Sergio Massa mezcla la esperanza del peronismo y el escepticismo del kirchnerismo
Sergio Massa llegó a la cima del poder otra vez pero en esta ocasión de diferente manera, con más experiencia y sin tantos enemigos feroces alrededor, tal como cuando había accedido a la jefatura de Gabinete durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Sabe que en su suerte está, también, la del resto del colectivo del Frente de Todos y lo hace notar y sentir.
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El peronismo es una estructura poco sensible a los modos. Las formas son, a los ojos de Andrés "El Cuervo" Larroque, para los "prolijitos" y por eso no tuvieron miramientos en pedirle la renuncia o directamente no informarles de las mismas a Daniel Scioli, Julián Domínguez, Silvina Batakis y a Eduardo Hecker, entre tantos otros. Es, a pesar de cómo se llame, si menemismo, kirchnerismo o peronismo, un "partido de poder".
Por eso no teme ni se ruboriza en volver a creer. Siempre, Aunque en el trayecto todos discutan, reclamen y tiren de la cuerda para que el modelo a ejecutar se acomode a su lugar dentro del movimiento creado por Juan Domingo Perón, y ampliado hacia derecha e izquierda por Carlos Menem y Néstor Kirchner.
Para los más "racionales", o también "tradicionales", la presencia de Massa con el apoyo de Cristina y Máximo Kirchner soluciona un problema trascendental. Se termina con la crisis política. Y, desde ahí, se puede empezar a trabajar en solucionar el aspecto económico, que deviene del gran desajuste en la toma de decisiones, diseño orgánico del gobierno y ausencia de rumbo.
Entonces, aunque no se sientan cómodos, tengan muchas quejas y protestas, todo es guardado en el cajón de la continuidad en el poder, la regeneración de la expectativa y el relanzamiento del relato. "Nos faltaba una esperanza. Ahora la tenemos", dice el mismo funcionario que hoy por la mañana casi gritaba que todo era una catástrofe.
El peronismo "institucionalizado", es decir, los que vienen desde años administrando provincias y municipios, festejan. Al menos hay uno que pidieron ellos o la mayoría de ellos. Alberto Fernández nunca los consultó cuando conformó "el Gobierno de porteños". Y la esperanza supera todo, inclusive los hechos.
Juan Manzur, tras la derrota electoral de 2021, llegó para regenerar expectativas. No funcionó. Daniel Scioli, otro experto en flotar y dar buenas noticias, tampoco. ¿Por qué podría tener éxito lo que a los otros no? Es porque ahora hay algo que se aferra al deseo, aunque tenga alguna conexión con lo posible.
A diferencia de 2009, cuando reemplazó a Alberto Fernández como jefe de Gabinete (la bronca de Néstor Kirchner con su exfuncionario era tal que no tuvo piedad y puso al entonces intendente de Tigre porque su antecesor no lo quería), Massa ahora no deberá soportar no sólo el doble comando que denunció en aquel momento, cuando uno estaba en Puerto Madero y su esposa en la presidencia y los dos lo aturdían con mensajes contrapuestos.
Tampoco tendrá ministros y gobernadores entrenados en poner piedras o disputarle a tal punto el poder que lo vaciaron y obligaron a renunciar, como Julio De Vido, ni intendentes con voracidad política en el conurbano que lo trataban como un "pibe" que quería comérselos crudos y por eso le desconfiaban. Lo último sigue, pero ya no tienen demasiados dientes. Son casi herbívoros.
Sin embargo, no todos son tan optimistas. "Nos pegamos con el iceberg. Olvídate. Ni Sergio ni Mandrake el mago lo soluciona", dijo, decepcionado, alguien que ya ni ganas tiene de discutir pero que, religiosamente, todos los miércoles participa de las tertulias de la Casa Rosada.
Pero donde la mayor desconcierto se ve es en las "Fernanda Vallejos de la vida", como lo describió un peronista histórico y frentetodista. Vallejos es la ex diputada nacional que despellejó al presidente Fernández al calificarlo de "okupa" y "meketrefe" apenas se conoció el resultado de las PASO 2021.
En esta galería se encuentran, solapados, la mayoría de los militantes de La Cámpora que, como siempre, obedecen estratégicamente lo que les manda por su habitual cadena de mando el hijo de los dos presidentes. Pero cuya expresión se visualiza Cinthia García, que lo primero que dijo, hoy en C5N, fue "no importa la asunción de Massa. Lo que importa es el para qué".
Sin embargo, quien fue mucho más lejos porque el inconsciente le jugó una mala pasada fue el especialista en la palabra Víctor Hugo Morales. "Mauricio Massa", le dijo, en vivo y en directo. ¿Hay retorno desde ahí?.
El Gobierno ganó tiempo y regeneró expectativa. Cuando baje la burbuja, volverán a preguntarse qué hacer con Alberto Fernández, a quien casi le renuncia su único referente político, Santiago Cafiero. Massa tiene, como lo dijo a varios amigos Gabriel Katopodis, "la pelota limpia, a 25 metros del arco". La expectativa es que la meta en el ángulo. Habrá que ver, entonces, si el nuevo ministro de Economía, Agricultura y Producción lo puede hacer.
Para eso cuenta con el apoyo del "círculo rojo" económico que se cansó de esperar que el presidente tomara una decisión. Cualquiera sea. Y eso no es poco. Por eso confía en hacer bajar el riesgo país, conseguir dólares y evitar la sangría de reservas. Se ve a sí mismo como el "que evitó el default, la devaluación y bajó la inflación".
Si no lo hace, esos mismos que lo ayudaron a llegar, como hicieron con el "pupilo de Stiglitz", Martín Guzmán, se harán bien los desentendidos, se acordarán de sus viejos desencuentros y lo mandarán a la fosa leprosa donde envían a todos, inclusive a sus amigos del pasado, esos a los cuales ni fueron a visitar cuando fueron presos y se guardaron los secretos.



