La desconcertante actitud de Javier Milei y el golpe político que no fue
Mientras actores del Gobierno negocian con la oposición dialoguista, el presidente sigue castigándolos. La movida parlamentaria que obligó a quitar el paquete fiscal.
Mientras unos negocian, Javier Milei pega. Y no está claro si es todo parte de un plan magistral o, por el contrario, es la reacción desmedida de un presidente que no maneja los códigos habituales de la negociación política bien entendida. Este lunes no fue la excepción: mientras un representativo grupo de gobernadores y legisladores manifestaban el apoyo a la ley ómnibus, el mandatario compartía un mensaje en redes sociales que los tildaba de “bloque extorsión”.
La estrategia de Milei, si es que la hay, parece disparatada. Por un lado negocia (o acepta sugerencias, en sus términos) y al mismo tiempo, los tilda de extorsionadores o coimeros a aquellos que le van a dar los votos para aprobar la ley ómnibus; por un lado negocia con gobernadores y por el otro les dice que los va a dejar sin plata. Sin embargo, todo parece apuntar a que los números los va a tener y la ley, acotada, será aprobada este jueves.
¿Cómo es eso posible? El problema para los opositores dialoguistas es que por un lado quieren que al presidente le vaya bien. Primero porque la mayoría genuinamente cree que el que propone es el camino correcto (aunque con matices) en contra de las prácticas populistas, y segundo, porque entienden que es la postura política más coherente teniendo en cuenta el resultado electoral. Sus propios votantes eligieron mayoritariamente a Milei en el balotaje y en el inicio de gestión prefieren verlos más cerca del gobierno que del kirchnerismo.
Pero por otro lado, en la oposición ya hay quienes analizan otros escenarios, tanto si le va bien como si le va mal a Milei. Si el gobierno libertario termina siendo un fracaso, en el mundo ex Juntos por el Cambio saben que el peronismo tendría más chances de volver al poder. Y encima con el ajuste ya hecho, como Néstor Kirchner en 2003 post Eduardo Duhalde/Jorge Remes Lenicov. Pero el escenario de Milei exitoso también los pone en un brete: si no lo apoyaron va a ser difícil pelearle votos en un futuro. El libertario machacaría sobre esa falta de apoyo inicial y las consecuencias políticas pueden ser letales.
Oficialismo débil
De todas formas, el oficialismo también está preso de su propia debilidad política. Por un lado, no tiene los votos necesarios en el Congreso y no cuenta con gobernadores propios, pero al mismo tiempo sabe que cuenta todavía con un importante acompañamiento social. Y con eso juega Javier Milei.
Hasta donde lo acompañará la gente es la gran incógnita, pero mientras tanto va a seguir haciendo lo mismo, intentando sacar sus iniciativas negociando aquello que tenga que negociar, pero presionando a los opositores a quien algunos creen que tarde temprano va a querer destruir políticamente. Y nadie quiere ser comido por el león, ya sea por un instinto de supervivencia de casta o por una genuina creencia de defender a un sector de la sociedad.

La debilidad política de Milei se vio reflejada en la negociación de la ley ómnibus, donde el Gobierno se vio obligado a retirar el paquete fiscal y dejarlo para más adelante. Cada negociación nueva que se abre es un problema nuevo. Sectores de la oposición creen que esa decisión se basó en que el oficialismo sabía que no solamente iba a perder el capítulo Retenciones en la votación en particular sino que podía terminar recibiendo un duro golpe con modificaciones con amplias mayorías, incluso kirchneristas.
Apuntan, sobre todo, a lo que podría haber pasado con la coparticipación del Impuesto País. En concreto lo que buscaban los gobernadores es que una parte de la asignación específica del impuesto vaya a las provincias. En uno de los dictámenes de minoría incluso eso estaba planteado. En la discusión en particular, los diputados podían proponer esa modificación y someterla a votación, lo cual hubiese implicado una estrepitosa derrota para el Gobierno. Sacando los votos libertarios y quizás algunos del PRO, la oposición podía conseguir cerca de 200 votos a favor de esa moción al sumar los votos del kirchnerismo. Gobernadores como Axel Kicillof o Ricardo Quintela hubiesen aceptado gustosos esos fondos. Al sacar todo el paquete fiscal, ante una sesión que se avizoraba desordenada, el oficialismo evitó el golpe.
Ahora por delante Javie Milei y su gobierno tienen el desafío de negociar todo el paquete fiscal para poder alcanzar el tan mentado déficit financiero cero. Todavía tiene a su favor que todas las modificaciones que se están haciendo no incluyen aumento de impuestos, sin embargo no tiene cerrado como va a ser finalmente el ajuste y con los gobernadores está claro que va a seguir el tira y afloje. Y el desconcertante Milei seguirá desconcertando.

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