Opinión

Cristianismo y democracia

La democracia cristiana centra sus valores fundamentales en la libertad, la participación democrática y la justicia social. María Alejandra Muchart es presidente de la Democracia Cristiana y escribe sobre estos mismos valores históricos, en MDZ.

Maria Alejandra Muchart viernes, 2 de junio de 2023 · 20:22 hs
Cristianismo y democracia
El humanismo cristiano es el que tiene la visión más amplia Foto: Blogspot.

Félix Frías, periodista y político argentino, escribió, en 1851: “Toda democracia irreligiosa es falsa. Los hombres no son soberanos en el mundo político sino cuando Dios es soberano en su alma”. Y agregó: "La democracia es el último y más completo resultado de una civilización cristiana; y el cristianismo es la ley suprema de la democracia." Contrariamente a lo que sostienen y difunden ciertas corrientes de pensamiento que acusan el cristianismo de escepticismo o incluso de hostilidad hacia el sistema democrático, esta religión jamás lo rechazó y, por el contrario, es opinión general entre los cristianos (y enseñanza de la Iglesia Católica) que el cristianismo constituye el mejor fundamente para una democracia.

Así lo creía, por cierto, Ambrosio Romero Carranza, docente, periodista, historiador y político argentino, que fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano en Argentina, quien afirmó: “La democracia cristiana proviene del desarrollo natural y espontáneo de la civilización cristiana, y está destinada a llevar, a las naciones que poseen esa civilización, a su mayor grado de progreso social.”

El cristianismo es la ley suprema de la democracia.

De acuerdo a este punto de vista, las naciones de civilización cristiana, concluyeron, en el curso de su desarrollo histórico, por encaminarse hacia un régimen político en el cual el pueblo gobierna por medio de representantes; un régimen según el cual, aplicando los principios sociales del cristianismo, y respetando la libertad y dignidad de sus representados, se establezca la paz y
se impulse el progreso de la humanidad. Por otro lado, si en una democracia cristianamente organizada las decisiones de los representantes del pueblo se toman por mayoría, no es porque ésta sea la encarnación de la verdad.

La mayoría puede equivocarse sosteniendo errores religiosos y sociales, y en tal caso el deber de la minoría es oponerse con todas sus fuerzas a las llamadas "equivocaciones del pueblo". Pues es falso afirmar que la voz del pueblo es la voz de Dios. Y de allí que la democracia cristiana propugne el mayor respeto por la minoría y la oposición. Este enfoque cristiano de la democracia tiene sus raíces en las enseñanzas de los humanistas medievales y renacentistas. Por humanismo se entiende el conjunto de doctrinas concernientes a la existencia del hombre y a los problemas universales de la humanidad.

Así, el humanismo cristiano es el que tiene la visión más amplia, pues considera a los seres integralmente con sus cuerpos y con sus almas, y como poseedores de dos Reinos: el de la Naturaleza y el de Dios. Por eso se lo suele denominar también como
Humanismo integral. Por el contrario, un humanismo fundamentado en la sola razón, en un enfoque “antropocéntrico”, se encuentra centrado exclusivamente en el hombre con prescindencia absoluta de Dios. Pero Dios es fuente de toda justicia, razón, verdad y libertad, y la sociedad que pretende prescindir de Él, tarde o temprano se convierte en una prisión cuyo carcelero se llama "Estado".

La democracia es el último y más completo resultado de una civilización cristiana.
Foto: Blogspot

Como dijo también Félix Frías: "Es falso que el hombre no pueda organizar la tierra sin Dios. Pero es cierto que sin Dios sólo puede organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano". Dos humanismos, entonces, han dado lugar a dos concepciones sociales divergentes que hoy se disputan el campo de la llamada civilización occidental. Los demócrata-cristianos advierten, pues, que existen dos clases de democracia, y que mientras una es sana y conveniente para la felicidad de los pueblos, la otra conduce al desastre y al despotismo.

* María Alejandra Muchart, Abogada, Magister. Presidente Partido Demócrata Cristiano- CABA.

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