Patricia Bullrich y una baja que le quita equilibrio en la batalla del "todo o nada"
El encargado de articular con los gobernadores e intendentes de todo el país en el Ministerio de Seguridad renunció hoy pero la decisión la tomó el viernes pasado, cuando estalló Chubut.
- ¿Cuándo renunciás?
- No sé, quizás lo haga hoy mismo.
Así fue el inicio de la charla formal, luego de los saludos de rigor, que ayer mantuvo este periodista con Sebastián García De Luca, un joven dirigente político nacido en las entrañas del peronismo de Chivilcoy, hizo toda la escalera de la política. Concejal en su pueblo, diputado provincial, viceministro del Interior en el Gobierno de Cambiemos con Rogelio Frigerio y luego diputado nacional hasta el año pasado.
Estaba clarísimo que no podía estar cómodo en un lugar donde nadie conduce y las decisiones están siempre a tiro de ser desautorizadas por un trio que incide en el presidente Javier Milei, que ya de por sí se cree representante de las fuerzas del cielo.
Con Patricia Bullrich lo vinculaba una relación de confianza y sincera admiración producto del trabajo en común que tuvieron el año pasado, donde la fineza analítica de De Luca compensaba la vehemencia de la entonces precandidata presidencial. Pero lo que vivió durante los últimos dos meses como responsable de la articulación federal del Ministerio de Seguridad lo sobrepasó.
De Luca había sido el encargado de sentar, la semana pasada, a la ministra con Ignacio Torres y Rogelio Frigerio para encarrilar la relación entre el gobernador de Chubut con el presidente de la Nación y el ministro de Economía, con quien todos en el PRO tienen extrema confianza personal. La reunión fue buena, sin condicionamientos, pero con una promesa de mediación que, al igual que la que realizó Mauricio Macri, fracasó.

La diferencia entre la ministra y el ex presidente es que ella apenas vio la decisión del presidente Milei y los ataques al gobernador Torres se sumó con pedidos expresos de terminar con las extorsiones, en la misma línea del gobierno nacional. Es entendible, es funcionaria del Estado Nacional, pero todos reconocen que podría haberlo hecho de otras maneras, sin romper con el gobernador por el cual hizo campaña el año pasado.
¿Qué rol podía desempeñar en ese lugar De Luca?... Ninguno. Y, honrosamente, prefirió irse antes de ser parte de la “casta” que vive del Estado, y que hoy representan a la mayoría de los funcionarios designados en todos los ministerios, incómodos por la imposibilidad de ejecutar y, sin plata, por lo menos hacer política, que es dialogar para llegar a entendimientos.
No pueden dar plazos. Lo acordado siempre está supeditado a una decisión superior basada en la observación comunicacional de Santiago Caputo, quien junto con Karina Milei y Nicolás Posse garantizan la pureza étnica del relato. Desde esas usinas del poder luego salen operaciones, denuncias y muestran amigos que en el pasado tuvieron cada uno de los nuevos enemigos.
Como si nadie debería haber tenido amigos, familias o personas de confianza que en un momento determinado transitaron por otros partidos o pensamientos político. Lo hace justo un gobierno que llegó apoyado y financiado por Sergio Massa, Axel Kicillof, intendentes y gobernadores que le fiscalizaron en las PASO y lo ayudaron bastante en la primera vuelta. Que después trazó un acuerdo político con Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Juan Schiaretti para conseguir el 55% de los votos en el ballotage y que aún mantiene resortes vitales en AYSA, AFIP, Aduanas, Anses y PAMI en manos de los antiguos moradores de esas áreas, alineados con Massa y Máximo Kirchner.
“No hay lugar para tibios”, dicen quienes aplauden que se haya sido un verdadero conocedor de las realidades de todas las provincia. Mientras tanto, prefieren la incorporación de Daniel Scioli como secretario de Turismo. Claramente, es un Gobierno donde la lógica no aplica y sí la demonización de quienes no se sumergen a la categoría rayana a la genuflexión.
Mauricio Macri se estará preguntando, por estas horas, si conviene o no reunirse con Milei, con quien hablaba seguido hasta esta semana. Desde que se fue a Estados Unidos, dicen, no han mantenido ningún contacto. El ex presidente, como buena parte de la población, cree que el rumbo elegido es el correcto pero cada vez son más notorias las diferencias que tienen sobre los caminos elegidos para llegar al punto en el que ambos coinciden.

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