Confusión entre históricos de Milei en la Provincia: toman distancia de su suerte en el balotaje
Más allá de la decisión política que tomó Mauricio Macri para quedarse con una parte del León, la estructura preexistente de Javier Milei ya está mirando cómo se acomoda más allá del libertario.
Las dificultades que se observan en el ensamble entre Mauricio Macri y Javier Milei tienen un motivo central que surge por la forma en que fue concebida La Libertad Avanza, construida con los requechos del PRO y del peronismo.
Tras la brillante elección porteña, fundamentalmente anclada en los barrios más pobres y siempre adherentes al peronismo, Javier Milei se transformó, rápidamente, en un rock star que sobrepasó sobradamente a quien le pidió que lo acompañara en la aventura de 2021, otro economista, José Luis Espert.
El discurso anti casta, la idea de una propuesta liberal casi extrema y anárquica a la vez captó no solo la mirada de la dirigencia política sino, fundamentalmente, de una sociedad cansada por las internas que se vivían en Juntos por el Cambio.
Por eso fue que apenas nació sus filas estuvieran superpobladas de concejales del PRO, en actividad o con mandato cumplido. Los más liberales de los seguidores de Macri se habían cansado porque veían que el fracaso del gobierno de Cambiemos los había dejado fuera de toda posibilidad electoral pero con Milei eso se modificó.
Rápido, el peronismo vio lo que terminó pasando tras la elección del 22 de octubre: la ruptura del principal frente opositor con una propuesta más extrema y más drástica. Carlos Kicuchi y Sebastián Pareja, unidos en diferentes tiempos pero con similares fines, empezaron a escuchar el ring tone de sus celulares constantemente, con llamadas o mensajes que provenían de teléfonos que no tenían agendados.
¿Cómo contener lo que se venía si no tenían ni partido? En un momento, algunos le sugirieron a Joaquín De la Torre que aportara su propia estructura legal para el nuevo emprendimiento. No funcionó. Fue entonces cuando empezaron a sonar otros teléfonos, como los de Fernando Rozas, presidente del partido Unión Celeste y Blanco, y Juan Pablo del Oso, dueño de otra estructura casi con idéntica nominación, dieron el soporte legal para el armado libertario.
Por una cuestión de simple matemática, fueron los intendentes peronistas los más ávidos de correr a acordar con Javier Milei y sus desarticulados operadores. Tanta fue la voracidad por conocerlos que esas diferencias en cuanto a territorios y armados persisten hasta hoy.
Los cambiemistas también llegaron hasta el santuario libertario. De la Torre estuvo a punto de ser candidato a gobernador pero desistió. Diego Valenzuela, de Tres de Febrero, tiene una vieja amistad personal con el anarco libertario desde las épocas en que ambos estudiaban Economía. Todos querían incidir en sus listas.
Entonces, Sergio Massa fue quien graficó mejor que nadie, en más de una reunión, la importancia de que hubieran dos ofertas parecidas en cuanto al pedido de cambio. La división opositora podría permitir, como terminó sucediendo, que el gobernador Axel Kicillof sea reelecto y así también todos los intendentes. Ahí empezó la teoría de los tercios que luego comentó, erudita, Cristina Fernández de Kirchner.
Los medios y los propios protagonistas dejaron en claro cómo fue la anómala construcción de la Libertad Avanza, los compromisos con la mayoría de los jefes comunales o gobernadores peronistas y cómo estos incidían en los armados de las listas.
A las rispideces e intrigas que preexistían entre Kikuchi, Rozas, Pareja, Del Oso y Karina Milei todo volvió a removerse cuando Carolina Píparo, otra ex PRO, terminó siendo candidata a gobernadora y Victoria Villarruel a vicepresidenta. Otra vez, a abrirse las listas para que entren más paracaidistas. Y ni que hablar cuando Luis Barrionuevo dijo “buen día”. Ya nadie podía explicar más nada.
En el pasado, el peronismo siempre utilizó terceras fuerzas para saldar políticamente cargos y formas que de otra manera se le haría muy complicado. Antonio Cafiero creó la Renovación, pero luego Saúl Ubaldini, Aldo Rico, Luis Patti Francisco De Narváez y el propio Massa fueron experiencias en las que, en su seno, se trataba de contener a la mayoría de dirigentes peronistas que no podían participar de la orgánica manejada por Eduardo Duhalde, Carlos Menem o Néstor y Cristina Kirchner.
La llegada de Mauricio Macri alteró, otra vez, la preexistente anarquía. Los ya electos no quieren ceder un centímetro en el manejo de la fiscalización, cuyos montos y estructuras siguen siendo la misma casta que dicen erradicar.
Los peronistas preexistentes al nuevo acuerdo M&M no quieren ni sentir hablar de los ex Juntos por el Cambio. Y los que manejaron la franquicia hasta ahora, tampoco. Todos los días queda más claro que lo que estaban con “El loco” iban ahí más que nada para cobrar ellos mismos. Las ideas de cambio y anti casta, pueden esperar.