Opinión

Javier Milei y su fórmula negativa: ¿un hombre con suerte?

La forma negativa de gobernar no necesariamente resulta más fácil que la forma positiva. Y es por ello que, en definitiva, las próximas elecciones de mitad del mandato resultan tan relevantes. 

Dante Avaro sábado, 7 de diciembre de 2024 · 10:45 hs
Javier Milei y su fórmula negativa: ¿un hombre con suerte?
Presidente Javier Milei. Foto: NA

Hace algunos días, el periodista Rolando Graña entrevistó al escritor Jorge Asís, que luego de discurrir largo rato sobre la astucia de Javier Milei, profirió una sentencia estremecedora: al parecer, relata refiero, no hay nadie que quiera enfrentarlo. De este modo, antes de que la charla comenzara a discurrir sobre hechos concomitantes, entre el entrevistado y el entrevistador quedó un argumento compartido, pero tácito: Milei tiene suerte

Es por todos sabido que tanto a poetas como a literatos se les permiten ciertas licencias; en este caso, por ejemplo, que el término suerte signifique inequívocamente “buena suerte”. Sin embargo, para los estadísticos, los filósofos y para todas aquellas personas que tienen que lidiar con hechos (también con intenciones) la suerte es, implacablemente, suerte a secas (chance). Así, conviene preguntarse: ¿en qué sentido Milei tiene suerte? En el contexto del citado diálogo televisivo, sería: ¿cómo es que Milei puede hacer tanto con tan poco? Aunque ya he abordado esta pregunta en otras oportunidades, va aquí una respuesta nueva y, en cierta medida, complementaria. 

Presidente Javier Milei. Foto: Agustina Castro - MDZ.

Le ruego paciencia a la persona lectora, puesto que comenzaré con un ejemplo

Frente a un suceso o hecho que produce malestar en la ciudadanía (p. ej. el déficit de Aerolíneas Argentinas), el gobierno puede conducirse de tres formas (por simplicidad, dejemos de lado las combinaciones).

  • La desidia, es decir, simular que hace algo cuando en realidad deja que continúen operando las causas que provocan el malestar (en este caso, el déficit).
  • Gobernar positivamente; siguiendo con el ejemplo de Aerolíneas, podría ser transformada en una empresa de carga y logística rentable, para con ello subsidiar algunas rutas de transporte de pasajeros, de tal forma que —en general— prime la rentabilidad.
  • Gobernar negativamente, deshacerse del problema; continuando con el ejemplo, sería privatizarla o cerrarla (es decir, sin preocuparse de tirar al niño con el agua de la bañadera).

Lo que busco resaltar es que hay una forma de gobernar que podríamos calificar como de gobierno negativo. No le adjudico a este término una connotación normativa, sino descriptiva. Gobernar, en este caso, consiste, grosso modo, en deshacerse de las fuentes de problemas. En términos históricos, resulta necesario precisar que este asunto puede coincidir o no con la metáfora de “achicar el Estado”. 

Javier Milei tiene suerte.

Frente a la diversidad de los problemas públicos, el actual gobierno adopta una forma negativa

No ha presentado una política social o de desempleo; tiene, en cambio, una política para vigilar los fidecomisos y fondos fiduciarios. No ha bosquejado una política de educación, tampoco de ciencia y tecnología, sino que propone una política de auditorías. La persona lectora podrá continuar revisando por su cuenta la larga lista de problemas públicos y constatar que todo remite a una forma negativa que se presenta como la única positiva: la reducción del gasto público. Incluso el DNU 70/23 y las leyes que envió al Parlamento abrevan en esa forma negativa. La política madre, la búsqueda del superávit fiscal, enunciada hasta el cansancio por el presidente, es también —a pesar de las apariencias— una política negativa. 

El actual gobierno ha llevado su fórmula negativa de gobernar hacia una temporalidad positiva

Así parece percibirlo la opinión pública, lo que supone una mayoritaria evaluación ciudadana legitimadora. Algunos ven éxito, otros tantos un éxito relativo y otro contingente de ciudadanos se hace eco del asunto que el gobierno con poco hace mucho. Al decir de Rolando Graña y Jorge Asís, en el citado programa televisivo, si el actual momento político se asimilara a una partida de truco, el Presidente los corre a todos con un cuatro de copas en la mano. Pero hay ahí un éxito de la forma negativa de gobierno, que el Ejecutivo intenta capitalizar como una retribución a sus capacidades: el gobierno, sabiendo que cuenta con poco, suplanta la astucia con publicidad y propaganda. Un botón hace un muestrario.

El gobierno deslizó ante la opinión pública —y las burbujas mediáticas la viralizaron— la idea de que, con el próximo Departamento de Eficiencia Gubernamental (a cargo potencialmente de Elon Musk y Vivek Ramaswamy), Trump copiará al Ministerio de Desregulación de Federico Sturzenegger. Este suceso mediático demuestra que la propaganda no solo suplanta la astucia, también le sale gratis al gobierno. Todos parecen olvidarse que, en 2017, Trump había anunciado con bombos y platillos su estrategia de desregulación mediante el eslogan 2x1: por cada nueva normativa, tendrían que darse de baja dos. Por aquellos años, Trump copiaba a Ronald Reagan, Sturzenegger emuló a ambos y el gobierno capitaliza réditos bajo el paraguas de la novedad.     

Javier Milei y Elon Musk. Foto: Preseidencia.

Desarmar, “desregular” o “deshacer” no es más fácil que “construir”, “armar” o “hacer en conjunto”, pero sí requiere menos recursos. Se puede prescindir de cierta burocracia y, evidentemente, se puede llevar a cabo con una menor musculatura política. Además, en el corto plazo, los errores resaltan menos. 

De modo que, eso que parece éxito o suerte, puede deberse menos a la naturaleza de lo que hace el gobierno que a su alcance. No es que no quieran enfrentar a aquel que los corre tan solo con un cuatro de copas, por lo que se equivocan los tertulianos televisivos; no hay, por el momento, artefactos para enfrentar con éxito esta forma negativa de gobierno. Por ahora, estos dos asuntos conviven. Sin embargo, está en la naturaleza de la política que comiencen a diferenciarse. Si el éxito continúa, será él quien imponga la necesidad de las formas positivas. 

Dante Avaro.

* Dante Avaro. Investigador del Conicet. Doctor en filosofía. Licenciado en economía.

 

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