Javier Milei, el presidente que no tiene territorio, arrasó en las provincias e inquieta
Javier Milei logró un contundente triunfo nacional, pero no tiene ni un intendente propio en todo el país. Deberá acordar políticas, sin tener capilaridad.
Desde 2001 Argentina tiene una demanda que no desapareció, sino que estaba latente; dormida, y que tienen en la elección de Javier Milei un nuevo despertar epidérmico, primitivo; una energía que trasciende, probablemente, las ideas. La decepción de la Alianza, los retazos del eslogan de la "década ganada" con la mitad de los argentinos viviendo bajo la línea de pobreza, el fracaso de Juntos por el Cambio y, más aún, del neo kirchnerismo, se transformaron en un hartazgo que se hizo tangible en votos. Ese basta es una herida abierta de la época del "que se vayan todos", y las preguntas sin respuestas de los centennials. Lo que era apatía hasta ahora, derivó en la elección más distópica de la historia democrática Argentina, con Javier Milei como presidente.
La "ola conservadora" y mística parece llegar tarde a Argentina, pero llegó al fin. La endogamia de la política tradicional ayudó. Pocos candidatos recibieron tanto repudio puntual como el presidente electo. La voluntad popular trascendió a los partidos, los dirigentes y referentes. Milei estaba blindado y ahora los próximos años se transforman en un desafío nuevo: sin capilaridad en el país, Milei se propone hacer reformas "sin gradualismo".
El mapa electoral es sorprendente. Milei es un presidente sin territorio, pero lo eligieron, sobre todo, en las provincias. No tiene ni un gobernador, ni un intendente, ni un representante ejecutivo en los 24 distritos del país. Pero arrasó en las áreas más productivas y con mayor diversidad política. En Córdoba, por ejemplo, sacó 74% de los votos, un récord que será difícil de igualar. Pero ninguno de los 246 intendentes le responden. En cada elección provincial que se presentó, fracasó. Y sus aliados locales tienen debilidades políticas. En medio del hartazgo parece haberse convertido en un valor positivo. Milei es, como ningún otro, el presidente del "distrito único" que marca la Constitución de 1994. Pudo "contra el conurbano", con los votos de Santa Fe, Mendoza y Córdoba. En realidad con los votos de todo el país.
Mendoza fue el segundo distrito con mayor porcentaje de votos a favor del libertario. No fue una sorpresa porque Sergio Massa era respaldado por un peronismo que está en su peor momento. Pero el panorama de la provincia grafica la sinuosidad del electorado: en un mismo año los mendocinos eligieron a intendentes peronistas, un gobernador radical, diputados nacionales demócratas y un presiente libertario.
No está claro cómo se compatibilizarán las agendas del Presidente y el de los gobernadores. La del ajuste, con la de la alta dependencia del Estado que tiene la mitad de los argentinos.
En el caso de Mendoza el gobernador Alfredo Cornejo apuesta a sostener su plan, aunque con un escenario distinto. Juntos por el Cambio desaparecerá como tal y probablemente parte del ala dura pase a formar parte del Gobierno. El gobernador mendocino apunta a liderar la "liga" de gobernadores afines. A esa alianza le ocurrió lo inverso a La Libertad Avanza: consiguieron construir poder territorial, pero se les deshizo la cúpula, se quedaron sin liderazgos y puntos de unión. La horfandad es un riesgo y una oportunidad. En el caso de Mendoza, por ejemplo, además de la dependencia institucional que hay (por la concentración en la administración de recursos) hay otras particularidades. Del Milei va a depender, por ejemplo, que el Gobierno de Alfredo Cornejo pueda usar libremente o no los 1023 millones de dólares que originalmente tenían como destino la construcción de Portezuelo del Viento y que el gobernador electo quiere emplear para otras obras.
En otras provincias con impronta productiva, como Córdoba, también inquieta la liviandad conque el Presidente electo se tomó el comercio exterior. Las principales industrias de la provincia mediterránea, donde ganó por amplio margen, dependen de las buenas relaciones comerciales con Brasil (por la exportación de autos) y con China (por la soja).
A nivel estructural lo que más preocupa es la macroeconomía. Cómo hará Milei para estabilizarla, generar condiciones distintas y competitividad. El escenario no es promisorio porque los meta mensajes enviados entre Massa y Milei no auguran una transición cómoda. La economía arde y, sin campaña por delante, se correrá el velo para ver la realidad más cruda.