Ni los propios entienden por qué Sergio Massa quema la casa para ganar la elección

La mayoría de los comunicadores “neutrales”, especialistas económicos y analistas políticos miran solamente los anuncios de Sergio Massa como una mera situación de alivio a los trabajadores regularizados, pero con el grave presagio de agudizar los problemas financieros y económicos que le quedarán al que lo suceda después del 10 de diciembre.

En la tarde de hoy, rodeado de la tradicional liturgia peronista, a la que se incorporó masivamente el filo progresismo que suele acompañar al kirchnerismo camporista, Massa confirmó el anuncio que había anticipado MDZ Online el sábado pasado, aunque con una leve diferencia de algo más de 200.000 pesos en el límite desde el cual se iba a calcular el futuro impuesto a las ganancias para los trabajadores regularizados. 

El beneficio empezará a regir en octubre. Dos meses y diez días afectarán a las arcas de Unión por la Patria como Gobierno. Después será problema de otro. Sin embargo, hasta ese momento, se coloca con expectativas de participar en el balotaje al candidato oficial que debe fidelizar el voto del resto de su coalición política.

En un claro método de jugar a “todo o nada”, fiel a su estilo, Massa, “el fullero”, según la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, no va a dejar nada para hacer para aprovechar su única oportunidad para ser presidente de la Nación. Quien hubiera pensado en que iba a adoptar otro camino, de cautela y cuidado de los fondos públicos, o que iba a renunciar a ser candidato porque era ministro de Economía, se equivocó de lado a lado.

Este mismo proyecto, que seguramente será aprobado por la Cámara de Diputados cuando lo presente, es menos ambicioso que el que el propio kirchnerismo rechazó cuando era Gobierno y la mayoría legislativa le había propuesto su tratamiento, al igual que el 82% móvil para los jubilados.

Massa está dispuesto a subir su caudal electoral en las provincias del Norte Grande y en el Gran Buenos Aire, donde los intendentes deben medir si le pesa más el interrogante que le generará un gobierno opositor de Juntos por el Cambio o de La Libertad Avanza o la desconfianza que le tienen a uno de los propios. Todos, aunque tengan más que una factura pendiente, preferirán a uno conocido que otro por conocer.

En las PASO, un 58% votó en favor de un cambio. De ese porcentaje, el 80% prefirió a candidatos clarísimas enfrentados a todo el status quo, mientras que el otro 20% se recostó en otra variante que prefería más consensos que enfrentamientos.

En la elección de ayer en Santa Fe fue más gente a votar, casi un 9% más que los que fueron en la primaria de hace dos meses, pero también el cambio ganó por el 58% contra el 30%. ¿Será ese el porcentaje que puede arrojar el balotaje entre Massa y Javier Milei?

Sobre el anarco libertario ahora se conformó una corriente de opinión que lo ubican como Drácula y Frankenstein en una misma persona. Curas villeros se juntan con Massa como si éste fuera el exorcista al cual inclusive presumen que el Papa Francisco lo perdonará pronto, mientras los intelectuales “independientes” piden que las dos fuerzas mayoritarias se junten. Hasta ellos los ven como iguales ante Milei.

El “establishment”, asustado, ya empieza a elegir a Patricia Bullrich. Sin embargo, ella está ante un problema no menor. Su mensaje parece mesurado, sin novedad y sin “noticias” comparados con los anuncios diarios de Massa o la excentricidad ganadora de Milei.

"Toda la gestión nos pasamos queriendo tener iniciativa política y a los dos días nos explotaba algo. Esto es bueno, es interesante, pero no llegamos a los que ganan 150 lucas por mes... Es más, nos dicen por qué le damos a los que tienen cien veces más que yo pero a mí nada... Para peor, el miércoles, viene la inflación y chau lo de hoy", se confesó un dirigente central de lo que queda del oficialismo en Unión por la Patria.