Análisis

Las desinteligencias propias de ver la realidad a través de un polarizado

En medio de una crisis económica y los reclamos salariales, el Gobierno opta por una estrategia discursiva confrontativa que atenta contra la posibilidad de resolver el conflicto.

Andrea Pellicer
Andrea Pellicer sábado, 6 de agosto de 2022 · 11:03 hs
Las desinteligencias propias de ver la realidad a través de un polarizado
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

“Levanto los vidrios polarizados de mi auto importado porque no me gusta ver pobres ni miseria”, fue una de las tantas frases del repertorio de la polémica vedete Moria Casan que han quedado en su archivo. Fue durante la primera década de los 2000 cuando la actriz aseguró ser frívola y no interesarle la política.

Actualmente la dirigencia política parece estar inmersa en la suerte de “síndrome del polarizado” incapaz de empatizar con una sociedad que actualmente vive uno de los momentos más críticos de los últimos tiempos. Las economías familiares se ven amenazadas, día a día, en medio de la incertidumbre y una inflación que no da tregua.

Más allá de palabras y discursos políticos que buscan transmitir una cercanía con el ciudadano de a pie, los hechos muestran otra realidad. Por ejemplo, el centenar de invitados que tuvo el acto de asunción de Sergio Massa como ministro y la pompa festiva que se organizó para la ocasión.

A nivel local, también hay muestras suficientes, en las últimas semanas se conoció que la cúpula del Tribunal de Cuentas goza de sueldos que superan el millón de pesos por mes. En tanto, los legisladores decidieron tomarse un receso invernal de dos semanas y, al regresar, realizaron una sesión que no superó la hora reloj.

El conflicto docente

Suele ser encantador observar a los niños pequeños jugando a las escondidas, ya que su desarrollo cognitivo los hace suponer que, si alguien está fuera de su campo de visión, entonces ese otro tampoco puede observarlo a él. Así se los puede ver solo con sus ojos cerrados y su cuerpo completamente al descubierto.

Mantener esta clase de comportamientos cuando se es adulto sería un completo despropósito para la supervivencia. Pero, al parecer, esta regla no corre para los dirigentes políticos y los hace caer en serias desinteligencias.

Muestra de ello fue el infructuoso regreso a clases tras el receso invernal. Desde el sindicato docente se había anunciado la realización de un paro de 48 horas, medidas que no habían resultado exitosas desde la implementación del ítem aula. Sin embargo, todo hacía suponer que esta vez no sería así.

El malestar de los docentes y no docentes era evidente en las redes sociales, los colegios privados anticipaban a los padres la inasistencia de los maestros y las familias, en las redes sociales, mostraban su apoyo.

Con las escuelas prácticamente vacías y decenas de personas ya concentradas en la calle para marchar, el Gobierno de Mendoza decidió realizar una conferencia de prensa en la que afirmó que el acatamiento al paro era solo del 35%. Durante ese encuentro con los periodistas, también se comenzó a gestar una estrategia discursiva que este viernes se evidenció: el paro es político.

Pero las declaraciones no se limitaron a estos conceptos, el ministro de Gobierno, Víctor Ibáñez, catalogó la medida de fuerza como: “insólita”.

Con el correr de las horas, fue el propio Rodolfo Suarez quien decidió poner paños fríos al malestar que se había acrecentado. Lo hizo a través de Twitter y referenciando la crisis económica nacional como uno de los principales responsables del enojo docente.

Sin embargo, este mensaje de entendimiento y empatía quedó truncado cuando, tras el rechazo a la oferta paritaria, el Gobierno decidió aplicar el aumento salarial por decreto.

Estrategias peligrosas

El jueves el SUTE decidió convocar a un paro por 72 horas para la próxima semana. Ante el anuncio, el Gobierno convocó a una nueva conferencia de prensa, la cual estuvo abocada a apuntar sus cañones contra la dirigencia del sindicato al cual acusaron que estar ligado con la agrupación kirchnerista La Cámpora y de querer instalar en Mendoza el “método Baradel”, en referencia al gremialista bonaerense.

Si bien es una realidad que el secretario general del sindicato docente tiene fuertes lazos con el Justicialismo, no es una información que haya sido alguna vez ocultada. Incluso, también comanda la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) regional Mendoza.

Pero lo que resulta una desinteligencia por parte del Gobierno es asumir que los más de 20 mil trabajadores que decidieron marchar durante el martes 26 de agosto fueron motivados a salir a las calles por una cuestión partidaria o mandato kirchnerista. Sobre todo, cuando la canasta básica ya supera los 100 mil pesos.

“Tienen profundo desprecio por la presencialidad como lo demostraron durante toda la pandemia”, fue una de las frases expresadas con José Thomás y, si bien, se refería específicamente a los dirigentes sindicales, estas palabras quedan en el aire sin mucha explicación. Es que, el SUTE se sometió a elecciones en diciembre del 2021, hasta entonces el sindicato estuvo liderado por dirigentes de izquierda con Sebastián Henríquez a la cabeza.

Poner en duda el trabajo docente durante la pandemia parece ser una estrategia desesperada y poco inteligente. Sobre todo, cuando, al regresar la presencialidad, se hizo evidente que las escuelas no habían tenido mantenimiento durante los meses de encierro y los alumnos debieron utilizar hasta tachos para sentarse debido a la falta de sillas y bancos.

Es decir, valorizar el hecho que los chicos estén en las aulas no debiera limitarse a una cuestión discursiva ya que resulta por demás fundamental que estén garantizadas todas las condiciones para el aprendizaje. 

La delgada línea

Son, en promedio, unos 10 mil pesos los que se les descontará a los docentes y no docentes que se plegaron al paro. Una suma más que significativa en sus salarios. Una de las condiciones que el SUTE llevó a la mesa paritaria es que esta quita no se llevara adelante, pero desde el Gobierno rechazaron esa posibilidad. 

Desde el sindicato docente son conscientes de que esta situación no se puede mantener en el tiempo y que, tarde o temprano, la participación disminuirá. Otro punto, que tampoco se debería obviar, es que las condiciones económicas nacionales tienen un gran protagonismo en cuanto al sentimiento de malestar que existe en las escuelas. 

Inevitablemente estas dos situaciones los pone contra las cuerdas.

 

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