Números para entender a Javier Milei, resquemores libertarios y leche rotulada en la Casa Rosada

“A nadie le sirve pelearse con Milei hoy”. La frase, surgida desde una gobernación, resume el estado de ánimo con el que gran parte de la dirigencia política, sindical y económica afronta cada uno de los intercambios con el presidente. Un Javier Milei que insiste en el estilo vehemente para cruzarse con dureza con dirigentes o periodistas, y, al mismo tiempo, lidera un gobierno que se enfrenta ante el desafío de conseguir la aprobación de dos leyes que son cruciales para su futuro inmediato.
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Esta semana en comisión y la próxima probablemente en el recinto, la Cámara de Diputados buscará aprobar la ley Bases renovada y el paquete fiscal. Allí la oposición dialoguista seguirá planteando algunos cambios hasta el final. De lo que surja de esa negociación dependerá si votan todo a favor o si en particular marcan alguna diferencia.
Las mayores dudas pueden estar en el Impuesto a las Ganancias para los trabajadores, en jubilaciones, privatizaciones, la reforma laboral y el impuesto mínimo al tabaco (estos dos últimos se buscan incorporar).
La disyuntiva que se les presenta a los opositores es que por un lado creen que gran parte del paquete es necesario y además entienden que desde diferentes sectores (sobre todo de afuera) están esperando una señal de gobernabilidad. Por el otro, tampoco aceptan que Milei quiera imponerse sin aceptar lo que consideran que son mejoras al proyecto, pero saben que la alternativa de votar en contra implica quedar de la vereda de enfrente en la mirada dicotómica que se visualiza hoy en la política. Y a nadie le sirve pelearse con Milei.
Ante ese contexto, se instaló una lógica entre gobernadores y legisladores: “Están todos hartos. Hay una idea de darle al gobierno la ley y que se ponga a gestionar de una vez por todas”, lo resumen desde el Congreso.
Si en Diputados pasa sin sobresaltos, empezará una carrera en el Senado, donde aspiran que esté aprobado a tiempo para llegar el 25 de mayo a la firma del Pacto de Mayo en Córdoba. Allí el número está más ajustado y todavía no se lograron conseguir votos clave, como el de los santacruceños que responden al gobernador Claudio Vidal. Por eso en Rosada apuntan a fortalecer con otros mandatarios, como Gerardo Zamora, de Santiago del Estero.
El horno en el Senado, además, no quedó para un diálogo fluido. El aumento desmedido y fuera de sintonía social que se votaron los propios senadores (sin el voto de libertarios, macristas y un par de radicales aunque sin que ninguno tampoco levantara la voz en el momento) volvió a activar el radar anti casta de Milei. Juntar votos en ese clima no será tarea sencilla para los comandantes libertarios.
En La Libertad Avanza aseguran que conseguir la sanción de las dos leyes sería un “gesto simbólico” importante. “Ganas en seguridad jurídica y en velocidad de la gestión”, resume un diputado del bloque. Aunque aclara que, como pasó en enero, no van a ceder la esencia de las iniciativas para conseguir la aprobación.
Números para entender y un rol clave
La actitud que tomen los líderes provinciales, en este marco, será clave. “La pelea con los gobernadores fue necesaria. En enero ellos se plantaron en una actitud de ‘vos me necesitás’ y desde ahí fueron negociando. Hoy está claro que cambió a un ‘nos necesitamos’”, analizan en un despacho libertario.
En las provincias crece también la lógica de impulsar que se apruebe y así pasar de página. No solo porque algunos puntos del paquete fiscal los favorecerá financieramente (aunque sea en el mediano plazo), sino porque necesitan que cambie el chip de la relación con el gobierno. La mayoría, por ejemplo, ya se muestra dispuesto a ir a firmar el Pacto de Mayo. No les representa un costo y, en cambio, pueden tener mucho para ganar.
La situación de crisis económica y social tampoco les sirve a los gobernadores. A pesar de que la gente pueda interpretar que la responsabilidad es nacional, ellos son la primera barrera de contención (junto a los intendentes). Y así lo reconocen: “Si esto no explotó socialmente es gracias a nosotros”. “Multiplicamos por tres la asistencia a los comedores y tuvimos que absorber un 30% más de gente en el sistema de salud por los que se cayeron de las prepagas”, enumeran en una provincia litoraleña.
Pero enfrentarlo a Milei en este momento no les conviene. Lo vivió en carne propia el cordobés Martín Llaryora, que vio caer su imagen después de quedar en la vereda opuesta del libertario. Las encuestas le siguen dando buenas noticias al presidente. Esta semana, Poliarquía difundió su último estudio entre sus clientes que indica que la aprobación de la gestión se mantiene en el 57% (apenas un punto debajo de marzo).
La comparación con los primeros cuatros meses de Cristina Kirchner (en sus dos períodos) y de Mauricio Macri es elocuente: ellos perdieron entre 10 y 18 puntos en el mismo período y sin haber avanzado con semejante ajuste económico. A Alberto Fernández no lo consideran porque la pandemia alteró todo.
Un punto del informe se viralizó en redes porque muestra un dato relevante de división social en los apoyos a Milei. Si se toma la ocupación, las diferencias son más fuertes que en género, edad o lugar de residencia. Entre los trabajadores del Estado o los desempleados, la aprobación no llega al 40%. En cambio, entre trabajadores del sector privado o los autónomos, se dispara arriba del 60% (ver cuadro).
No deja de ser llamativo que entre los estatales (38%) y los desempleados (39%) tenga el nivel de aceptación que todavía tiene. Es parte de los interrogantes que se hacen los analistas y todavía no tienen respuestas. En esa búsqueda de explicaciones, la consultora Casa Tres, que dirige Mora Jozami (cercana a Mauricio Macri y Marcos Peña), creó el Índice de Irascibilidad (IDI).
Se trata de un estudio con el que buscarán medir el nivel de susceptibilidad y cansancio que viene teniendo la sociedad. A medida que ese indicador empeora, puede ser una señal de que cualquier chispa puede detonar el hartazgo social. Los valores van de 1 a -1, siendo 1 el escenario de menor irascibilidad y -1, el de mayor.
El primer IDI dio en marzo un -0,06. “Casi a mitad de camino entre el valor máximo y el valor mínimo, reflejando un estado de crispación social cercano a la ‘neutralidad’, con una muy leve tendencia de rechazo hacia la gestión nacional”, analizó Jozami en la presentación en sociedad del índice en un artículo de la revista Seúl.
Y agregó que los números muestran una “dispersión significativa” entre los votantes de Milei y Sergio Massa. Los primeros arrojan un IDI de +0,42, mientras que los segundos caen a -0,65. El oficialismo lo ve claro: tiene que cuidar a sus votantes para mantenerse firme. Lectura que explica, por ejemplo, la avanzada de esta semana contra las empresas de medicina prepaga.
Resquemores libertarios
Milei y su equipo entienden que no pueden darse el lujo de perder la confianza de sus votantes. “Les dije la verdad, no están acostumbrados a que los políticos les digan la verdad”, lo resume el presidente. Pero cada vez está más claro que todo depende del lazo entre Milei y el votante, y eso es lo que explica, en parte, tanto sus ataques a periodistas como las internas entre libertarios.
Algunas figuras que lo rodean pueden crecer en participación, como Karina Milei, Manuel Adorni, Martín Menem o algunos ministros. Pero al que deben proteger es al presidente. Por eso en la cúpula libertaria no querían a Marcela Pagano al frente de la comisión de Juicio Político. Si las cosas se complican necesitas ahí a un puro, por el que no haya que pedir examen de ADN libertario. Por eso ahí querían a Bertie Benegas Lynch. Libertario puro.
En la relación con los medios ocurre algo similar: Milei apunta a todo aquel mensaje que pueda romper lazos de confianza con sus votantes. Y se suma un resquemor que manejan en La Libertad Avanza con el periodismo en general. Los históricos libertarios (que no tienen más de 3 o 4 años de antigüedad) consideran que los medios nunca los trataron en serio. Tanto a Milei, a quien lo invitaban porque daba rating pero no porque les parecían interesantes sus ideas, como al liberalismo en general. También más de uno, pintado de celeste, mete en esa bolsa a los medios y el debate por el aborto seguro, legal y gratuito. Explican que el mainstream de los medios les jugó en contra y no visibilizaban (o incluso ridiculizaban) a los que se oponían.
Es por eso que aman más las redes sociales, que son las que les dieron refugio, cobijo y les permitieron crecer. A los medios, en el fondo (aunque ya no tanto) lo toman como un actor más de esa casta de la que desdeñan. El manejo de la pauta oficial durante los últimos 20 años es el hilo conductor de esa crítica. En parte con razón, pero terminan todos en la misma bolsa. El Diario Perfil, de Jorge Fontevecchia, revelaba casos de corrupción incluso antes de la pelea del kirchnerismo con los grandes medios, y era discriminado en el reparto de esa pauta. Jorge Lanata, desenmascaró los casos más resonantes contra los K en su momento de mayor apogeo. Son solo algunos ejemplos.
Los libertarios recién ahora, cuando llegaron al poder, empezaron a destapar ollas de corrupción. Y la primera de todas, que fue la de los seguros, surgió por la mirada sagaz de un funcionario que fue echado por caprichos políticos, como Osvaldo Giordano que fue echado de Anses porque su mujer votó en contra de un artículo de la ley ómnibus.
El periodismo malintencionado y corrupto existe, como en todos los ámbitos de la vida. Pero eso no quiere decir que todos sean de la misma condición. Y también existe el error. La información oficial puede ser incompleta, o las fuentes consultadas venden pescado podrido.
Pero erra también el gobierno, y repetidas veces. Pasó con los sueldos de Milei y sus principales funcionarios, que firmaron un aumento y volvieron para atrás. O esta semana con los registros automotores, a los que habían habilitado subas de hasta 300% y al final lo anularon. Le pasó a Milei con Ganancias, que votó a favor de su eliminación en 2023 y ahora busca reflotarlo.
A la espera del crecimiento
Ese nivel de crispación es constitutivo de Milei y no va a bajar, por lo menos hasta que se supere la etapa más difícil de la crisis económica. Es que mientras la inflación se “desploma”, en palabras textuales de un economista que revela los precios todas las semanas, en La Libertad Avanza reconocen que la mecha se va acortando. No todavía en los términos de irascibilidad que analiza Jozami, pero sí en que el poder adquisitivo es cada vez más escaso. “Hasta ahora venimos ganando tiempo, pero es necesario crecer”, analiza un dirigente libertario.
“Antes la pregunta era si íbamos a una hiperinflación o cuando se iba el gobierno. Ahora logramos eliminar esa discusión y la pregunta es cuando se crece”, continúa, aunque sin arriesgar pronósticos en el calendario.
Esta semana, en el gobierno se gritó como un gol el dato de inflación mayorista de marzo, que dio apenas un 5,4%. Es una cifra que suele servir como anticipó de lo que se viene en los meses siguientes (los nostálgicos macristas recuerdan que en julio de 2019, antes del colapso que generó la derrota en las PASO, había dado 0,1%).
En las tres primeras semanas de abril, sobre todo en alimentos y bebidas, se ve un freno importante, que no será mayor en el IPC del Indec por el impacto de las tarifas de servicios públicos. El mes parecería ir rumbo a terminar, con esta dinámica, con una inflación de un solo dígito.
Para el gobierno esa es la clave para que los salarios empiecen a recuperar poder de compra. Difícilmente puedan volver a los niveles previos, pero por lo menos cada mes podrían estar mejor que el anterior.
Mientras tanto, el objetivo es seguir con los gestos y apelar a la motosierra cada vez que se pueda. Ya es comentario repetido entre los visitantes a la Casa Rosada, por ejemplo, lo que pasa con la leche, que no se compra más. “¿Vos tenés cortado o café solo?”, es una pregunta recurrente antes de arrancar una reunión.
Es que en cada oficina empezaron a llevar su propia leche para agregarle al café. En algunos apelan a los sobrecitos de leche en polvo, otros al cartón entero. Al punto tal que les ponen nombre para saber cual es de cada uno. “Hasta el jefe de Gabinete tiene una leche en la heladera que dice ‘Posse’”, dice uno que asegura haberla visto.