Manual de doctrina libertaria: Javier Milei juega a todo o nada en múltiples frentes
El presidente está envalentonado con el triunfo de Trump. En Rosada ven bien encaminada la situación con Intercargo y Aerolíneas Argentinas. Negociaciones y dudas con la sesión del martes.
Javier Milei sigue acumulando buenas noticias. El triunfo de Donald Trump era considerado “importantísimo” por altas fuentes de la Casa Rosada en las horas previas a la elección. Ya no solo por una cuestión económica por el apoyo que podría llegar vía FMI, sino por una lógica geopolítica. Aunque en el mundo libertario lo consideren un faro que está iluminando el mundo, el Presidente necesita un aliado para las batallas en las que está peleando en relativa soledad, como la de su rechazo a la Agenda 2030.
“Entiende la batalla cultural”, dice Milei sobre el presidente electo de los Estados Unidos. Entre el jueves y el sábado próximo será el reencuentro esperado. Un logro del libertario, ser el primer presidente del mundo en reunirse con un Trump ya electo. Y no estará solo con él: en el encuentro de la CPAC (Conferencia Politica de Acción Conservadora) también estarán el vice JD Vance y quien cuenta con chances de ser el secretario de Estado de Trump, Ric Grenell.
El sitio de la CPAC colocó desde el viernes a Javier Milei como uno de los speakers principales del evento en Mar-a-Lago.
“Estamos haciendo un mundo más libre”, argumentó Milei en su discurso ante la Cámara Argentina de Comercio y Servicios el jueves. Contó que Elon Musk será el Sturzenegger de Trump y adelantó que ya hubo conversaciones entre ellos.
El triunfo de Trump empoderó a los ideólogos de Milei, que desde la doctrina libertaria o conservadora consideran que hay una corriente de derecha en el mundo que vino a combatir contra las izquierdas con una nueva receta. “A la izquierda se la combate por derecha, no se la puede combatir por el centro”, resume Agustín Laje, politólogo y flamante titular de la Fundación Faro, usina para la difusión de ideas libertarias.
El domingo por la noche, cuando empezaban a aparecer los primeros resultados, Nahuel Sotelo, uno de los leales de Milei en la Cancillería ya se ataba los dedos para poder festejar: “Ustedes no saben lo que me estoy aguantando de opinar sobre las elecciones de Estados Unidos, solo por ser funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores”.
Horas después se desató los dedos luego de que se confirmara la reunión que Milei tendrá esta semana con Trump en Palm Beach. “Y que lloren los operadores. Argentina en el mundo, Argentina como faro del mundo!”, aseveró.
A todo o nada
El contexto de triunfo de Trump, sumado a los buenos resultados economicos que siguieron esta semana (aumento intermensual de la construcción y la industria, por ejemplo), envalentonó a un gobierno al que nunca le falto confianza.
“Se vienen grandes momentos. Fin.”, tuiteó el vocero presidencial, Manuel Adorni, sin dar más precisiones. El tema Aerolíneas Argentinas e Intercargo tiene entusiasmado al oficialismo. Ven que es una pelea en la que tienen mucho para ganar, sobre todo después de los acontecimientos de esta semana.
Por más que las imágenes que se veían eran escandalosas y ameritaban una reacción fuerte del Gobierno (y hasta exagerada para algunos por tildar de secuestradores y torturadores a los sindicalistas), en Casa Rosada no faltaban quienes celebraban la movida de los gremios. ¿Por qué? Porque consideran que cometieron un grave error en medio de una situación en la que los sindicatos vienen perdiendo la batalla comunicacional. La medida, que dejó secuestrados en los aviones durante tres horas a los pasajeros, solo le sirvió para terminar imponiendo la idea de Milei de que Intercargo ya no tiene razón de ser.
En el caso de la empresa que presta los servicios de rampa, definir si cierre es algo relativamente sencillo y fácil para el Gobierno. Solo con abrir el mercado como lo hizo con una resolución esta semana significa que Intercargo pierde los privilegios. “Es una empresa inviable en situaciones de normalidad. Solo en un mercado regulado puede sobrevivir”, explican en Rosada.
Lucas Llach, funcionario en Desregulación, no dudó en compararlo a Milei con Ronald Reagan. “Reagan se hizo Reagan en la huelga de los controladores aéreos. Usó temporariamente militares, controladores retirados y otros trabajadores recién formados para reemplazarlos. Los huelguistas no volvieron a laburar”, tuiteó. Y resumió: “Cerrar Intercargo y reemplazar tareas hasta que venga otra empresa. No puede ser tan difícil mover una escalerita”.
En el caso de Aerolíneas Argentinas, la situación es más compleja y no es tan fácil para el Gobierno decretar el cierre de la empresa. Por más que ahora el mensaje que bajan es claro en “privatización o cierre” esa decisión tiene que ser un poco más elaborada. “Aerolíneas tiene el 75% del mercado. Si la cerrás desconectás a gran parte del país”, continúa el análisis. Pero advierten: “Igual los sindicalistas tampoco pueden joder mucho, no vaya a ser que Milei se despierte una mañana y decide cerrarla. Saben que es capaz”.
Es que Milei está decidido a ir a fondo en todo. Cuando no le queda otra aplica el pragmatismo, algo que viene demostrando en estos 11 meses de gestión. Pero en el tema aeronáutico son varias las voces que le soplan al oído que no puede recular. Quedarse a mitad de camino, dice esa doctrina, es perder. Tarde o temprano vendrá otro Gobierno y no quieren dejar ningún resquicio abierto para la vuelta al poder del sindicalismo aeronáutico.
El plan ideal del Gobierno es lograr una normalización de la empresa; que deje de perder plata y que así sea más fácil de privatizar y vender. Pero si encuentra resistencias en el sindicalismo, nadie descarta que un día se cumpla eso de que Milei se canse y decida cerrarla. El paso previo, indispensablemente, debería ser lograr suficiente desregulación en el mercado para que ingresen nuevas empresas para conectar el país.
A todo o nada II
El otro pleno que buscará el gobierno será en el Congreso el próximo martes. La oposición, entre kirchnerista y exdialoguista, intentará darle media sanción al proyecto de ley que busca modificar la forma de aprobar los decretos de necesidad de urgencia y también derogar un DNU vinculado a las posibilidades que tiene el ministro de Economía para reestructurar deudas.
La movida tiene un motivo de fondo y otro político. Desde que se sancionó esa ley, por impulso de Cristina Kirchner, amplios sectores de la política y de la academia criticaron que no puede ser que una ley sea más difícil de aprobar que un decreto de necesidad de urgencia. Así como un proyecto tiene que atravesar las dos cámaras para ser ley, un DNU requiere la aprobación de una sola de las cámaras.
Hay diferentes cambios que se podrían hacer para morigerar y moderar el poder presidencial con los DNU. Que se necesite la aprobación expresa de las dos cámaras o poner plazos para que un DNU tenga vigencia. No es lo mismo el silencio del Congreso que una definición expresa.
En el fondo de la cuestión también existen académicos que defienden la propuesta que había impulsado en su momento Cristina, planteando que es un atributo especial que tiene el Poder Ejecutivo, sobre todo para momentos de cierre del Congreso o para momentos de gobierno dividido, es decir, un presidente que no tenga mayoría parlamentaria. Así como el Congreso puede sacar leyes y existe el atributo del veto presidencial, que para frenarlos se necesita una mayoría calificada de dos tercios, también los DNU, argumentan, es un atributo especial que tiene el Presidente. Y que en este debate, que una sola de las cámaras lo apruebe es también una especie de mayoría especial que tiene el mandatario para cuando no tiene mayoría parlamentaria. Controvertido.
Pero la cuestión de fondo, en este caso, queda en un segundo plano. La discusión es pura y eminentemente política. Hoy, en plena vigencia de esta ley, el Congreso rechazó un DNU, el que le aumentaba los fondos reservados a la SIDE. Además, el Senado rechazó el mega de DNU 70/2023 pero la Cámara de Diputados nunca avanzó. La misma mayoría que hoy buscan conformar para cambiar el esquema de aprobación de los DNU podría tranquilamente juntarse para voltear el mega DNU. ¿Por qué no lo hacen? Porque saben que ahí adentro hay cuestiones con las que están de acuerdo o que saben que no las pueden tocar por una cuestión electoral, como por ejemplo la ley de Alquileres.
El propio Milei en su posicionamiento público les dió una clave de cómo se podría cambiar el esquema sin llegar al al choque político. Dijo que no se cambian las reglas del juego cuando ya empezó el partido. Lo ratificó ayer también José Luis Espert en Radio Continental: “Todos los gobiernos anteriores tuvieron esta herramienta y la usaron sin problemas, que el kirchnerismo quiera cambiarlo ahora no es creíble”. ¿Cambiar la ley pero que sea de aplicación desde el próximo período presidencial es viable? En la oposición no quieren saber nada, en una señal más de que el objetivo es frenar los DNU de Milei y no cambiar la cuestión de fondo.
En este punto también se aplica una de las máximas de la doctrina libertaria: se gobierna con las mismas herramientas que utiliza el enemigo. Para los pensadores de Milei no se puede combatir al kirchnerismo, socialismo, comunismo o como quieran llamarlo con “buenismo”, cumpliendo a rajatabla con los ideales republicanos. El cambio es a fondo con todos los recursos disponibles. Controvertido.
En la oposición se muestran confiados de conseguir los votos. Hablan incluso un número arriba de 140 voluntades en la Cámara de Diputados (necesitan 129). Sin embargo, desde el oficialismo consideran que todavía el número no está cerrado. Apuntan sobre todo a las negociaciones con gobernadores, pero también con algunos bloques con los que vienen dialogando por el Presupuesto 2025. En este caso el planteo a todo o nada es bien claro: si se vota la ley de DNU no hay Presupuesto 2025.
A la oposición la pone en un brete porque el propio Milei ya dejó en claro que no tiene drama en volver a prorrogar el Presupuesto 2023. En Casa Rosada aseguran que el objetivo de máxima es contar con presupuesto aprobado, saben que es una señal política fuerte para los mercados. Y también resaltan que por el diseño del Presupuesto, cuyo primer punto establece la obligación del déficit cero, es un un legado que quiere implementar Javier Milei. “El objetivo político es que haya Presupuesto”, dijo Espert. “Queremos que se apruebe, pero nadie se va a agarrar de los pelos si no lo tenemos”, aclaran en el Ejecutivo.
Los gobernadores no quieren perder otra vez ante la discrecionalidad del Poder Ejecutivo si se vuelve a prorrogar el de 2023. Desde la oposición, incluso los más duros con Milei creen que es necesario que se apruebe el texto. Los que convocan a la sesión son los kirchneristas, los radicales duros (“malos”, “kircheristas”, “massistas”, les dicen los radicales “peluca”) y el plural bloque de Miguel Pichetto. Si están todos deberían tener el número. Hay dudas.
El martes se terminará de develar el misterio, aunque lo que está claro es que Milei, si esa ley prospera, la va a vetar y como dice un diputado oficialista será con mucho menos costo político que el tema jubilados o universitario. Un Milei que está de racha, con espíritu triunfalista, con una economía real que empieza a dar buenos resultados, se le facilita el discurso de que tiene opositores que solo quieren poner palos en la rueda.
El manual de doctrina libertaria, entonces, deja en claro tres cosas esta semana: la discusión no puede ser hacia el centro, los conflictos se solucionan y no se dejan a mitad de camino, y las herramientas a utilizar son todas las que utilizó también el enemigo. Es un Milei de pura cepa, jugando a todo o nada en múltiples frentes.