GUERRA SIN FIN

La Justicia en tiempos de Alberto Fernández: sin cambios, con distancia y acusaciones

Alberto Fernández es el presidente que más conoció y menos avanzó en reformas del Poder Judicial. La guerra contra la Corte Suprema y la persecución al vocero de Horacio Rosatti. El factor Milei y los vínculos del fuero federal.

Pedro Paulin
Pedro Paulin miércoles, 20 de septiembre de 2023 · 18:59 hs
La Justicia en tiempos de Alberto Fernández: sin cambios, con distancia y acusaciones
Horacio Rosatti y su asesor Silvio Robles fueron el blanco de los ataques de Casa Rosada Foto: Télam

Fue primicia de MDZ en la mañana temprano del primer día del año: el presidente Alberto Fernández iba a intentar enjuiciar a la Corte Suprema y romper vínculos con buena parte de sus amigos, conocidos, excompañeros de trabajo, colegas, muchos integrantes de distintos pisos de Tribunales que lo vieron durante años.

Ese día, Alberto dio un paso al costado e hizo lo que Cristina Fernández de Kirchner soñaba: ir contra la Corte Suprema y buscar dividir aguas en el Poder Judicial. No hubo juicio, la Corte unió a todo el arco judicial contra el Gobierno y Alberto perdió poder interno y externo. La justicia en tiempos de Alberto fue rara, fría, distante, sin avances, no aportó ni sumó según sus protagonistas, que hablaron con este medio.

El Consejo de la Magistratura generó el catalizador para que Alberto monte en cólera y vaya contra la Corte Suprema. Cuatro miembros, inacción total y avance lento en pocos temas. Silvio Robles fue el asesor de Horacio Rosatti y quien maneja los vínculos del organismo, fue perseguido por el Gobierno y sus delfines sin éxito. No cambió nada, Robles sigue en la Corte, Rosatti donde quería estar y el Gobierno con menos poder de fuego que antes de la estéril embestida. Un leading case de fracaso que dejó sin piernas para seguir la maratón al Gobierno.

Inacción. La Corte Suprema, en pie de guerra con el Gobierno.

"La relación de Alberto con nosotros es la que ves en los medios, fue lo público, la diatriba, los insultos, un desastre, nunca pensamos que iba a ser así, pero fue una decisión de él, que quiso imponer ochenta jueces, una idiotez sin cauce y se lo hicimos saber: el tipo pensaba que doce jueces somos malos, pero quería ochenta, un delirio sin pies ni cabeza", le comentó a MDZ un juez federal que supo esquivar las esquirlas de los cambios de Gobierno. Militó la llegada de Alberto internamente, pero la desilusión es total y agregó: "Lo lógico es que asuma Javier Milei, que ya dejó en claro que no quiere vincularse con nosotros y nosotros no queremos vínculos con él". 

"Pensaron que llegaba uno de los nuestros y fue un fiasco, nunca hubo proximidad, no hubo nada, ni frio ni calor, una decepción absoluta". La opinión es de un camarista que conversó con Alberto Fernández hasta que empezaron las denuncias y acusaciones en medios contra el Poder Judicial. Ese maestro de derecho querible que supo seducir al fuero federal, y con quienes muchos compartieron años de cenas, se transformó en un presidente enojado y conflictivo que no resolvió pero acusó a todos. No hubo aprietes, se trabajó con importante libertad y se acabó la extorsión de los tiempos de Cristina Fernández de Kirchner

Alberto Fernández era muy amigo de muchos jueces, con muchos trabajó, son muchos los que responden a MDZ: "Hicimos cosas juntos, siempre fue campechano, un tipo buena leche, no sé qué le pasó pero entró Alberto y se fue Cristina en versión hombre, un desastre", grafica un conocedor de los pasillos de Tribunales. Cambió su forma y sus ideas sobre distintas situaciones, pero hubo algo que logró que prácticamente toda la justicia se una en contra del Gobierno: el juicio a la Corte Suprema que nunca existió. 

Fallido. El Gobierno intentó perseguir al colaborador de la Corte, Silvio Robles, que sigue en su cargo.

Alberto gastó la bala de platino y no ganó nada. Perdió contactos y la sociedad le dio la espalda a un tema que no sólo no le interesa, sino que en las elecciones votó en contra de quienes el Gobierno intentó posicionar. Ningún presidente conoció mejor que el actual al Poder Judicial. Hijo de juez, caminó los pasillos de chico, pero no logró imponer ni consensuar desde que llegó a Casa Rosada. Su gestión termina signada por los contrapuntos, las distancias y la inacción.

El fuero federal no se renovó, ni se renovará demasiado con la llegada del próximo Gobierno, pero los anticipos no son los mejores. "No lo conocemos ni lo queremos conocer, habla con marginales con los que nosotros no hablamos, así que hasta ahora lo único que sabemos es que quiere reformar el código penal por DNU, algo que está expresamente prohibido en la Constitución Nacional, y usar una task force para reprimir piqueteros, por lo que saldrá de la Rosada esposado, porque es un delito". Ese es el panorama que enfrenta Javier Milei en caso que sea elegido presidente y no encuentre puentes con la Justicia para entenderse. 

Los lobbistas del Poder Judicial quedaron atónitos, caos total, nadie sabe qué va a pasar. La relación fue siempre clara, de tensión o no, pero clara. Con Cambiemos no hubo grandes problemas, el pico de estrés fue con Cristina Fernández de Kirchner tras la muerte de su marido, el desastre empezó y las gestiones de Martín Soria, el protagonismo de Rodolfo Tahilade y Leopoldo Moreau no colaboraron demasiado, todo fue para peor y la Justicia siempre logra imponer criterios al final.

Así termina la gestión del Frente de Todos que tuvo un posibilidad histórica de reformular un vínculo siempre resbaladizo entre el Poder Judicial y Casa Rosada. Lo venidero, desconocido, algunos dan por sentado que pueden llegar Sergio Massa o Javier Milei, pero que no será Patricia Bullrich quien desembarque en diciembre, a quien respetan intelectualmente más que a los otros dos.

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