Arde la interna

Cristina Kirchner va por Alberto Fernández: empezó la guerra por la herencia del kirchnerismo

Será una contienda sin límites forzando a terminar el proyecto de reelección. El presidente inaugurará más de tres mil obras antes de ir a votar. Se medirá las fuerzas con un gobernador o quien Cristina crea que lo puede derrotar. El operativo para bajarlo con golpes bajos, en marcha.

Pedro Paulin
Pedro Paulin miércoles, 8 de marzo de 2023 · 07:05 hs
Cristina Kirchner va por Alberto Fernández: empezó la guerra por la herencia del kirchnerismo
Foto: Gesualdi Victoria/Télam

Cristina Fernández de Kirchner sabe que no puede ser candidata, que si imagen negativa es la más alta del país junto con Hugo Moyano y que en en las PASO alguien finalmente irá con la boleta presidencial encarnando las ideas de Néstor Kirchner sin ser un miembro de la familia, algo que no pasa hace veinte años.

El Instituto Patria, el think thank creado para pensar cómo "resistir con aguante" según decían, no sabe qué hacer para convencer a la viuda de Kirchner de que juegue, pero eso no va a pasar. No tiene ganas, energía ni estrategia para convencer de que el agua no moja, algo que debe hacer para persuadir a más de la mitad del país en un balotaje, de que ella es parte de la solución.

Alberto Fernández encarna un modo que saca de quicio a la vice: no se enoja, la pondera en público y hace lo que cree mejor en privado. Eso logra que Cristina insulte y exija revancha de forma cotidiana. Los que la frecuentan saben de las diatribas y pedidos de salir a responderle. Suele hacer los mandados Andrés "Cuervo" Larroque, lo que no sabe Cristina es que varias veces después pide la escupidera y envía disculpas presidenciales. 

Así como Cristina dijo que podía mostrar su teléfono a cualquiera amenazando a Alberto, ahora volvió con los off the récord. Alberto puede mostrar su teléfono en la misma medida que Cristina, basta con recordar el cariño con el que en privado trata a Oscar "Pelotudo" Parrilli, tal como lo susurra cuando casi nadie los escucha. Es probable que el teléfono presidencial contenga charlas e imágenes privadas, al igual que el de cualquier persona. Pero el rencor cristinista no conoce de límites. Y el presidente debería saber que van por su intimidad.

Lo sabe Alberto Fernández y lo sabe Cristina Kirchner: alguien va a heredar el kirchnerismo en seis meses, y el único que puede jugar es Alberto. El presidente está convencido de que tiene que ir a las PASO y se lo contó al empresario de medios Roberto Navarro en una charla informal, en un off the record, esa práctica que los periodistas suelen hacer. Jorge Capitanich tiene la sonrisa tatuada, sabe que el off the récord le hizo ahorrar una fortuna en campaña y es uno de los nombres para destronar a Alberto. Los números de Chaco no son un ejemplo de eficiencia y resultados, pero en la interna del Frente de Todos, todo es plausible de suceder.

Alberto armó un equipo de campaña para dejar en claro su ambición y sabe que del otro lado va a encontrar únicamente violencia. En cada intendencia donde el albertismo avise que compite, habrá "sangre". La Cámpora está avisada, no puede haber nada que no sea Cristina en Buenos Aires y así se mueven.

Alberto enfrentará la furia de Cristina, que ayer como botón de muestra le recordó que es rencorosa, como si alguien en Argentina dudase de su condición. La Cámpora ya empezó a atemorizar candidatos en Buenos Aires para que no haya listas que desafíen el poderío cristinista, esencialmente fuerte en la provincia más grande, pujante y pobre del país. Desde que se inventó el kirchnerismo, gobernó 16 de 20 años, y la pobreza adolescente en el conurbano supera el 60%, pero llamativamente de allí siguen saliendo los votos para sostener el sistema empobrecedor. 

Cristina arremeterá a Alberto a través de los medios de comunicación y las operaciones de desgaste que lo tienen acostumbrado. Al presidente no le interesan, es más suele tomarlo como quien escucha un tio beodo en un casamiento. "Cada boludes tengo que escuchar", a esta altura es un mantra presidencial, más allá de los contextos. 

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