El regreso del PJ bonaerense

Enemigos íntimos: Massa, Kicillof y Kirchner, una convivencia en la que todos ganan

Además de Insaurralde, Sergio Berni tendría las horas contadas en el gabinete de Axel Kicillof. Con Sergio Massa son los nuevos dueños de la Provincia. Pero, en silencio, Máximo sigue sumando amigos.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare lunes, 23 de octubre de 2023 · 01:35 hs
Enemigos íntimos: Massa, Kicillof y Kirchner, una convivencia en la que todos ganan
Foto: Télam

Sergio Massa y Axel Kicillof son los dos mayores ganadores de las elecciones generales de ayer. El primero porque rompió con todos los libros de la política al ser el candidato más votado a pesar de la híper en ciernes y el peor gobierno de la historia que él representa. Sin embargo, Máximo Kirchner está tranquilo. Duplicó la cantidad de intendentes que le reportarán a partir del 10 de diciembre.

El reelecto gobernador, en tanto, no molestó en la verdadera marea de votos que armaron los intendentes del Gran Buenos Aires que, en promedio, le sumaron casi diez puntos a las elecciones PASO y hasta le arrebataron a Juntos por el Cambio el municipio de Lanús, que gobernó durante ocho años Néstor Grindetti, a través del camporista Julián Álvarez.

Massa y Máximo Kirchner seguirán siendo aliados. Se necesitan. Hasta el balotaje del 19 de noviembre. Si gana el candidato de Unión por la Patria, la relación se revertirá ostensiblemente. El hijo de los dos presidentes deberá observar una subordinación que hoy no tiene. En los festejos de hoy a la noche, Massa apareció solo, sin nadie alrededor. No cantaron, como cuando asumió como ministro, "este es el Frente, Renovador", pero sólo hubo vítores para él. "Los pibes para la liberación" no se escucharon.

El jefe de La Cámpora, además, deberá discutir desde otro lugar con Axel Kicillof, con quien la relación es tirante por demás. El reelecto jefe provincial aprovechará el escándalo del yate y del Bandido para pasar una escoba muy gruesa por todo el gabinete, a quien le agradeció, sin embargo, por haberle permitido ganar. Y quien caerá en desgracia es quien “trajo al chancho”, Martín Insaurralde. El joven Kirchner lo implantó como jefe de Gabinete para que los intendentes tuvieran algo de manejo en un gobierno que sentían, y sienten, muy muy lejano.

Kicillof - Maggario, la dupla que no pudo romper Máximo Kirchner. 

El reinventor de la frase del chancho, Sergio Berni, es otro que tendría las horas contadas. Derrotada su esposa Agustina Propato en Zárate, su manejo de la Seguridad fue siempre una materia pendiente en el Gobierno bonaerense. Y su relación con los jefes comunales, una tragedia para Kicillof.

Máximo Kirchner, ausente sin aviso de todos los festejos, sin embargo, puede esperar y empezó a engordar su rebaño. Amplificó la cantidad de intendentes que tenía en 2019 con la llegada de Julián Alvarez, en Lanús. Ahora tiene cuatro. El nombrado, Mayra Mendoza, en Quilmes, Damián Selci, en Hurlingham, Leonardo Boto, en Luján y Juan Ustarroz que se mantuvo en Mercedes. A ellos se les suman los aliados directos como Lucas Ghi, de Morón, Mauro García, de General Rodríguez y la siempre ubicua intendenta de Moreno, Mariel Fernández, que todavía mantiene la chapa del Movimiento Evita en su puerta pero cada vez que puede, la esconde.

Con esta fortaleza, es poco probable que Máximo Kirchner sufra algún reclamo para que renuncie al PJ bonaerense, como muchos suponían que ocurriría dada la performance que le auguraban a Unión por la Patria.

Queda claro, tal cual se viene alertando y señalando en MDZ, que el público y votante del peronismo prefiere, siempre “malo conocido que bueno por conocer” y se abroquela, fortalece y defiende al propio ante el extraño. No sólo sorprendió por la victoria, sino por la diferencia que Federico Otermín le sacó a su inmediato competidor, el cambiemista Guillermo Viñuales.

Increíble pero real, en Lomas no entraron las balas y Otermín fue electo intendente. 

Donde hubo internas fuertes, como General San Martín, Moreno y Lanús, entre otras localidades emblemáticas del Gran Buenos Aires, los ganadores de esas PASO no solo retuvieron todos los votos de sus rivales sino que los incrementaron, salvo en el caso de Hurlingham, por poco margen.

De los intendentes que “se lucieron”, en la Primera Sección electoral se debe mencionar a Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, quien con casi 60% le ganó en la puja personal que tienen con sus pares por ver quién es el más votado. Sacó más votos que Fernández en Moreno y Federico Achaval, de Pilar, que con distritos más populosos quedaron a dos puntos de diferencia.

En la Tercera Sección, la zona sur y oeste, Fernando Espinoza cumplió, en La Matanza, con la lógica de acumular todos los votos de las PASO que en la interna sufrió contra el Movimiento Evita. Ahí el peronismo consiguió el 50% de los sufragios, aunque los más votados fueron Ensenada, de Mario Secco, un rival de Máximo Kirchner, con el 63%, y Andrés Watson, de Florencio Varela, con el 60%.

Ni Juntos, ni Cambio

El desastre de una campaña plagada de internas y falta de mensaje hizo que, salvo Soledad Martínez, en Vicente López, todos los demás se desprendieran rápidamente de los tramos provinciales y nacionales. Esta fue una grandísima diferencia entre el peronismo y el cambiemismo, que se transformó un ex frente político desde el día posterior a las PASO.

Por su lugar y su trabajo, la nueva intendenta consiguió 50% de los votos, con un 6% de corte en su favor con respecto de Patricia Bullrich. En otra gran elección, Jaime Méndez, en tándem con Joaquín De la Torre, consiguieron sólo un punto menos que Martínez en la categoría municipal en San Miguel.

Grindetti no llegó a activar el matafuegos ni siquiera en Lanús.

Diego Valenzuela, el primero que vio lo que podía pasar, apuró el trabajo de “independencia”, desde el mismo momento de las PASO y lo continuó en la elección general. Así, nuevamente consiguió 20% que Bullrich y alcanzar a nivel intendente, 47%.

La zona Sur se convirtió en una pesadilla terrible para Juntos por el Cambio. Julio Garro, en La Plata, peleaba voto a voto contra Julio Alak, y podría ser el actual ministro de Justicia de Kicillof el próximo intendente. Donde la catástrofe llegó es en Lanús. Aquí también el peronismo kirchnerista no sufrió fugas de votos de las PASO y Julián Álvarez se impuso ante Diego Kravetz, el candidato de Grindetti.

Tampoco pudieron facturar sus buenas performances en las PASO Gastón Di Castelnuovo, en Ituzaingó, ni Leandro Ugartemendía, en Morón. El tsunami peronista los dejó sin chances y lejos de cualquier disputa directa con el poder peronista representado ahora por Pablo Descalzo y Lucas Ghi, respectivamente.

¿Cómo se reconfigura el mapa opositor? Con los radicales muy dañados y sin referencias, haciendo las valijas para emprender el camino que inició hace tiempo Leopoldo Moreau y luego siguió Ricardo Alfonsín. El PRO con un protagonismo mayor de Martínez, quien con el apoyo de quien será la figura máxima de esa fuerza, Jorge Macri, convocará a la reconstrucción de todo ese arco opositor al cual se le sumará Ramón Lanús, el recientemente electo intendente de San Isidro, rompiendo con una hegemonía de la familia Posse por más de cincuenta años.

Más alejado, pero no por eso importante, Sebastián Abella, de Campana, ratificó que es el intendente con mayor intención de votos de todo el AMBA. Ahí consiguió 57% y contagió a Zárate, que cambió luego de la caída de Osvaldo Cáffaro de color político. El cambiemista Marcelo Marzkin se impuso por cuatro puntos a Agustina Propatto de Berni.

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