Intendentes y gobernadores de Unión por la Patria asombrados con el "despropósito" del paro y las amenazas
Como en todos lados, en la oposición también hay, claramente, halcones y palomas. Más allá de las críticas al ajuste de Axel Kicillof, ni él ni los intendentes han declarado la guerra a Javier Milei.
“Tenemos que esperar un tiempo para ver qué pasa. Mientras tanto, no podemos hacer mucho. No tenemos a nadie para que se ponga por encima de todos. Lo que pasó, para todos, para nosotros y la oposición, fue un tsunami”, le confesaba, con su parsimonia habitual, uno de los intendentes que participan desde hace varios años en cuanta elección aparezca y la mayoría las ganó.
Mientras él decía esto, viendo cómo la Plaza Central de su distrito estaba despejada como habitualmente pasa en verano, Pablo Moyano viralizaba por sus redes sociales sus propias declaraciones radiales en las que le reclamaba la presencia a la madre (Cristina Kirchner), al hijo (Máximo Kirchner), a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas, para que empiecen a hablar y apoyar las medidas que ya lanzó la CGT con un paro general del 24 de enero, el más rápido de la historia contemporánea.
Ayer, en Moreno, Mariel Fernández, del Movimiento Evita, Roberto Baradel, de SUTEBA, y el ministro de Trabajo provincial, Walter Correa, participaron de una actividad de la UTEP, antigua agrupación del exesposo de Fernández, Edgardo Castro. Ahí solo se escuchaban promesas de lucha y pedidos de resistencia hacia la política de Javier Milei.
El intendente que acompañaba sus inhabituales declaraciones en off, con largos espacios de silencio, también coincide con muchos de sus colegas que reconocen a Axel Kicillof como un muy buen candidato pero que “todavía sigue interactuando de la misma manera que antes de ser reelecto”. Es decir, distante, casi como un representante administrativo de otra persona, en este caso, Cristina Fernández de Kirchner.
El debate interno no es orgánico. Diferentes dirigentes se siguen juntando por niveles de simpatía personal o para activar un proyecto que frene otro movimiento alternativo. Pero el peronismo kirchnerista renovador, al que se le suman sectores radicales más consolidados, no sólo los históricos radicales K, está lejos de generar un mínimo mapa de acción. La unanimidad que se puede advertir en las legislaturas dista mucho de ordenar el futuro inmediato.
El “hay que esperar” se suma al desconcierto por lo que consideran un verdadero tembladeral político, donde la gente aún mantiene cierto nivel de apoyo al Gobierno. En uno de los más grandes distritos del Oeste bonaerense, donde Unión por la Patria ganó holgadamente, hoy se produjo una gran fila producto del vencimiento de las tasas municipales.
Ahí, una señora de mediana edad hablaba a viva voz sobre cómo ellos venían padeciendo los problemas de la inflación desde hacía años, y, para peor, “si votábamos al que era candidato, ¿qué iba a hacer?”, en clara referencia de Sergio Massa. Nadie, en un salón lleno de personas que llegaban con lo justo para cumplir con sus obligaciones, se animó a contradecirla. Es más, hubo gestos de aceptación. En otro momento, “esto hubiera sido una carnicería”, le confesó una histórica empleada municipal mientras que las empleadas de Defensa Civil ordenaban a los contribuyentes.
El “hay que esperar” se escucha en las mesas políticas. El “hay que actuar” en la dirigencia gremial y las organizaciones sociales. Un veterano de mil batallas, acostumbrado a pasar este tipo de situaciones, que vivió inclusive la persecución cuando el Partido Justicialista estuvo proscripto, sentenció: “Antes, la CGT era el Partido Justicialista. Hoy eso no es así. Ni lugares en las listas le dan. Y los intendentes y gobernadores saben que a ellos lo votan la gente, mientras que a los dirigentes gremiales sus afiliados y a los movimientos sociales… A los Movimientos sociales vaya saber quién”.