El capricho de sostener la candidatura como organizadores de un Mundial de fútbol en un país consumido por la inflación
El viernes, Sergio Massa mandó al Congreso de la Nación el Presupuesto Nacional 2024. Y si bien muestra proyecciones sobre la inflación y el dólar oficial, también contiene algo de Impuesto a las Ganancias y el desembolso para la FIFA para mantener una membresía.
El sueño de ser sede del Mundial de fútbol 2030 tiene sus costos, no solo económicos (que son extremadamente elevados para la situación actual del país), sino también políticos: por eso, el Gobierno de Alberto Fernández, en conjunto con la AFA y las ínfulas de su titular Claudio "Chiqui" Tapia, sostienen, a como de lugar, la candidatura de Argentina, en conjunto con Uruguay, Chile y Paraguay, para ser la sede de la edición del centenario. Lograrlo sería quedar en la historia, no importa cuánto cueste ni cuánto repercuta en las arcas del Banco Central. La plata está, se desembolsa y se espera. Tal vez la jugada sea magistral y dentro de siete años veamos flamear algunas de las 48 banderas de los países que lleguen a la cita en nuestra tierra.
El viernes, carpetas en mano y con la firma de Alberto Fernández, quien tuvo que retrasar su partida a Cuba para poder rubricar los papeles, el Gobierno presentó el Presupuesto 2024 en el Congreso de la Nación con un montón de ítem que pueden ser obvios como las modificaciones en el Impuesto a las Ganancias sobre los salarios de los trabajadores y una estatización virtual de las generadoras de energía eléctrica; otros un tanto demagógicos como aumentar la partida de fondos para La Rioja; algunos previsibles como la proyección de una inflación del 70% (que seguramente será más) y un dólar oficial arriba de los 600 pesos; y otro un poco más sorpresivo como el desembolso que se tiene que realizar a la FIFA para seguir manteniendo la "membresía" como posible país anfitrión de la Copa del Mundo 2030, la que Sudamérica quiere, la del centenario.
La decisión de si Argentina es parte de esa Copa llegará durante el último trimestre del próximo año, cuando el Comité Ejecutivo de la FIFA decida, en sistema de votación, si el Mundial viene para estos lados o si se juega en otra sede como la que integran España, Portugal y Marruecos, que en caso de ser elegidos lograrían organizar una reunión sin precedentes por que se realizaría en dos continentes: Europa y África.
En el Ministerio de Turismo y Deportes, que maneja Matías Lammens, están confiados en que la posibilidad se puede dar. No por nada, el ministro ha declarado que "esta candidatura se sostiene en su tradición futbolística, en la posibilidad de desarrollo para muchas de las ciudades de nuestros países y en el carácter sustentable de las obras que hay que llevar adelante, como del evento en sí. Ese debe ser uno de los sellos distintivos de nuestra Copa del Mundo". Pero, claro está, esa sustentabilidad de obras y la tradición futbolística tiene sus costos.
Por eso, en el Presupuesto 2024 con el que se esperanza Sergio Massa de poder contar, en caso de ser electo como presidente de la Nación, aparece el ítem sobre el desembolso para la FIFA, entidad que se hará con la módica suma de $282.700.000, que al día de hoy y traducidos al dólar oficial serían 813.525 en moneda estadounidense. Un vuelto para un Estado que no puede controlar una inflación que en agosto, con el dato oficial del Indec y no de las diferentes consultoras, se clavó en 12,4%, el índice más alto en los últimos 30 años.
La expectativa, claro está, pone en foco a un total de 48 ciudades repartidas entre los cuatro países que pretenden tener la Copa del Mundo 2030, de las cuales 14 son nuestras: Mar del Plata, Córdoba, Avellaneda, Mendoza, Tucumán, Catamarca, San Juan, Santiago del Estero, Salta, Rosario, Provincia de Buenos Aires, La Plata, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y San Luis. Estar dentro de esta lista no implica recibir partidos de fútbol, algunas se destinarían como bases de entrenamiento, otras para desarrollar las multitudinarias fans fests o para actividades turísticas. Lo que si está confirmado es que Buenos Aires albergaría el partido inaugural y Montevideo la final, como sucediera en el primer Mundial de la historia, donde Uruguay venció 4 a 2 a Argentina en el partido consagratorio.
Esta postulación ha generado entusiasmo en la región, de hecho, y sin irnos muy lejos, la provincia de Mendoza ya presentó una maqueta de las refacciones que se le harían al Malvinas Argentinas para albergar alguno de los partidos de la cita 2030. Sin pestañar, y a días de que los emisarios de la FIFA lleguen a nuestro país para realizar inspecciones en distintos estadios, el gobierno del mendocino Rodolfo Suárez picó en punta. En la provincia cuyana tienen esperanzas, aunque sea difícil de lograr cuando en frente están España, Portugal y Marruecos.
"Esta amplia respuesta por parte de los gobiernos locales, nos muestra la magnitud que tiene nuestra candidatura. Este tipo de eventos potencia las posibilidades de la región para atraer inversiones en infraestructura y empuja el crecimiento económico con la consecuente creación de empleo y mejora de la calidad de vida para los habitantes", declaró Matías Lammens al respecto cuando se sostuvo la candidatura en el predio de la AFA en Ezeiza.
Que la Copa del Mundo, o parte de ella, se juegue en nuestro país, será una cuestión del destino y lo sabremos recién entre octubre y diciembre del próximo año. Tal vez con un Gobierno de otro color político al actual, o no. Lo cierto es que el artículo 20 del Presupuesto Nacional armado por Sergio Massa y firmado por Alberto Fernández contiene las esperanzas de todo un país, el cual puede ser anestesiado cuando comience a rodar la pelota.

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