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Ganadores, perdedores y curiosidades de la expulsión del senador Kueider

El Senado expulsó con celeridad al senador Kueider. El kirchnerismo es el gran ganador, el oficialismo demostró su fragilidad y el Pro el oportunismo. La jueza que fue clave y la hipocresía detrás.

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MDZ Política viernes, 13 de diciembre de 2024 · 07:54 hs
Ganadores, perdedores y curiosidades de la expulsión del senador Kueider
Kueider fue expulsado. Foto: X (@edgardokueider)

La expulsión del senador Edgardo Kueider dejó al descubierto varias aristas de la política y hasta la institucionalidad argentina. El hombre fue pescado infraganti, fue expulsado en tiempo récord y en el mismo acto quedaron en evidencia las debilidades de algunos, el poder de otros y el oportunismo de muchos.

El kirchnerismo es uno de los grandes ganadores de todo el proceso. Con habilidad política, se puso al frente de las acusaciones, obviando la larga lista de antecedentes de hechos sospechosos que tuvieron y tienen muchos de esos dirigentes. Los 200 mil dólares parecen una cifra exigua al lado de, por ejemplo, los más de 9 millones de dólares que revoleó José López (otro de los captados infraganti). Ese sector político logró impulsar, ponderar y presionar al resto del Senado y lograr una enorme influencia en otros poderes. La cosecha será fructífera. Kueider, que llegó de la mano del Frente de Todos, deja la banca y el kirchnerismo recuperará ese lugar.

Senadores kirchneristas encabezaron la estrategia para echar a Kueider. 

La jueza Sandra Arroyo Salgado fue determinante. Su decisión de pedir el desafuero y encarcelamiento de Kueider tuvo un efecto político enorme, pues fue el catalizador de las acciones dentro del Senado y también alivió tensiones. Con el pedido judicial, los legisladores que estaban incómodos encontraron el ancla argumental y la justificación ideal. Arroyo Salgado, de alta influencia en Tribunales y la política, lo investigaba por un delito aparentemente distinto, pero que podría tener conexión.

La Libertad Avanza, o el oficialismo completo, dejó al descubierto sus debilidades políticas. Hasta ahora había maniobrado con pericia en el Senado, con el apoyo del Pro y parte del radicalismo. Pero cuando la casa ardió, la fragilidad quedó al descubierto. El intento de “suspender” al senador acusado pareció una acción tibia y el oficialismo quedó al borde del papelón, pues el propio presidente había dicho que tenían que “echarlo”. Kueider era uno de los senadores que se acercó al calor del nuevo poder. Igual de mal quedó el oficialismo por la torpeza de haber dejado que la vicepresidenta esté a cargo de la sesión al tiempo que se hacía cargo de la presidencia por el viaje de Javier Milei. 

La vicepresidenta quedó mal parada porque está en duda si podía presidir la sesión. 

El Pro se metió en el mar de dudas al que lo arrastró el oficialismo. Como aliado casi incondicional, estuvo cerca del mismo tropiezo que el oficialismo. La acción de la jueza Arroyo Salgado les aclaró el panorama. Pero las dudas quedaron oficializadas con el comunicado posterior en el que el Pro cuestiona al Pro, pues ese texto apunta contra la decisión de expulsarlo, como votaron los senadores de ese partido. La UCR, dividida, iba por el mismo camino. Pero su definición fue más rápida e inclinó la balanza hacia la expulsión antes de que se iniciara la sesión.

La institucionalidad funcionó, pero de manera particular. Hubo más sentido de oportunidad que acción republicana. La velocidad de reacción en el caso Kueider parece tener detrás más intereses, si se compara con la realidad de otros dirigentes políticos que arrastran también cuentas pendientes. Igual, el deterioro de la calidad de los legisladores va en aumento. El Congreso tiene aún el antecedente fresco de la suspensión del diputado Juan Ameri por sesionar de manera virtual mientras tenía relaciones sexuales. Más explícito, imposible.

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