anotó el poroto de haber logrado sacar en el Senado dictamen de la ley Bases y el paquete fiscal. Habían pasado a un cuarto intermedio y todo parecía empantanarse de nuevo, hasta que apareció el flamante jefe de Gabinete y todo se encarriló. En las redes proliferaron los memes en el mundillo libertario: “Political problems? Better call Francos”, decía uno cual afiche de la serie de Netflix donde ante cualquier inconveniente era mejor llamar al abogado Saul Goodman.

Sin embargo, Francos va a tener que lidiar con una sombra durante su gestión al frente de la Jefatura de Gabinete. “No te confundas, Santiago es el jefe de Gabinete en los hechos, lo saben todos los ministros”, asevera, con cierta cizaña, un dirigente libertario que sigue de cerca lo que pasa en Casa Rosada. No es el único que piensa lo mismo; desde la oposición se hacen la misma pregunta. Destacan que Milei haya decidido resaltar la vocación por el diálogo político por sobre el perfil técnico que tenía Posse, sin embargo muestran escepticismo sobre hasta dónde va a llegar la influencia de Francos en la toma de decisiones del rumbo de gobierno.

Santiago es Caputo, jefe de asesores del Presidente pero, sobre todas las cosas, uno de los tres privilegiados que están en la mesa chica del poder. Los otros dos se apellidan Milei. El nuevo esquema de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia), donde se promete una profunda reestructuración de los organismo que ordena a los espías, lo está diseñando él. Empezó en Casa Rosada siendo el experto en comunicación que llevó a Milei a la Presidencia y poco a poco fue metiéndose en definiciones cruciales de la gestión.

“El poder de Caputo no es un problema para Guillermo”, desestiman desde el entorno de Francos. “No hay una competencia, ni un roce, ni un problema. Es normal que en un gobierno haya más de una persona con poder y no hay conflicto con eso”, agregan.

Además, critican como “fuera de foco” el planteo: “Es el tipo que más poder incorporó en las últimas semanas, no solo pasó a jefe de Gabinete sino que también retuvo Interior, con un hombre de extrema confianza (Lisandro Catalán), las acciones que más subieron son las de él, y ¿quieren venir a decir que tiene un problema cuando no lo tiene?”. 

La intocable del gabinete

Pero el cambio de jefe de Gabinete no fue el único cimbronazo en el Poder Ejecutivo. La otra figura en ascenso aparte de Francos es Sandra Pettovello. Puede parecer raro, porque quedó envuelta en la polémica por los alimentos no entregados y la salida con acusación de corrupción a Pablo de la Torre, hasta el viernes secretario de Niñez, Adolescencia y Familia. Sin embargo, volvió a estar claro que para Javier Milei es una de las (pocas) intocables.

Cada vez está más claro que las diferencias con De la Torre exceden a la cuestión de los alimentos e incluso también a las supuestas contrataciones como sobresueldos vía el OEI (Organización de Estados Iberoamericanos). El argumento del ya exfuncionario es contundente en remarcar que todo se hizo siempre con el visto bueno de Pettovello, al punto tal de que muchas veces las demoras en la gestión eran por ese chequeo de todas las cuestiones. Algo se rompió en ese vínculo y no hubo vuelta atrás. Manuel Adorni lo definió claramente: “No confiábamos más al 100%”.

En las filas libertarios generó mucho ruido la salida. De la Torre era uno de los exponentes del ala más conservadora del espacio, al punto tal de que gran parte de las designaciones en la secretaría fue de militantes del segmento autodenominado (y mal llamado) como ProVida. Algún diputado incluso llegó a retuitear uno de sus tuits, donde dice tener “la conciencia y las manos limpias” y acusa a “kirchneristas infiltrados en el Gobierno”.

Otros, en cambio, prefirieron dejar las críticas para el perfil bajo. “Hubo funcionarios de primera línea que nos llamaron para que salgamos a cruzarla”, confiesan cerca del echado Pablo de la Torre. Y agregan: “Nos decían: ‘Nos va a llevar puesto a todos’”. Entre los ministros ya saben que su par de Capital Humano está teniendo cada vez más poder.

Es que ya no importa si Pettovello tiene razón o no en la pelea con De la Torre, la clave hoy ya está en lo que simboliza para Milei y sus seguidores la figura de la ministra: es la lucha contra la corrupción, más precisamente contra lo que denominan “los gerentes de la pobreza”. Por eso Milei salió fuertemente a respaldarla en redes sociales. Primero con un mensaje en el que la definió como “la mejor ministra en el área social sin lugar a dudas desde el regreso de la democracia”, acompañado de un gráfico de la consultora Eseade que muestra que la AUH está, a valores constantes, por encima de lo que estaba a fines de 2019.

Esa es una de las estrategias principales de Milei y Pettovello en el área social. Aumentar las partidas de la AUH y la Tarjeta Alimentar, que son transferencias directas a las personas, e ir reduciendo el peso de los planes. En el mientras tanto seguirá polarizando con los movimientos sociales, a los que acusan de haber montado un aparato político al calor de los fondos, planes y alimentos que reparte el Estado.

“¿Quieren saber por qué la operan a la ministra Pettovello con tanta furia?”, se preguntó Milei en un mensaje en redes sociales. Y se respondió: “Está sacando a la luz lo peor de la corrupción política: robarle el alimento a los segmentos vulnerables del país. Están desesperados y dispuestos a lo que sea con tal de frenarla”. Lo acompañó con una imagen de la última encuesta de Jorge Giacobbe donde al preguntar sobre el principal problema del país la palabra más repetida es “corrupción”.

Esa misma encuesta muestra, para sorpresa de muchos, una nueva suba de imagen positiva de Milei. Pasó del 52% en abril al casi 58,7% en mayo. Es la tómbola de Milei. En la misma semana tuvo tres cambios de peso en el gabinete (también se fue el viceministro de Salud, Andrés Scarsi), debió reconocer que tenía acumulada leche en polvo próxima a vencer y denunció contrataciones fraudulentas en su propio gobierno. Al mismo tiempo, se quedó 24 horas sin gas por falta de previsión y porque se frenó el pago de un barco. En simultáneo, en Estados Unidos Milei consiguió fotos que ningún otro presidente argentino pudo con los principales referentes de empresas vinculadas a la tecnología y, sobre todo, a la inteligencia artificial. Como si fuera poco, las primeras consultoras que miden mes a mes la inflación están dando un registro inferior al 5% en mayo. Todo eso con encuestas en alza.

Internas por doquier

El ruido interno en La Libertad Avanza generó el primer quiebre. Joaquín De la Torre, exintendente de San Miguel y hermano de Pablo, dejará el bloque oficialista en el Senado bonaerense. Desatado el conflicto habló con Catalán, el secretario de Interior. Ya no había nada para hacer. Pettovello le había dejado de atender el teléfono a su hermano ya tres días antes del estallido.

En el PRO bonaerense ya se relamen en poder sumarlo a De la Torre al bloque del Senado y al diputado Juan Esper, sobre todo después de una semana de pérdida de 5 miembros en la Cámara baja y uno en la alta por el quiebre entre los sectores de Mauricio Macri y Patricia Bullrich.

El partido amarillo es un hervidero. Esta semana reunió de la asamblea del PRO bonaerense donde una de las cosas que resolvieron es pedir por escrito a la conducción de la Legislatura que los bullrichistas no puedan usar el nombre de “PRO Libertad”. Dan por descontado que prosperará por lo que deberán buscarse otro nombre.

Además, en ese cónclave fijaron el cronograma de elecciones. En unos 60 días deberán presentar listas para renovar la conducción local del partido. “No les vamos a dar ni un lugar a los bullrichistas. Si lo quieren que vuelvan al bloque”, anticipan desde el lugar de los orgánicos. La ruptura es un hecho, lo que no está claro es que va a pasar a nivel nacional.

Tanto en La Libertad Avanza como en el PRO aseguran que, al final del camino, Milei quiere acordar con el partido que preside Macri. “¿Qué va a hacer en las provincias? ¿Va a ir con candidatos propios a pelearse con todos los gobernadores?”, se pregunta un libertario. La experiencia 2023 fue clara en que la figura de Milei sin estar su nombre en la boleta no es suficiente para impulsar candidaturas de ignotos en la política. 

El problema es que la pelea con Bullrich obliga a Macri a tensionar en lugar de propender a acordar. Esta semana mandó a dirigentes a pegarle después de la ruptura del bloque bonaerense. Y en paralelo surgen voces que por lo bajo dicen que hoy no los conducen “ni Macri ni Bullrich”. Mientras tanto se quedan cerca del expresidente, porque sigue siendo el que tiene más peso en el partido, pero a la larga buscarán negociar también con LLA.

Están todos buscando fortalecerse de cara a un lejano 2025, al que cada uno va a intentar llegar lo mejor parado posible. Todo depende, como siempre, de cómo le vaya a la política económica de Milei. Esa que por momentos parece encaminarse en el buen camino en un sendero a la desinflación y el desarrollo y, en otros, parece caminar por un desfiladero que puede llevar al país a un derrumbe estrepitoso. Sentimientos contradictorios cada vez más habituales en la tómbola Milei.