Presenta:

Alfredo Cornejo y un arranque de gestión que seguramente será turbulento

Cornejo entiende que Javier Milei tiene mandato para cambiar el rumbo económico, pero que habrá turbulencia. Intentará ser garante de gobernabilidad en un escenario de disolución de JxC.
Alfredo Cornejo y Hebe Casado. Foto: Prensa Cornejo
Alfredo Cornejo y Hebe Casado. Foto: Prensa Cornejo

Sin dudas que Alfredo Cornejo debe andar maldiciendo un poco por la suerte que le tocó en este regreso al poder que se concretará en menos de una semana. Está claro que el contexto político y social de los últimos años en Argentina nunca fue fácil, pero el futuro gobernador lejos estaba de imaginar allá por finales de 2022, cuando tomó la decisión de volver, que le iba a tocar gobernar en medio de una crisis tan profunda. De las mayores, que el país atravesó y que fueron muchas. Tristemente.

Ante el escenario, la forma de capear la tormenta que se avecina ya está más o menos establecida. Cornejo leyó el resultado electoral de las presidenciales como un mandato fuerte por parte de la sociedad de que quiere un cambio de modelo económico, pero es consciente asimismo de que, para llevarlo adelante, Javier Milei no hará otra cosa más que generar turbulencias. ¿De qué magnitud? Fuertes, sin lugar a demasiadas especulaciones.

El futuro presidente de la Nación no es otra cosa que un producto surgido del desencanto y de la indignación por el funcionamiento de la política y de la economía de las últimas décadas. Quedó el desnudo, cuando tuvo que armar gobierno y cuando se vio obligado a diseñar finalmente cómo será su plan. Pero sin embargo tiene un margen de maniobra inédito si se lo compara con arranques de gestiones más recientes: durante la campaña expresó sin esconder nada lo que iba a hacer y si en definitiva más del 56% lo votó, no es poco mandato eso.

El juego de Cornejo con la Nación a partir del 10 de diciembre irá en un doble sentido. Por un lado, apalancado en la liga de los diez gobernadores de Juntos por el Cambio (que no termina de consolidar su influencia dentro de una coalición que está en pleno proceso de desmadre) buscará convertirse en garante de la gobernabilidad de Milei con la expectativa de que, a su vez, eso se transforme en recursos para las provincias.

Y por el otro buscará jugar un rol un tanto más complejo, pero que aparece como obligado a la hora de analizar su propia experiencia y la de gobernadores mendocinos anteriores. Ante las sucesivas crisis, la única salida que tienen los mandatarios provinciales es tratar de influir de alguna manera en las políticas nacionales que se adopten, porque una vez que el daño está hecho en la Casa Rosada es muy poco lo que ellos pueden hacer desde acá para cambiar esa realidad. Algo de eso intentó hacer Arturo Lafalla durante los últimos años de Carlos Menen, lo mismo que Roberto Iglesias ante el derrumbe de Fernando de la Rúa y, por qué no, el propio Cornejo buscó corregir el rumbo de algunas medidas económicas a Mauricio Macri llegando, incluso, a plantearle en su momento que no tenía que presentarse a su reelección.

A juzgar por los hechos, todas estas intentonas derivaron en fracasos. Pero tampoco a ellos les quedó otra que hacer lo que hicieron. Hace poco, Lafalla contó cómo se arrepintió, hacia finales de su mandato, por no haber buscado influir de manera más contundente en la gestión menemista. “Desde hace años que uno de los roles que tiene que ocupar el gobernador de Mendoza es tratar de que el poder central acierte en las políticas, porque después es muy poco lo que se puede hacer desde acá”, razonó. Cornejo, en medio de una incertidumbre gigantesca y con sensación de abismo, irá por eso ahora. Nuevamente.

En tanto se están terminando de delinear los detalles para la asunción. Es muy probable que el equipo de ministros de la nueva administración se dé a conocer el jueves próximo, como paso posterior a la sanción de una nueva Ley de Ministerios que se enviará mañana lunes a la Legislatura.

Cornejo apuró la definición se esquema de Gabinete y no hay que esperar grandes cambios, Habrá sí reunificaciones y divisiones de ministerios y en el día de hoy se terminará de definir con cuántas carteras finalmente arrancará la nueva era cornejista. Por lo que se supo, será prácticamente la misma cantidad de ministros que manejó Suarez con la posibilidad cierta de que se termine eliminando por lo menos uno.

En la negociación por los recursos ya se puso en marcha un mecanismo para lograr compensar el bochazo en la coparticipación producto, no de lo que pudiera llegar a definir Milei, sino de las modificaciones al Impuesto a las Ganancias que implementó Sergio Massa en plena campaña. El ministro de Economía ya en retirada citó a todos los mandatarios de provincia para anunciarles que compensará con Anticipos del Tesoro Nacional (ATN) la pérdida de fondos.

Con la asistencia de Massa, Mendoza apenas si logrará tapar el agujero. Ganancias le recortó a la provincia $20.000 millones y la ayuda de Massa no llega a los $ 9.000 millones. Por eso los gobernadores buscarán recuperar recursos por otra vía. Reeditaron una vieja disputa e intentarán que el Congreso apruebe una modificación del Impuesto al Cheque para que este sea coparticipado en mitades iguales entre la Nación y las provincias.

El recorte en obra pública anunciado por Milei es un problema a futuro. Aunque aquí el impacto podría ser moderado. Mendoza podría sufrir la paralización de obras en curso como la doble vía a San Juan o podría demorarse la variante de Palmira que ya está casi ejecutada en un 90%. Pero no se tocarán proyectos que estén financiados por el BID o por organismos multilaterales de crédito. Los intendentes del PJ serían, sí, quienes sufrirán en carne propia el ajuste. ¿Por qué? Porque fueron quienes suscribieron con el Gobierno de Alberto Fernández varios convenios para financiar obras en sus departamentos que son los que ahora están en revisión.

A decir verdad, Mendoza tienen frente a sí a una oportunidad histórica para desarrollar obras con los fondos por U$S 1.000 millones del resarcimiento de Portezuelo del Viento y, si se registra algún parate importante en inversión pública para infraestructura en el corto plazo, este obedecerá más a un problema interno del gobierno provincial que a una decisión controversial tomada por Milei.

En este sentido, es prácticamente un hecho que el gran proyecto anunciado por Suarez para la construcción de la presa El Baqueano pasará a ser guardado en un cajón a partir de la semana que viene y no hay certezas de que Cornejo vaya a avanzar con la licitación de la mega obra al menos en el arranque de su gestión.

Los motivos ya son públicos y se saben desde hace tiempo. Suarez quiso hacer El Baqueano fondeándolo con la mitad de esos mil millones de Portezuelo y Cornejo lo frenó. Entendió que esta obra debía replicar el esquema que permitió la construcción del dique Potrerillos hacia finales de los 90, es decir, que no sea el Estado quien aporte la totalidad de los fondos sino que empresas privadas participen de la inversión. Pero además, siempre puso en duda el efectivo cumplimiento a futuro de un convenio muy publicitado por esta gestión que en mayo pasado firmaron Suarez y Massa.

Este acuerdo les permitía a las empresas garantizar un negocio extraordinario por la tarifa que el Estado nacional les pagará por la generación de energía y Cornejo entendió siempre que el sector público no tenía por qué poner todos los recursos para construir el dique y que debía existir riesgo privado. La licitación de alguna manera ya fue puesta en marcha por esta administración, pero le espera un camino “ralentizado” durante los próximos meses. Esta a la vista que en este contexto de incertidumbre, no aparecen hoy empresas dispuestas a concretar tamaña inversión y además, con todos los anuncios de recortes efectuados por el futuro presidente, ese acuerdo de Suarez y Massa podría terminar pasando seguramente a mejor vida.

Massa convocó a una reunión con gobernadores.

Una síntesis, el expediente Baqueano, que marca la despedida de la actual gestión. Y tanto quizás, como esta anécdota registrada el jueves pasado. A la reunión convocada por Massa para discutir las pérdidas por Ganancias, asistieron gobernadores de todos los partidos en ejercicio, salientes y entrantes. Pero Rodolfo Suarez no fue. Aunque no debería sorprender la ausencia: desde hace un par de semanas que Suarez desarmó su despacho en el cuarto piso de la Casa de Gobierno a la que ya prácticamente no va. Es la primera vez, en muchos, pero muchos finales de mandatos, en donde un gobernador mendocino no se queda sentado en su sillón hasta el último día que le toca. O por tratar de conservar el poder hasta el minuto final, por un ataque de nostalgia, por no poder soltar o por lo que sea. Pero esta actitud de Suarez no es más que un símbolo final de lo que fue una manera de gobernar durante los últimos cuatro años.