Debate por la reforma

Dalmiro Garay advirtió un fracaso de la Corte y garantizó la independencia judicial

El presidente de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza respaldó el proyecto de ley que modifica el funcionamiento interno del tribunal. Aseguró que la iniciativa no pone en juego la autonomía del Poder Judicial y lanzó contundentes definiciones sobre la relación con la política.

Gianni Pierobon
Gianni Pierobon jueves, 22 de septiembre de 2022 · 17:01 hs
Dalmiro Garay advirtió un fracaso de la Corte y garantizó la independencia judicial
Foto: Maximiliano Ríos/MDZ

La Suprema Corte de Justicia de Mendoza se encuentra atravesada desde hace días por un intenso debate a partir del proyecto de reforma del funcionamiento interno que impulsa el Poder Ejecutivo. En este contexto, el presidente del máximo tribunal de la provincia, Dalmiro Garay, celebró la iniciativa y destacó que ayudará a solucionar un sistema que “ha fracasado”. Asimismo, hizo hincapié en que la independencia del Poder Judicial no está afectada.

En una entrevista concedida a MDZ Radio, el magistrado resaltó que tras las exposiciones en la Legislatura respecto de la propuesta de reforma, “ha quedado bien explicitado que todos los ministros de la Corte reconocemos que ya en la cúspide del Poder Judicial en materia jurisdiccional hay un problema”.

“Tenemos el problema de una Ley que está vigente desde 1984 pero ya en los últimos 20 años viene mostrando inconvenientes porque no solamente permite la elección de salas, lo cual es malo para el sistema y la transparencia, sino que también, por cómo se acomodaron los paquetes de competencia, la sala penal laboral y la sala civil, a la larga, por la cantidad de trabajo, terminó recargando a tres jueces versus los otros tres”, se explayó.

En este sentido, aseguró que “el sistema en sí ha fracasado” y explicó que “hoy tenemos una Corte que no resuelve como el justiciable quiere. Claramente, la manera en la que hoy funciona jurisdiccionalmente la Corte no va más. No hay manera de arreglarlo, lo hemos intentado con tecnología o con algunas modificaciones, pero no va más”.

Reconoció que internamente se ha discutido en la Corte una posible solución. “Las distintas miradas que teníamos de la solución, la verdad es que no pudimos llegar a un acuerdo y ahora tenemos esto que es una iniciativa legislativa del Poder Ejecutivo. Y para mí es una solución razonable”, sostuvo.

Respecto al núcleo del problema, destacó que “si tengo a seis jueces trabajando, tres tiene el 30% de las causas y el 70% lo tienen los otros tres, y lo que planteo es que un juez más ingrese y que se sorteen las causas entre todos para nivelar las cargas, parece razonable”. “Es un proyecto que bien aplicado nos puede llevar a una gestión transparente de la Corte con una optimización de servicio de cara a la ciudadanía. La buena justicia es una sentencia razonablemente dictada en un tiempo razonablemente impuesto”, agregó.

Por otra parte, Garay desestimó las críticas que plantearon los jueces Mario Adaro y Omar Palermo acerca de que esta propuesta oficialista es antidemocrática o pone en juego la independencia del Poder Judicial.

“Hay que entender que no es un proyecto antidemocrático, no es un proyecto que condiciona la independencia del Poder Judicial. De ahora en adelante los siete miembros van a sortearse por cada causa que ingresa y dictan su sentencia, no veo comprometida la independencia del Poder Judicial por un planteo así. La independencia del Poder Judicial claramente no está afectada. Un procedimiento de esta envergadura, lejos de afectar la independencia del Poder Judicial, la va a favorecer, porque ya nadie va a dudar”, subrayó.

En tanto, también rechazó que exista una interna entre un ala filoradical y un ala filoperonista al interior del tribunal y afirmó que “en la Corte no hay mayorías ni automáticas ni hegemónicas y desde que estoy yo no existe chance de encontrar ese tipo de resoluciones”.

También negó que el proyecto busque disolver la actual composición de la Sala II, que tiene una circunstancial mayoría de jueces nombrados durante gobiernos peronistas. “La integración de las salas las define el pleno. En cualquier momento se puede llamar y cambiar la integración de las salas. Si hubiera una voluntad hegemónica como se plantea se cambiaría un miembro, así que no tiene sentido plantear estas cosas. No se hace porque institucionalmente está mal”, señaló.

“Acá el problema no son los nombres que integran las salas, no es si la sala es ‘filo tal’ o ‘filo tal’, el problema lo tiene el que va a pedir justicia a nuestra Corte que no tiene resoluciones en tiempo razonable”, añadió el presidente de la Suprema Corte.

En este sentido, admitió que históricamente siempre existió un interés de la política partidaria por influir en la Justicia, pero refutó que los jueces de la Corte mendocina sean permeables a esas presiones.

“Es normal que a un juez lo tensionen todos los intereses, no solo políticos. La independencia pasa porque uno sepa manejar esas tensiones y que no influyan en el criterio que uno tiene que aplicar al momento de dictar sentencias”, dijo Garay.

En este sentido, aclaró que “yo no veo esos problemas cuando a mí me ha tocado dictar sentencia. Pero en definitiva la sentencia está escrita y está firmada. Basta solamente sentarse a ver la sentencia de cada uno para saber si ha sido permeable a tal o cual interés de la política partidaria, o del sistema económico o del sistema de presión sindical”.

Por otra parte, también se refirió al proyecto de reforma de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que impulsa el gobierno nacional del Frente de Todos, el cual plantea aumentar la composición del tribunal a 15 integrantes.

“No lo comparto, me parece que la Justicia no es representativa, no es que cada provincia tenga que tener un juez, es una locura. La Justicia tiene que sentarse como un cuerpo colegiado a dictar sin tener que representar a nadie, sino estamos vulnerando uno de los poderes del Estado. Eso sí me parece que es inconstitucional. Me parece que una Corte con siete o nueve miembros es lo más razonable. Las reformas son buenas o malas porque en sí mismas son buenas o malas, por los efectos que tienen y por cómo después impactan el servicio”, sentenció.

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