El exceso de presente que baja el entusiasmo sobre el futuro
El discurso del gobernador Rodolfo Suarez se limitó a una enumeración de hechos y pocas proyecciones a futuro. El contexto nacional condicionó al gobernador, pero hubo un exceso en la transferencia de responsabilidades.
Una pantalla gigante de alta definición sin ningún televidente para verla; tan inútil como el ruido en el vacío. Esa era la imagen en la peatonal Sarmiento, en la puerta de la Legislatura provincial, donde Rodolfo Suarez daba su último discurso ante la Asamblea Legislativa. El contexto de apatía también se reflejó, incluso en la clase política. El propio gobernador trató de pasar rápido el trámite y leyó casi sin matices, salvo su emoción final.
Sería injusto analizar la gestión de Suarez sin el contexto y también sería condescendiente no recordar que Cambia Mendoza lleva casi 8 años en el Gobierno y aspira a llegar a 12. El gobernador eligió el camino de los seguro para despedirse y sumó cargas de responsabilidad sobre la Nación y el demonio construido para justificar gran parte de los males: el populismo, ese término al que se le agregaron semas desde la política, particularmente desde Juntos por el Cambio.
Suarez usó esa palabra de manera enfática 5 veces, siempre de manera peyorativa y como síntesis y génesis de los problemas. Lo mencionó la mismas veces que la palabra educación y mucho menos que futuro y esperanza. Esa carencia en el uso de las palabras también se notó en el entramado argumental, quizá con la misma dificultad que ha tenido el proceso de Cambia Mendoza para hilar un proceso virtuoso y proyectarlo. Orden fiscal, autoridad, ahorro y servicios básicos con mejores prestaciones. No es poco al principio, pero parece escaso para pensar en 12 años de gestión.
Contextos y excusas
En cuanto al contexto nacional es real que al gobernador le tocó el mayor deterioro macroeconómico tras la crisis de 2001, con un gobierno del que es opositor neto y con una fragilidad en la gestión notable. También estuvo la pandemia, que para Suarez fue más un rescate que un problema (con virtudes propias en ello, claro está).
En su discurso hubo una larga enumeración de hechos de gobierno, algunos con resultados vidriosos, otros con intentos lo logrados más que con realidades. En el listado no aparecía un hilo conductor y pocas proyecciones a futuro. Nuevamente, el proceso se pierde de vista. Omitió la crisis de Osep, no fue claro con la crisis productiva y de empleo de calidad que vive Mendoza y también quedaron algo exagerados los números sobre la producción energética: la Provincia está en declive en petróleo, es incipiente en minería (con humildes expectativas) y trata de recuperarse del letargo en generación, transporte y distribución energética.
Justamente ese es el punto principal del futuro de Mendoza y que Suarez sí mencionó de manera más aislada. La provincia va a depender en gran medida de lo que haga con sus recursos naturales renovables, en particular el agua y no renovables, como el petróleo. La gestión de esos recursos, la producción y transporte de energía son los ejes de lo que viene. El Gobernador lo sabe y quizá sea su principal herencia positiva: haber puesto en primer lugar de la agenda la gestión del agua, por ejemplo, ordenar el entramado legal con la energía y poner un pie en el desarrollo de obras para extender las redes.
La respuesta a las dudas que se plantean las dio el propio Suarez. Quizá, como dijo él, hay un “exceso de presente".

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