Opinión

La hora de la casta

El peor ministro de Economía desde la llegada de la democracia, acorde a cualquier variable que se analice, se convirtió en el candidato más votado.

Martin Pittón lunes, 23 de octubre de 2023 · 18:36 hs
La hora de la casta
Sergio Massa

Sergio Massa demostró que los milagros en política existen. Sí, esto sólo puede suceder en la Argentina y demuestra una vez más que el peronismo se resiste a morir por más que su partida de defunción se haya firmado innumerables veces. En su discurso de triunfo, el ministro-candidato reveló que creció 15 puntos desde las PASO para alcanzar el 36,68% con el 98,51% de las mesas escrutadas. Un resultado categórico, que se explica porque los gobernadores del norte y los intendentes del conurbano bonaerense salieron a “cuidar” el voto. Fue la hora de la casta que movió el aparato. Sergio Massa ordenó a un peronismo que después de las PASO parecía en desbandada. Su remontada en la Provincia de Buenos Aires es impresionante. La Cámpora ganó en doce municipios: Quilmes, Suipacha, Mercedes, Hurlingham, Colón, Carmen de Areco, Bransen, Rosales, Bahía Blanca, Olavarría, Azul y Lanús.

En este último, fue derrotado Diego Kravetz; el delfín de Néstor Grindetti el también derrotado candidato a gobernador de la Provincia de Juntos por el Cambio. Unión por la Patria sumó más de dos millones de votas con respecto a las PASO. Un éxito indiscutible. Desde las alturas de su innegable triunfo, Sergio Massa promete respetar la Constitución Nacional; algo que hasta hora es un pendiente en su gestión. Ensaya un discurso que ataca a Javier Milei, su adversario en el balotaje en pocas semanas, y le tiende la mano al radicalismo que comparte los valores democráticos del centenario partido. Se trata de la segunda embestida de la noche para desguazar a Juntos por el Cambio.

Cuando Javier Milei ocupó el escenario en su bunker ensayó un discurso de triunfo. Foto: MDZ.

La primera vino de la mano de Javier Milei que felicitó a Jorge Macri, ganador en la Ciudad de Buenos Aires pero que no le alcanzó para evitar la segunda vuelta que deberá disputar con Leandro Santoro, y a Rogelio Frigerio, ganador de la gobernación de Entre Ríos. Que Massa haya llegado al balotaje no es una sorpresa. Desde hace varias semanas ya se vislumbraba que Patricia Bullrich se quedaba afuera. Pero lo que verdaderamente desconcierta es que haya sido el candidato más votado teniendo en cuenta su mala gestión como ministro de Economía.

El dólar sin freno, la inflación sin techo y la pobreza multiplicándose. Ningún país sensato soportaría un candidato con esta
performance como funcionario. La Argentina sufre el síndrome de Estocolmo con el peronismo. Es un fenómeno muy difícil de entender. Sin embargo, hay que ser ecuánimes. Massa hizo la mejor campaña de los tres postulantes con más posibilidades de ser presidente. El plan platita funcionó a la perfección como también la devolución del IVA y la eliminación del impuesto a las
ganancias para la cuarta categoría. Pero eso no era suficiente si los intendentes del conurbano bonaerense y los gobernadores del norte no salían a “cuidar” los votos. Allí se vio la acción ordenadora del candidato que también consiguió el apoyo de los “gordos” de la CGT. Una nueva dosis de peronismo clásico que la sociedad argentina sigue consumiendo.

La noche del triunfo Sergio Massa, además, comenzó con la deskirchnerización del peronismo aunque sea “pour la galerie”. Una vez más se comprobó que los escándalos de corrupción no restan votos. Los Insaurralde y los Chocolate no mueven el amperímetro. Federico Otermin, presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, aliado de Martin Insaurralde, cruzado por el escándalo de Chocolate, ganó la intendencia de Lomas de Zamora por el 50% de los votos. De eso tiene que hacerse cargo la sociedad. Ahora, nadie puede fingir demencia porque las cartas estaban todas sobre la mesa.

No hay derecho a patalear

El kirchnermismo no está muerto y gracias a la contundente reelección de Axel Kicillof se refugiará en la Provincia de Buenos Aires. Es el diseño que puso en práctica Cristina Fernández de Kirchner que se despegó del propio gobierno que engendró. En el día de su cumpleaños, Javier Milei no pudo hacer realidad su sueño de ser el candidato más votado e inclusive para los más optimistas de La Libertad Avanza convertirse en presidente electo. No pudo ser. Sus propios exabruptos, las desopilantes polémicas desatadas por el dúo Benegas Lynch, padre e hijo, la constante violencia verbal de Ramiro Marra y la disparatada agenda parlamentaria de Lilia Lemoine conformaron un coctel que profundizaron el miedo que genera Milei. A eso se sumó el entendimiento del libertario con Luis Barrionuevo, probablemente el exponente más rancio de ese grupo informe al que Milei denomina casta. Perdió credibilidad y generó miedo. Como dice el consultor político Carlos Fara, “león que ruge demasiado fuerte asusta”.

La noche del triunfo Sergio Massa, comenzó con la deskirchnerización del peronismo aunque sea “pour la galerie”.

Cuando Javier Milei ocupó el escenario en su bunker ensayó un discurso de triunfo. No es del todo errado si se tiene en cuenta que hace dos años era impensable que liderara la segunda fuerza más votada. Es más, con los resultados del domingo a la noche Javier Milei es el jefe de la oposición con un bloque de 39 diputados y 8 senadores. Sí, es el segundo milagro de la política argentina. Javier Milei, como Sergio Massa, ofreció un discurso de conciliación. Dijo que hacía tabla rasa y se olvidaba de las agresiones. Felicitó a Jorge Macri por su elección en la Ciudad de Buenos Aires y le hizo un guiño porque ambos están en el mismo barco que se llama balotaje contra un enemigo común, el kirchnerismo. Busca seducir a los militantes del PRO, esos que se hacían llamar halcones. A su turno, su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, afirmó que las puertas de La Libertad Avanza están abiertas para todos. Una nueva campaña había empezado y Villarruel fue la primera en entenderlo. Como sea, en la noche del domingo la casta lo derrotó por seis puntos pero sigue en carrera.

Si el triunfo de Sergio Massa fue una sorpresa también lo fue la magnitud de la derrota que sufrió Juntos por el Cambio. Si bien era más que esperable que Patricia Bullrich no pasara a la segunda vuelta, ni el más sagaz de los analistas políticos vaticinó que
quedara a 12,82 puntos de Sergio Massa y a 6,18 de Javier Milei.

Patricia Bullrich jamás encontró el ritmo de la campaña. La interna con Horacio Rodríguez Larreta la debilitó. Se quedó sin discurso. Carlos Melconian no fue eficaz para explicar la economía y quedó como un “vende humo”. Su buen desempeño en el segundo debate no fue suficiente. El acuerdo con el todavía jefe de G                                                                                                                                                                     obierno llegó demasiado tarde y pareció una maniobra desesperada para tratar de sacar adelante una campaña que naufragaba. Los escarceos entre Mauricio Macri y Javier Milei mostraron a Bullrich como una candidata huérfana. El ex presidente, que ahora se descuenta su apoyo a la candidatura de Milei, tiene una gran responsabilidad en la muy probable disolución de la alianza Juntos por el Cambio. Patricia Bullrich se quedó sin discurso y en una contundente definición Milei la calificó como su “quinta marca”. Pero tal vez el principal error de Bullrich haya sido que planteó una campaña que dio resultado en el 2015, pero que ocho años después lució completamente anacrónica. Bullrich nunca generó una esperanza a diferencia de Massa y Milei, solo planteó la destrucción del kirchnerismo. No alcanzó.

Mauricio Macri tiene una gran responsabilidad en la muy probable disolución de la alianza Juntos por el Cambio. Foto: MDZ.

El domingo por la noche se impuso, una vez más, la casta. Es cierto que Sergio Massa hizo la peor elección del peronismo pero fue suficiente para que se ilusione con ser el sucesor de Alberto Fernández. Empieza el último tramo del larguísimo proceso electoral
argentino. Es otra campaña y el final sigue abierto.

* Martin Pitton, Periodista político y conductor del podcast Micro Mundos.

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