Los gestos que Javier Milei debe evitar si quiere parecerse más a Carlos Menem que a Cristina Kirchner
La inseguridad, la falta de coordinación entre sus aliados originales y la frenética búsqueda de la construcción de poder, hacen que los gestos de Milei se parezcan más a CFK que a Carlos Menem.
Desde hace una semana, la opinión pública y los principales analistas y consultores tratan de descifrar cuál es la estrategia de Javier Milei, un outsider al que todos calificaban, y lo siguen haciendo, de loco, que en dos años conformó una fuerza política que lo llevó a la Presidencia de la Nación, dotándose de todos los medios que la política le puso a disposición.
Primero se dejó rodear de las ayudas monetarias y políticas aportadas por el peronismo en general, que creyó ver en el anarco libertario la herramienta perfecta para perjudicar a Juntos por el Cambio, quienes si no hubieran cometido una catarata de errores no forzados, hoy estarían en su lugar.
Apenas terminó la primera vuelta, Mauricio Macri y Patricia Bullrich salieron raudos en ayuda de Milei. Él los aceptó y recibió gustosos, pero inmediatamente empezó a escuchar que si se quedaba muy cerca del expresidente, experto en dominar y dar órdenes, iba a quedar como un segundo títere, inmediatamente sucesor en ese puesto de lo que fue Alberto Fernández con Cristina Fernández de Kirchner.
Este permanente debate público hace que hoy Milei deseche lo que podría ser de una solución a su endeble poder político. Prefiere coquetear con el nuevo peronismo “republicano” representado por Juan Schiaretti y Florencio Randazzo, como si eso le resolviera parte de su diezmada legitimidad y presumiendo que puede repetir la hazaña de Carlos Menem que, desde el interior y sin estructura, se transformó en un jefe de Estado que llevó adelante una serie de reformas que perduran hasta hoy.
La diferencia entre un genio y un loco, dicen, es simplemente el resultado que alcanza. Si es positivo, será lo primero. Sino, simplemente se quedará en una anécdota. Sus orígenes lo marcaron. Con una constante marginación de parte de sus padres, que le reprochaban varias de sus costumbres y le exigían parecerse más a ellos, Milei siempre sufrió la mirada ajena. Eso "se nota mucho", como diría Axel Kicillof.
Su manera de conducir refleja esa anarquía y cambios de marcha y de choferes. “Es como si supiera al pie de la letra cómo llegar al obelisco con un sedán clásico, pero en lugar de ir por los carriles del medio, se mete en los barrios, sube a las veredas y cuando agarra la 9 de Julio se mete en el Metrobus”, graficaron dos importantes dirigentes que estuvieron una aproximación con su mundo más cercano.
Como nuevo presidente, con el que todos quieren quedar bien, acepta y escucha consejos de viejos y nuevos amigos. Y eso se nota. Sin embargo, está poniendo en crisis al principal aliado que había conseguido, el mismísimo Macri. “Realmente le está jugando muy bien, pero el calabrés un día dice basta, se repliega y se pone a esperar. Sino, preguntale a Horacio Rodríguez Larreta”, comentó alguien que lo conoce muy bien, por haberlo sufrido y disfrutado por igual.
Sus principales operadores políticos, alejados de la diaria de la gestión como lo está Nicolás Posse, son los dos "Guillermos", Francos y Ferraro. Ambos manejan mucho de peronismo en sangre, esa misma que los alienta a abandonar, o alejar a Milei so pretexto de que puede aparecer “títere” de Mauricio Macri.
Tampoco ayuda la manera radial que tiene de manejarse el presidente electo. La discusión que mantuvo con Victoria Villaruel no es ni pintoresca ni menor. Marca de cuerpo entero cómo puede opinar una cosa un día y otra diamentralmente opuesta unas horas después. La vicepresidente también fue un gran activo en su campaña para que no tome en cuenta algunas de sus ideas o pactos preexistentes, como el manejo bajo su órbita de todo lo relacionado con la seguridad y la milicia.
La danza de ministros y la observación directa de que él pretende ser ministro y presidente, igual que lo hizo por un par de meses el propio Sergio Massa, no ayuda. Tampoco le suma tener alrededor suyo una cantidad de personas con teléfonos que ya no atienden porque la agenda está más que desactualizada.
Sería muy bueno para él conseguir el apoyo de Macri, Schiaretti y Daniel Scioli. Sería una gran muestra de madurez y de sensatez, además de musculatura política en condiciones de convocar a quienes hasta ahora siguen siendo parte del Frente de Todos o Unión por la Patria.
Sin embargo, su defecto de origen, sentirse siempre incomprendido, dando pruebas de que es el mejor y más inteligente, le impiden ver y lo alejan de parecerse a quien dice que es su figura más ponderada en la política, Carlos Menem.
Al dos veces presidente no le importaba que lo despotricaran, le dijeran que no tenía idea de lo que pasaba en el país y en el mundo y se atrevía a andar en Ferrari a 300 km por hora, ir de pesca o jugar al golf porque debajo suyo tenía un gabinete con una calidad jamás repetida.
Milei, si quiere parecerse al “riojano más famoso”, debe abandonar su personalidad desconfiada y dejar de creer lo que dicen los diarios y medios en general. Sino, estará más cerca de ser Cristina Fernández de Kirchner, que sólo escuchaba y atendía a quienes no la miraban a la cara, bajaban la vista, y solo asentían con su cabeza.