Opinión

Henry Kissinger, Javier Milei y nosotros: un dilema al negociar

Henry Kissinger, una de las figuras más influyentes en la política internacional del siglo XX. Su legado como estadista fue objeto de debate tanto a nivel local como internacional.

Pablo Benegas martes, 12 de diciembre de 2023 · 20:43 hs
Henry Kissinger, Javier Milei y nosotros: un dilema al negociar
Henry Alfred Kissinger, falleció el 29 de noviembre de 2023. Foto: Noticias Argentinas

Hace unos pocos días murió el exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. Y, si hubo algo en común en todas las crónicas sobre su vida, fue el dejar en claro que tenía defensores y detractores. Los adjetivos fueron desde “un genio de la geopolítica” hasta “un hombre malvado” con todos los matices que se pueden encontrar en el medio: se habló sobre su papel en la caída de Allende en Chile, sus encuentros y anuencia al plan de Videla, su participación en las negociaciones de Vietnam con la compleja relación entre el norte y el sur o su rol en el posicionamiento de China en el tablero global.

Se lo reconoció como un personaje central en la lucha contra el comunismo en el contexto de la Guerra Fría y se lo presentó como
una encarnación de la excepcionalidad americana en todo sentido: como manifestación del hegemón, de los Estados Unidos como faro y policía del mundo y -quizás por eso mismo- como una muestra de la hipocresía contenida en que los estándares exigidos a otros no apliquen a ellos.

Pero lo que me interesa del caso es que su vida y obra volvieron a poner sobre la palestra un tema recurrente en negociación, y especialmente en la negociación política: el dilema que podríamos enunciar como “Pragmatismo vs Principios”. ¿Hasta que punto la persecución de un determinado bien puede implicar resignar valores en el camino? ¿Qué costos son aceptables? ¿Qué debe mantenerse a toda costa y cuando se convierte en inflexibilidad cuyos costos asumen otros?

A Kissinger se lo reconoció como un personaje central en la lucha contra el comunismo.

Y la pregunta se vuelve relevante para nosotros en este momento en que Javier Milei acaba de asumir la Presidencia porque se trata de una persona que, por un lado, fue elegida por su diferencia con el status quo político, porque se trata de un outsider que no pertenece a “la casta” y por eso mismo puede defender y cambiar lo que los políticos de siempre no defenderían ni cambiarían. Al mismo tiempo esa condición de extraño hace temer que el sistema lo rechace o lo relegue a la inoperancia, que no tenga la fuerza o el peso para cambiar las cosas. Y en estos días previos ya empezaron a aparecer manifestaciones de este dilema (pragmatismo vs principios) por las elecciones que hizo para su gabinete y las presidencias de las cámaras (la discusión sobre si incluir peronistas y gente del PRO o mantener a la gente que lo acompañó hasta aquí), por las batallas que decide pelear y las que relega.

Con actores que parecen estar esperándolo con el teorema de Baglini en la mano para contender (la CGT, los representantes de distintos movimientos sociales, los representantes gremiales de Aerolíneas Argentinas, los diputados y senadores kirchneristas…) bien podríamos preguntarnos qué debería hacer: tratar de acordar o sostener la contienda.

El problema

Por supuesto, podemos decir que evidentemente tendrá que hacer ambas cosas, ya que vemos las ventajas de hacer una u otra alternativamente. Pero no es tan fácil cuando no se piensa como un todo sino con el foco en las decisiones concretas de negociar o no. Por un lado, los principios ordenan y guían nuestras acciones; sin ellos quedamos a merced de fuerzas externas. Y algunas concesiones, aunque pequeñas, son el germen que pueden llevarnos a situaciones de no retorno. En un texto inédito que leyó por radio durante la Segunda Guerra Mundial titulado “Todos somos Macbeth”, George Orwell decía: “Esto se funda sobre la ilusoria convicción humana de que una acción pueda permanecer aislada, que uno pueda decirse a sí mismo: "Cometeré sólo este crimen para lograr mi fin e inmediatamente me haré respetable".

Pero en la práctica, como descubre Macbeth, de un crimen nace otro, aunque no crezca la maldad de quien lo comete. Su primer asesinato lo realizó para mejorar su status; los siguientes, mucho peores, los cometió en defensa propia”. Ceder en algunas vigas
puede hacer caer todo el techo y la idea de que uno debe meterse en el barro para sacar al sistema del barro probablemente haya dejado más personas embarradas que sistemas transformados. Cuando uso la brújula para darme cuenta donde estoy parado en cada momento pero no la uso para acercarme más hacia donde voy, la brújula pierde su utilidad como brújula.

Al mismo tiempo, no hay que ser ingenuos: la efectividad requiere generalmente de flexibilidad y concesiones. El idealismo es caro. Uno no elige de quién tener dependencia para lograr objetivos; y la inflexibilidad puede parecerse mucho a la inoperancia. Gritarle a la gente desde un montículo de superioridad moral sin poder cambiar nada de la realidad puede ser una forma de evasión de la responsabilidad. Pero eso, decir “hay que hacer ambas cosas” no nos resuelve el dilema en el que se encontrará el nuevo presidente en más de una ocasión: “En esta situación concreta con este interlocutor agresivo y que busca dañarme ¿debo negociar o no?”.

Presidente de la Nación, Javier Milei.

Cuando negociar con el diablo

Ya en otra ocasión hemos analizado la respuesta que da el profesor Mnookin a la cuestión de si negociar o no con gente que está en contra nuestro y quiere dañarnos, cuando propone hacer un análisis de costo-beneficio en torno a 5 preguntas: ¿cuáles son los intereses de las partes?, ¿cuáles sus alternativas (es decir, lo que pueden hacer o lo que va a pasar para cada uno si no negocian)?, ¿se puede visibilizar un acuerdo que pueda ser satisfactorio para ambas partes?, ¿qué costos tendrá para mí entrar a esta negociación? Y, por último, si acordamos ¿puedo confiar en que se va a implementar lo acordado?

Todas estas preguntas son fundamentales y van a la estructura misma de la negociación. Me gustaría aquí complementar con algunas consideraciones más personales, que nos sirviesen también a nosotros para pensar si entrar o no en negociaciones que parecen poner en tela de juicio nuestros valores, y en los que simultáneamente percibimos el costo de no negociar. Donde el postulado “pragmatismo vs principios” no es un juego mental de preferencias, sino una realidad concreta que terminará en acciones o inacciones con consecuencias en uno y en otros.

El propio Mnookin recomienda, cuando estamos tentados a entrar en acción o no negociar, presentarle el caso a un colega que no esté de acuerdo. Aun cuando sigamos en la misma línea de acción, nos obliga a dar razones a las propias inclinaciones, lo que a veces puede mostrarnos que son simplemente inclinaciones o, por el contrario, darnos el beneficio de hacernos pensar más racionalmente en por qué es el curso de acción que tiene más sentido. Y, para no perder el alma cuando se negocia con el diablo como el Fausto de Goethe, en el sentido de terminar haciendo cosas que nos reprochamos, que sentimos que nos envilecen, en
nombre de un pragmatismo mal entendido, puede ayudar tener a mano este checklist ético que propone el profesor Asuka Nakahara, de la Universidad de Pennsilvania, consistente en hacerse 4 preguntas:

  1. ¿Qué pasaría si esto llega a la tapa del diario? ¿podría justificarlo?
  2. ¿Como me sentiría estando del otro lado de esto?
  3. ¿Qué haría si tuviera que tomar esta decisión 10 veces más? (todas las semanas, todos los días…) ¿y 100 veces más?
  4. ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo? (versus las de corto)

Por último, Cade Massey, un colega de Takahara, recomienda “buscar la tercera vía”. La vida no es como en las películas, lo que en este caso es positivo, ya que en muchos casos es posible negociar sosteniendo los principios; ser efectivo sosteniendo integridad. En todo caso eso implica un nivel de creatividad mayor. Hacer algo diferente de lo que se viene haciendo para lograr un objetivo no implica hacer algo que no se debe hacer o no hacer nada. Puede ayudar buscar ejemplos de personas que lo hayan logrado (ex jefes, compañeros…). A gran escala pero también en negociaciones cotidianas, generar cambios reales manteniendo quienes somos puede convertirse en un desafío real y concreto.

Pensar en cómo atravesar este dilema se hace entonces necesario.

Pablo Benegas .

Pablo Benegas es filósofo, profesor de postgrado en la Universidad Torcuato Di Tella y consultor en Ingouville, Nelson & Asociados.

Archivado en