Cuando baje la espuma
Ausencia de gestión, un Estado que no termina de armarse y el peligro de dejar de lado la visión concreta sobre la economía real. ¿Hacia donde va el Gobierno de Javier Milei?
Mientras el Congreso y el país discuten la ley ómnibus, la cual supuestamente nos iba a cambiar la vida y que luego de dos semanas en el Congreso se redujo a "ciclomotor", la economía real sigue cayendo. La preocupación y las dudas crecen en todos los sectores.
El impacto de la fuerte suba de precios hizo que el consumo esté en caída, tanto en el comercio minorista como mayorista; caen también la venta de autos, el empleo y la construcción. La incertidumbre ya es la regla.
Recordemos que la evolución de las variables financieras de corto plazo (incremento de las reservas en el Banco Central, licitación del Bopreal para la deuda con importadores y el manejo de la brecha cambiaria, entre otras) tienen beneficios, pero que llegan siempre más tarde a la economía real, pero cuando llegan el daño inflingido a la actividad ya es gigante.
El Estado nacional, por incapacidad de gestionar, se viene retirando de la economía realy se debe tener en cuenta que en los últimos años fue un jugador de gran porte. Este impacto en las distintas areas de actividad es gigante. La agenda del Gobierno se está reduciendo al debate de un solo DNU y una ley que, además, ahora aparece devaluada.
La obra pública nacional está paralizada, pero esto también impacta en los proyectos que las provincias venían ejecutando con algún aporte del Gobierno central. Esto significará un tremendo golpe a la actividad y por consiguiente al empleo, a las compras de insumos, al transporte y otros ítems, todos motores de la actividad. Si sumamos que ya pasados 50 días de Gobierno el ministro de Infraestructura (Guillermo Ferraro) aún no había puesto en marcha una estrategia, ahora con su salida queda claro que el impacto será mayor. La paralización de las obras bajo el Plan Procrear y el impacto que esto está teniendo en el sector de la construcción son prueba de ello.
Estamos en presencia de un Gobierno que parece priorizar los negocios para algunos sectores en desmedro de los demás. El sistema financiero sigue cobrando tasas de hasta 300% a clientes al tiempo que paga intereses menores a 7% mensual. La pérdida para empresas y personas es gigante en contra de la ganancia de bancos y financieras.
La pelea pública del ministro Luis Caputo con todas las provincias hace que gobernadores frenen aún más sus proyectos y por ende el impacto en la vida real de personas será aún mayor.
Hoy tenemos un Gobierno sin gestión real, solo mirando números macro desde la Secretaría de Finanzas que conduce Pablo Quirno. La subejecución de partidas es tan grande que esta ineficiencia supera con creces el ajuste que se planteaba en la ley ómnibus. En el camino quedarán proyectos de décadas que estaban siendo bien gerenciados, con real impacto en regiones y en las economías regionales dentro de una basta gama en una Nación que es compleja y diversa.
Esta falta de criterio y de gestión se pagará, y cuando esa espuma baje el impacto será tremendo. Allí es cuando los mercados y aquellos que ven solo algunas variables financieras darán un giro en U y cuando habrá que estar atentos a tormentas como la crisis de empleo y de la actividad. Los argentinos venimos habituados a una alta tasa de actividad y de rotación de bienes y servicios (siempre con fuerte influencia de la Nación) ¿Estaremos listos para afrontar una recesión larga y profunda?
Otro ejemplo de este parate de gestión es el panorama que se ve en todos los ministerios y secretarías. Queda claro que aún el Gobierno nacional no cubre (tal vez no le interese) algunos cargos claves que hacen mover el Estado.
La pregunta es: ¿qué pasara con la imagen de Javier Milei y sus ideas? ¿Como será el apoyo popular en el futuro a frases del presidente como el ataque a mandatarios extranjeros, a frases pegadizas como la que proclama que "no hay plata" dentro de este estilo de confrontación?
Aún no existe respuesta, pero si vemos el pasado reciente la clase media argentina es rápida para cambiar de humor y por mucho menos dejó a otros dirigentes débiles y flacos. Estamos en presencia de un Gobierno que al menos no pone foco en la gestión. Resultado incierto.