Salieris de San Martín

El juego distractivo y la "nueva Mendoza" que le escapa a la política

El oficialismo sigue con su idea de crear enemigos que no generan riesgo y le funciona desde lo discursivo. Mientras, una nueva Mendoza crece "ajena" al Estado: los más pobres sobreviven como pueden, los que pueden construyen al margen del Estado. El temor a la alianza anticornejista.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 5 de febrero de 2023 · 09:33 hs
El juego distractivo y la "nueva Mendoza" que le escapa a la política
Foto: Twitter Rodolfo Suarez

Si la política se podría autodefinir coloquialmente como la actividad o instrumento para acceder al poder, solucionar problemas y, utópicamente, un servicio para mejorar la calidad de vida de los habitantes de algún lugar, en Mendoza hay una redefinición que, ahora sí, podría ser objeto de estudio de los cientistas. Acá se ha pervertido de manera tal que se asemeja más a los buscapleitos que a los mediadores. Desde la política se agitan los conflictos, en vez de solucionarlos. Se tejen grietas en vez de crear alianzas. Se crean enemigos, aún en desigualdad de condiciones y, de paso, se desvían debates reales incómodos. En los últimos días el oficialismo local dio cátedra de ello con una reacción desproporcionada en contra de dos enemigos políticos que no tienen  capacidad de respuesta: el torpe Gobierno nacional y las comunidades malargüinas a las que le reconocieron la ocupación de tierras. 

Con la torpeza que lo caracteriza, el Gobierno nacional ayudó a que sus pares locales, opositores, construyeran un nuevo enemigo a riesgo cero para ellos, aunque con un costo social real enorme para quienes viven a más de 400 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. Por eso se habla, por ejemplo, del falso intento de "quedarse con los recursos"; en vez de la mala gestión de los recursos naturales no renovables que se hace de Mendoza y que ha logrado varios fracasos en fila: no hay inversión petrolera fuerte y la producción local sigue en decadencia, potenciando la dependencia de YPF, la petrolera estatal que es gestionada políticamente por el kirchnerismo.

Alfredo Cornejo en 2017 brindando con miembros de la comunidad mapuche

Puertas afuera, Rodolfo Suarez cuestiona al kirchnerismo por "entregarle tierras con pozos petroleros". Hacia adentro, prenden velas para que la empresa que sí está a cargo de ese sector político cumpla los planes de inversión para que el derrumbe no sea tan grande. La petrolera estatal es la única de las empresas grandes que está radicada en la provincia y tiene un plan de inversiones, incluido el pequeño proyecto para insistir en el desarrollo de la lengua de la formación Vaca Muerta que toca a Mendoza.  En el propio Malargüe también esperan -sin muchas esperanzas- que se cumplan las promesas de crear el polo logístico en Pata Mora, lugar que hasta para prender la luz depende de ayuda extra gubernamental: YPF donó un generador por la fragilidad del sistema eléctrico. Es casi irrisorio pensar que allí se puede montar un polo industrial sin servicios básicos. Algo similar ocurre con los proyectos mineros, que sin los anabólicos políticos naufragarían aún más. 

Mientras las estériles peleas se agitan en la arena de Twitter, Mendoza ocurre. 

La nueva Mendoza: sálvese quien pueda

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) difundió algunos datos del censo 2022. Lo hizo, nuevamente, al modo gestión Alberto Fernández; tarde y de manera incompleta. Sin embargo esa información es relevante para evaluar cómo se configura la nueva Mendoza y cuán errado está el foco de las gestiones. 

El cambio demográfico que vive la provincia es enorme y, así, también hay una modificación en los estilos de vida y hasta de supervivencia. La Ciudad de Mendoza y sobre todo Godoy Cruz tienen un retroceso poblacional notorio, acelerado y alarmante (no porque sea malo, sino porque es drástico). La Ciudad tuvo un crecimiento de solo 8% y Godoy Cruz de menos del 2%. Es decir, en términos reales decrecen y probablemente se envejeces. Las familias dejan esas urbes que tienen varias cosas en común. Son departamentos netamente urbanos y desde el plano político se convirtieron en el núcleo del poder del radicalismo en las distintas olas. Suelen ser la vidriera de la gestión, con calles y plazas hermoseadas. La realidad los golpea, pues los mendocinos necesitan otra cosa, necesitan dónde vivir y no es ni Ciudad, donde se acumulan casas a la venta, ni Godoy Cruz, donde no hay espacio urbanizado para crecer. 

La movilidad poblacional hacia Maipú y principalmente Luján revela informaciones centrales. Barrios nuevos, con servicios descentralizados y gestionados de manera híbrida entre los municipios y los desarrolladores. Avance sobre terrenos productivos y nuevas formas de convivir. La mayoría de esos desarrollos se hicieron sin intervención del Estado, que llega tarde en la mayoría de los casos. Hay ejemplos minimalistas. El IPV tiene un letargo enorme en la búsqueda de soluciones habitacionales. Suarez fue resiliente: en vez de construir barrios nuevos, usó fondos para ayudar a que algunos mendocinos compren casas que ya habían construido los privados.

Los datos del censo, comparados con 2010.

El Estado no ha demostrado capacidad de gestión para planificar cómo y hacia dónde se puede crecer y mucho menos dar las oportunidades a los mendocinos de hacerlo. Las familias sin recursos económicos, se agrupan en casas de familiares, expande viviendas precarias y barrios de emergencia, como ocurre en el oeste de la Ciudad. Quienes pueden, construyen en barrios autogestionados, algunos incluso con servicios precarios. Tienen su propia seguridad, precaria, tienen su propia agua, sin volumen suficiente, tienen su propio sistema urbano, sin armonizar con otros porque es el Estado quien debe hacerlo. ¿Cómo estudian, cómo se relacionan, cómo y dónde trabajan? Si el Estado va detrás de las demandas y no antes, de a poco Mendoza puede convertirse en un sálvese quien pueda. 

La expansión de nuevas zonas urbanas incluso podría poner en tensión el sistema de representación, mucho más si hay una reforma constitucional. También afectará la coparticipación a municipios en beneficio de Luján y otros departamentos y en detrimento de otros. 

Tiempos políticos que se acortan

Los tiempos políticos de Mendoza se aceleran y el oficialismo, liderado por la UCR, busca que así sea; que todo pase rápido para disminuir las chances de cualquier nuevo frente que aparezca. La relación entre ese partido y el Pro, en particular con Omar De Marchi, no tiene retorno. Si hay algún acuerdo será solo bajo el paraguas del "bien superior" que sería una estrategia nacional de Juntos por el Cambio. Pero internamente está todo roto. Cornejo se mueve como candidato a gobernador único y De Marchi se mueve como un candidato externo que teje redes. Ambos podrán cambiar de opinión, pero ese es el escenario 

El temor mayor de la UCR es la mayor ilusión de los "anticornejistas". Que la tortilla se vuelva y que la estrategia que en 2015 llevó al poder a Cambia Mendoza sea su karma, es decir que haya una alianza opositora amplia para tratar de arrebatarle el poder y la ilusión del objetivo fetiche: que haya una sucesión de tres gobernadores radicales y una reelección a la mendocina de Cornejo. Ese escenario incluye, según las especulaciones, de gestos de algunos peronistas que se podrían acercar a De Marchi. El ex demócrata tiene diálogos amplísimos, eclécticos como hizo Cornejo.

Desde ex kirchneristas, hasta libertarios. En el radicalismo están molestos, inquietos. Pero no creen que corra riesgo el resultado electoral porque no hay ningún sondeo que marque una crisis. No tanto por los éxitos propios, sino por las carencias ajenas y la empatía discursiva lograda. Es decir, esa idea de agitar en vez de solucionar, tiene réditos por ahora. 

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