Un silencioso y un verborrágico, dos puntales de Javier Milei en medio del laberinto
El presidente le concede cada vez más poder a dos figuras de su gabinete, en un gobierno con dificultades para negociar. La ley ómnibus se va a aprobar, aunque nadie sabe cómo quedará finalmente.
Hay dos hombres que ganan cada vez más poder en el entorno de Javier Milei. Uno silencioso y otro verborrágico, pero los dos con el mismo dificultoso objetivo: lograr que la gestión libertaria sea un éxito. Una tarea que se vuelve cada vez más titánica ya que la gestión quedó internada en un laberinto de ajuste, minorías parlamentarias y una dudosa estrategia política.
Así fue como la ley ómnibus se fue achicando al punto tal de que el gobierno resignó lo que presentaba como un punto innegociable: el del capítulo fiscal. Ahora dicen que quedará para una discusión posterior, pero lo único que quedó en claro es que la minoría de La Libertad Avanza podrá ser intensa, pero con eso no le alcanza.
Según diversos cálculos, el paquete fiscal representaba un ajuste aproximado del 1,5 al 1,8 del PBI. Se vuelve central la duda respecto a si el gobierno podrá cumplir su meta de equilibrio fiscal. El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, se dedicó en las últimas horas a despejar dudas y en la red social X (ex Twitter), aseveró que seguía vigente el objetivo de “déficit financiero cero”.
El cómo llegar a esa meta es lo que ahora está en discusión. Sin retenciones, blanqueo, moratoria o el impuesto a las Ganancias reloaded ya se empiezan a explorar alternativas. Desde la oposición dialoguista plantearon cortar exenciones impositivas por un 0,8 puntos del PBI. Para el gobierno no es la salida. Respondieron que las cifras eran exageradas y que encima los beneficios financieros eran mucho más lentos y complejos que con las retenciones.
La alternativa más clara la expresó el diputado del PRO Damián Arabia. “Ahora sí viene la motosierra”, aseveró. Tanto Luis “Toto” Caputo como el propio Javier Milei dejaron en claro que el equilibrio fiscal es innegociable en el combate contra la inflación.

Tienen aliados importantes, como Hernán Lacunza, otrora referente económico de Horacio Rodríguez Larreta, que en redes sociales deja en claro las dificultades políticas para negociar una ley como la ómnibus. “Córdoba rechaza importaciones al maní, Formosa baja de transferencias nacionales, CABA suba de tarifas, Tierra del Fuego cambios al régimen y Neuquén retenciones al petróleo. Dirigentes vuelven a sus barrios aplaudidos por cordobeses, formoseños, porteños, fueguinos y neuquinos con más inflación”, resume didácticamente.
Rosca que gira en falso
Hay algo que todos los actores empiezan a tener en claro del gobierno de Milei. Habla otro idioma. No es el lenguaje tradicional de la política y por eso es muy difícil entender sus objetivos. Esta semana pasó de que su gobierno negocie con los gobernadores a decirles que los iba a dejar sin plata.
“Nos puso a todos en contra. Pero el problema no fue lo que dijo, sino lo que hizo”, aclara uno de los 24 mandatarios. Entre semana el gobierno salió a comunicar la decisión de no prorrogar una resolución del Banco Central, que vence el 31 de enero, que les permite endeudarse con los bancos provinciales para tener fondos frescos para gastos corrientes.
Esa decisión volvió a recalentar el grupo de whatsapp en el que conviven los 24 gobernadores. “A lo sumo que se pelee con Kicillof y va a tener acompañamiento, pero no con todos los gobernadores. Nos va a tener a los 24 en contra”, confesó uno de los miembros de ese chat. No peronista, claramente.
El problema es que cada vez más actores políticos consideran que no hay una estrategia de negociación por parte del gobierno. Milei quedó expuesto: jugó a fondo para presionar a los gobernadores y a las pocas horas el ministro Caputo anunciaba que sacaban el capítulo fiscal. O sea, decidían no jugar a fondo. Al presidente parece no importarle esos desplantes y juega siempre la carta de la sinceridad.
Los números mandan y el gobierno tuvo que dar marcha atrás. Peor hubiese sido llegar al recinto sin tener en claro qué capítulos se iban a aprobar y cuáles no. En el camino tendrán que renovar la resolución del Banco Central para que las provincias puedan endeudarse con los bancos provinciales. Otra medida con la que reculan.
El laberinto de Javier Milei
Entre tanto desconcierto, Milei debe definir ahora cómo siguen las conversaciones. Tienen que profundizar el ajuste pero, al mismo tiempo, se le abre una ventana para negociar con gobernadores. La ley de Ganancias (ahora Ingresos Personales) es una necesidad de las provincias para recuperar fondos coparticipables. El blanqueo y la moratoria tenían amplio consenso.
Pero las retenciones no se tocan. Hay diputados del PRO que hasta el anuncio de Caputo estaban que trinaban y no querían saber nada con acompañar la suba de un impuesto al que vienen repudiando. “Encima si Horacio (Rodríguez Larreta) era presidente y pedía una suba de retenciones es obvio que los de La Libertad Avanza, con Milei incluido, le iban a decir de todo. Colectivista es lo de menos”, señala un diputado ex Juntos por el Cambio.
En ese laberinto, hoy Milei se está recostando en el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Son los dos hombres que suman cada vez más poder en el equipo libertario. Uno con perfil híper bajo. Es silencioso, le escapa a los medios y a la rosca política. Quienes lo conocen aseguran que no tiene ambición de poder, sino que su objetivo es bien gerencial: lograr que sean aplicables las ideas de Milei.
El otro, en cambio, adquiere cada vez mayor verborragia. Tuitea, habla y se planta en las discusiones con gobernadores o diputados. Algunos piden que baje un cambio y se dedique a la cuestión técnica y no política. Otros celebran que esté planteando las cosas de frente.
Los dos, tanto Posse como Caputo, vienen sumando cada vez más controles en la botonera. El primero estuvo detrás de los dos despidos de la semana. Primero el del superintendente de Servicios de Salud, Enrique Rodríguez Chiantore, y segundo el del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro. “Posse se lo comió a Ferraro, olvidate”, resumían conocedores de lo que pasa en Casa Rosada. Al parecer, el ladero de Milei venía cruzado con el ministro, porque veía dificultades para avanzar en la gestión. Ya venía interviniendo todas las empresas de transporte que dependen de esa cartera. La supuesta “filtración maliciosa” habría sido una excusa para darle salida.
En la SSS, según explican en gobierno, el problema era que Chiantore, a la hora de reglamentar los artículos clave de la ley ómnibus o el DNU imponía más regulaciones de las que plantean esos proyectos. Aunque parezca dar señales de improvisación, el gobierno de Milei se muestra implacable a la hora de cumplir su trayectoria.
Caputo, en tanto, terminó absorbiendo en su carte todo lo referido a Infraestructura. Algunos comparaban su nuevo ministerio como el que tuvo Domingo Cavallo en los ‘90.
Fuera de Posse y Caputo orbitan otros personajes, pero con diferentes niveles de influencia. Karina Milei es, sin dudarlo, quien está más cerca del presidente aunque sin manejo de las definiciones políticas. Santiago Caputo ganó posicionamiento y terminó hablando con los diputados en el medio de las negociaciones. Aunque en uno de los últimos encuentros, en una casa, pidieron que se fuera. “Se nota que entiende, es racional, aunque no sabe tanto de política” asegura un gobernador.
Un escalón más abajo queda Francos, quien tiene un desafío extra: evitar todas las operaciones en su contra, incluso algunas que llegaron unos días después de asumir Milei. Todas lo intentaban a dar a Francos en salida o apuntaban a Posse también como verdugo. Tanto cerca del ministro como del jefe de Gabinete dejaron en claro que la relación entre ellos es óptima. Hablan todos los días e incluso se rieron cuando llegaron las primeras versiones de una pelea entre ellos.
La ley ómnibus va a salir, aunque quizás con algún cambio de último momento. Cerca de Milei siguen diciendo que es más importante todo el contenido que desregula a lo fiscal. El tiempo (con los resultados de su aplicación) dirá si fue una derrota digna (lo intentaron pero no alcanzó) o un triunfo “a lo Boca” (por penales y jugando horrible, pero ganando). El equipo de Milei se muestra flojo en las lógicas de negociación, pero si logra calmar la inflación tendrá tiempo para construir.

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