Por qué los peronistas votamos a La Unión Mendocina

Como peronista y trabajador judicial, estoy convencido de que el aporte de la Mesa Gremial a La Unión Mendocina, pasa por el compromiso en la construcción de la justicia social.

Se trata de superar los límites del estado de derecho, que solamente se conforma con la libertad de mercado y los derechos ciudadanos.

El Estado de justicia social lo supera ampliamente ya que propone la organización de un gobierno y de una comunidad cuya meta es la dignidad, la justicia y la libertad humana. Además, contiene una ética nacional, un humanismo social y una voluntad política de realización histórica de los derechos sociales, económicos y culturales de un pueblo.

Cuando desde la Mesa Gremial decidimos sumarnos a La Unión Mendocina, coincidimos y compartimos el llamado de la CGT R.A., que convocó a los trabajadores y trabajadoras del país a construir un gran consenso político, económico y social que permita alcanzar acuerdos básicos para el diseño de un programa de mediano y largo plazo, promoviendo el desarrollo, la producción y el trabajo como instrumentos necesarios y urgentes para superar la crisis y trazar un horizonte de crecimiento con justicia social.

Necesitamos, como nunca antes en estos 40 años de democracia, dejar de lado las especulaciones electoralistas de los partidos políticos, que sólo apuntan a preservar cargos y privilegios, y recuperar la identidad del peronismo: ser un movimiento que haga posible la generación de acuerdos estratégicos para la construcción de un modelo de crecimiento sostenido e inclusivo.

El desdoblamiento de las elecciones en Mendoza, permite entonces el debate sobre el modelo de provincia que queremos, con al respeto a cada una de las identidades regionales.

La Unión Mendocina no se puede entender desde una lógica nacional, ya que refleja la búsqueda de una iniciativa política y cultural que nos permita debatir el escenario local en relación a educación, salud, seguridad vivienda y trabajo (párrafo aparte y de suma urgencia la solución al atraso salarial de los empleados públicos de Mendoza, por debajo de la media nacional, con docentes, médicos, etc. con sueldos miserables).

Desde la Mesa Gremial sostenemos que es momento de superar un fenómeno que viene tiñendo la práctica política en Mendoza, afectando la gestión partidaria (Cambia Mendoza y el Frente de Todos) de un lado y de otro de la grieta política. Ambos espacios subordinados al centralismo porteño, que carece de federalismo y se reduce a intereses individualistas.

De una buena vez, debemos comprender que la Argentina será reconstruida con el aporte cultural, productivo y social de las provincias y no mirando al atlántico e importando recetas financieras de subdesarrollo.

Sin una identidad nacional asentada en principios federales, seguiremos siendo víctimas de grietas que enfrentan a los argentinos y sólo conducen al descrédito de la dirigencia, que perderá definitivamente el escaso nivel de legitimidad que hoy tiene.

Necesitamos terminar con la actual forma de hacer política, que se reduce a la administración de la pobreza con fines electorales, cuando en realidad es una situación de indignidad que tiene que ser superada. Se ha perdido la cultura del trabajo y en su lugar se instaló la ideología de la asistencia y de la contención estatal que ya no es circunstancial, sino que se ofrece como una forma de vida.

Este “modelo” sólo atiende la lógica electoralista y hace tiempo que abandonó las banderas del desarrollo integral y de la dignidad social. Los que conocemos y sentimos en profundidad la historia del movimiento justicialista, sabemos que los que verdaderamente traicionan sus valores, son los que abandonan sus auténticas banderas.

La provincia de Mendoza tiene hoy la oportunidad de volver a unirse, y aportar a la refundación del país con una visión de futuro, en base a una comunidad organizada y asentada sobre los principios de la cultura del trabajo y la producción, de la solidaridad social y de la unidad de destino nacional.