Salieris de San Martín

Educación: un debate al que le sobran hormonas y le faltan neuronas

La política argentina se debate de manera violenta, epidérmica y por redes sociales. La educación cayó en el mismo pozo. El riesgo del desfinanciamiento y los resultados de años de abandono.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 13 de octubre de 2024 · 09:22 hs
Educación: un debate al que le sobran hormonas y le faltan neuronas

Las redes sociales, particularmente X (ex Twitter) son una especie de muro infinito para plasmar consignas, grafitis, frases de impacto y pensamiento espasmódico: te lo digo en la cara, sin filtros y escondido en un seudónimo que, como explica la semiótica, no es “mi yo real”, sino el autor. El problema, sobre todo en Argentina, es cuando esos grafitis se transforman en un modo de vida y, peor aún, en una forma de construir discurso, gobernar y decidir. Frases simplificadas que no permiten debates. Axiomas. La política argentina se transformó en una discusión a la que le sobran hormonas y le faltan neuronas.

El problema mayor es que ese mecanismo llegó al principal capital que puede tener un país para construir un futuro. Sí, la educación. El veto a la ley de financiamiento universitario es un hito más en la corta carrera del presidente Javier Milei en la que ya plasmó cuál es su camino. Y lo hace de manera brutal: anulación de la participación nacional en el presupuesto y la responsabilidad de educar y la agresión verbal como herramienta para convencer.

En esa verborragia dicotómica, hay planteos erróneos. Se discute la gratuidad y la universalidad en contraposición de la calidad; como si una no pudiera estar de la mano de la otra. Autonomía y autarquía con la supuesta discrecionalidad. Del otro lado también hay maniqueísmo. Se usa la misma autonomía para confundirla con impunidad, como si los gastos o el mundo universitario no debieran rendirle cuentas a la comunidad. Y no se trata solo de cómo se gasta: la sociedad necesita mucho más intervención de la universidad, su conocimiento y aportes.

Milei dijo que la educación pública no está en discusión. Pero cuestionó duramente a los rectores. 

El presupuesto universitario es el único que depende netamente del Gobierno nacional. Allí radica parte de la razón del foco de Milei en ese sector, pues ajusta los recursos desde el Presupuesto nacional. Pero no la única razón. En el fondo también hay un problema más simple y tradicional de la política que el presidente sufre y no disimula. Milei cuestiona duramente todo lo que no puede controlar: el Congreso, las provincias, las universidades. Todos actores políticos relevantes, con estructuras democráticas y de participación plural. Todas estructuras donde el oficialismo está casi ausente por ser un sector político que aún no ingresa en la pubertad, pero sí ejerce el poder. ¿Milei trataría de manera tan violentamente despectiva a los rectores y gobernadores si le respondieran políticamente? Difícil de saberlo, pero se puede especular tomando como base el sensible cambio de percepción sobre algunos actores a los que logró convencer.

La universidad tiene un gobierno interclaustro (docentes, graduados, estudiantes y no docentes) y complejo, donde los docentes mandan. Cada una tiene un consejo superior y un rector. A su vez, cada facultad tiene un consejo directivo (también cuatripartito) y un decano. Cada unidad tiene una autonomía relativa porque no genera sus propios recursos. También tiene libertad para construir la visión de cada carrera: hay casas de estudios que no renuevan sus planes de estudio desde hace décadas. El control interno existe, aunque hay una vida endogámica que atenta contra la necesaria mirada externa. La UNCuyo, por ejemplo, tuvo su última auditoría de la AGN en 2014, aunque más por carencias externas. Esa casa de estudios es un espacio político tentador. Más de 50 mil personas, más presupuesto que los municipios y un prestigio enorme. Es un “municipio sin territorio”, aunque con mucho menos margen de maniobra para quien conduce. Nuevamente, las universidades tienen cogobierno y una trabazón de obligaciones que achican la discrecionalidad. Igual, la burocracia interna alcanza para cubrir algunas necesidades políticas. La UBA es el ejemplo extremo en ese sentido y en el lodo político que genera esa universidad caen injustamente todas las universidades públicas. Más aún con algunas casas de estudio construidas alrededor de proyectos políticos antes que de necesidades educativas.

Bautismo

En el bautismo del centro cultural que funciona en el edificio del Correo (ex CCK), que ahora se llamará Sarmiento, el presidente detalló parte de un diagnóstico conocido. En Argentina el deterioro de la educación comienza en edades tempranas y los niños están fuertemente condicionados por el lugar donde nacen. Es decir, la situación de pobreza, la falta de acceso a recursos mínimos, condiciona su futuro.

Hoy, al menos 6 de cada 10 niños viven en esas condiciones y eso genera una dependencia enorme de lo que el Estado, como administrador de los bienes y recursos comunes, puede hacer. El enfoque del Gobierno nacional es que el Estado no debe hacer nada. Y no es solo discurso. Con la reconducción del Presupuesto 2023 al 2024 y en el proyecto de Presupuesto 2025 se reduce la participación de la Nación en la educación. Fueron abandonados los programas de construcción de salas de nivel inicial, no se prorrogó el fondo de incentivo docente, no existen más los planes de inversión en infraestructura tecnológica, se eliminó la obligación de invertir 6 puntos del PBI en educación y la lista sigue.

Milei reivindica y reinterpreta a Sarmiento. 

“Hoy sabemos que de los chicos de primaria, cerca del 40% tiene un mal desempeño en lengua y cerca del 50% un mal desempeño en matemática. En el secundario, de los que transitan el nivel, 8 de cada 10 tienen problemas de lectocomprensión, no entienden lo que leen. Y los que terminan, solo 4 no logran entender un texto (SIC). Consecuentemente, si a eso le sumamos los problemas que tenemos en términos de alimentación y pobreza, a tal punto que siete de cada diez chicos de 0 a 14 años son pobres, están poniendo muy mal el foco sobre el final de la carrera educativa”, dijo Milei, tratando de poner en dicotomía las prioridades: según él, la universidad reclama más, pero el foco debería estar en otro lado. Y lo menciona desde el punto de vista del gasto. Milei rebautizó un centro cultural, pero también reinterpreta a su modo el legado de Sarmiento.  

La distancia entre la universidad y los niveles previos de la educación es un problema diagnosticado hace décadas y que hoy se profundiza. Esa distancia impide el acceso y también, según explican desde la universidad, se nota en el desempeño de los alumnos en los primeros años.

En Mendoza algunos datos quedan revelados en los resultados de las pruebas Aprender, donde hay una oscilación en la mejora. Matemática es el área donde más problemas hay y aunque hubo mejoras en Lengua, el impacto es relativo.  “En Aprender 2023, los niveles Satisfactorio y Avanzado en Lengua representan el 66% (38% y 28% respectivamente), mientras que en 2013 estos porcentajes disminuyen 6,7 puntos (35,6% y 23,7% respectivamente). En la edición 2021, el porcentaje de estudiantes en los niveles más altos era de 71,9% (37,9% y 34%), 5,9 puntos más que el resultado de Aprender 2023. Para Matemática, en Aprender 2023, los niveles Satisfactorio y Avanzado representan el 50,2% (40,9% y 9,3% respectivamente), mientras que en 2013 representaban al 53,6%. Para 2021, el porcentaje de estudiantes en los niveles más altos fue de 59,9%, (41,6% y 18,3% respectivamente), 9,7 puntos más que el resultado de Aprender 2023”, indica el informe.

En el análisis de esos resultados hay datos relevantes. Los niños de familias de menos recursos económicos tienen peor desempeño. “No hay que evaluar ese dato de manera aislada, sino en contexto. Allí la escuela igual empuja para mejorar sus condiciones”, aclara un docente con pasado en la gestión. Pero hay condicionantes que sí dependen de la gestión. Así, por ejemplo, las escuelas donde hay directivos con mayor antigüedad o permanencia en el cargo, tienen mejores resultados. Lo mismo con los niños que tienen más años en el sistema escolar y que faltan menos. Es decir, la escuela mejora, en lo que le toca, la calidad de vida. La DGE tiene un plan para aumentar la cantidad de años de escolaridad, aunque es una siembra de largo plazo, con la inclusión de salas de 3.  

El veto a la ley de financiamiento educativo impulsada por la oposición es solo un hito. El debate en serio se dará con el Presupuesto nacional. La relación entre la Nación y las Provincias se tensa porque a la continuidad del recorte de recursos le sigue de manera persistente el maltrato verbal. Mendoza se mantiene también entre las provincias más desfavorecidas, aún con las enormes señales que el Gobierno provincial le dio al presidente. 

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