Es indispensable fortalecer la República Democrática y la paz social

En virtud del alegato de los fiscales Mola y Luciani se ha instalado con gravedad inusitada en la realidad nacional, por parte del kirchnerismo y de muchas organizaciones y actores peronistas, un estado de convulsión, zozobra y ataque directo a jueces, fiscales e incluso la Suprema Corte Nacional. La conmoción que provocó el pedido de 12 años de prisión a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y la alarmante respuesta y confrontación del oficialismo y sus adherentes contra el dictamen y la Justicia, operó como una tormenta de fuego sobre una ya inquieta paz social.

No sorprendió, pero sí alarmó, la palabra presidencial. Sus endebles y groseros argumentos en defensa de Cristina y su intromisión en la Justicia, violando la Constitución (artículo 109) resultan peligrosos y vergonzantes. La apelación con falsedades evidentes, imposibles de soslayar por un abogado y más por el Presidente, cuando se refirió al caso Nisman y lo vinculó al fiscal Luciani son también alarmantes e inadmisibles.

Las diatribas, denuncias y nerviosas afirmaciones de Cristina, sostenidas y amplificadas con amenazas del tenor de las proferidas por el dirigente piquetero D’Elia, de kirchneristas extremos como Larroque, Tahillade, Moreau, solo por enumerar algunos, más las declaraciones de alerta y movilización, los debates públicos y las algaradas frente al Congreso y el domicilio privado de la vicepresidenta son miles de litros de combustible lanzados para azuzar la inquietante hoguera del devenir social.

Los temas importantes y la necesidad de calma

Es válido, igualmente, enunciar el desafortunado comunicado del gobierno nacional, descalificando a los fiscales y señalando que el dictamen es persecutorio y para proscribir a una inocente Cristina. También el anuncio de una movilización gigante a realizarse en el futuro, también como instrumentos que ayudan a perturbar y tensar irresponsablemente la realidad nacional.

En vez de ocupar toda la energía y su tiempo en las acciones señaladas, el gobierno debería tener agenda completa y eficiente para resolver la compleja y dura situación por la que atraviesa el país. Frente a tamaño desvarío, la ciudadanía y todos los actores sociales, en especial los partidos políticos, que no avalan semejante desatino, deben actuar con tranquilidad, alta convicción cívica y sólido respaldo a la República Democrática.

Templanza, ánimo elevado y espíritu conciliador y no confrontativo deben primar. La situación del país es lo suficientemente grave como para empeorarla.

Ciudadanos libres y comprometidos e instituciones y organizaciones republicanas, sin temor y sin caer en trampas y provocaciones, deben ser sólidos guardianes del orden republicano y firmes sostenedores y propiciadores de la paz y la tranquilidad social.