Acuerdo con el Fondo

El FMI advierte que el malestar social puede abortar la recuperación

Una interesante investigación del Fondo sobre el impacto macroeconómico del malestar social, no solo tiene gran actualidad ante el febril clima que viven todas las sociedades del planeta, sino que arroja tres hallazgos valiosos para los futuros gestores de las políticas públicas.

Jorge Herrera
Jorge Herrera lunes, 20 de junio de 2022 · 21:48 hs
El FMI advierte que el malestar social puede abortar la recuperación
Foto: Twitter @KGeorgieva

Desde la revuelta indígena en Ecuador hasta las masivas protestas en Irlanda por la suba del costo de vida son el cuadro pictórico global que muestra que algo está pasando en el mundo. El descontento social, por una causa u otra, se halla en niveles de intensidad no vistos hace mucho tiempo. Y cruza todos los continentes. Ahora con la explosión inflacionaria se teme que el malhumor social se acreciente y pueda llegar a ser otro obstáculo, además de la suba de la tasa de interés internacional, en la recuperación económica pos-pandemia.

Ocurre que las protestas impulsadas por las consecuencias económicas de la pandemia van en aumento, con consecuencias económicas potencialmente duraderas. Y si bien las protestas pueden ser catalizadores de reformas políticas y cambios sociales, se plantea el interrogante sobre qué impacto pueden tener en la economía. El tema no ha pasado inadvertido por el FMI quién viene monitoreando si el renovado malestar social podría llegar a entorpecer la recuperación.

Ya el año pasado el Índice de Paz Global mostró que el número de disturbios, huelgas generales y manifestaciones antigubernamentales en todo el mundo aumentó en nada menos que un 244% en la última década. Los bloqueos y los temores de contagio al covid forzaron una pausa temporal. Pero en prácticamente todas las regiones del mundo, los manifestantes están regresando. Las causas van desde la frustración por el manejo de la crisis por parte de los gobiernos hasta el aumento de la desigualdad y la corrupción, factores que tienden a aumentar las tensiones y disparidades existentes y han provocado disturbios sociales como consecuencia de pandemias anteriores, según la visión de los economistas del Fondo, Hadzi-Vaskov , Pienknagura y Ricci.

Utilizando el Índice de malestar social informado (RSUI), un índice desarrollado por el personal técnico del FMI basado en la cobertura de la prensa, ellos encontraron que los costos económicos a corto y mediano plazo del malestar social pueden de hecho ser bastante grandes, especialmente en los mercados emergentes y las economías en desarrollo. De modo que una nueva ola de malestar podría afectar la recuperación económica en conjunto con los efectos de la guerra en Ucrania.

Para encontrar alguna respuesta a este interrogante, estimaron el impacto macroeconómico de los disturbios sociales durante el período 1990-2019, a la vez que identificaron los eventos de disturbios sociales, eventos que crean un aumento inusualmente alto en el RSUI, y los clasificaron en tres categorías, según la causa subyacente del desencadenante: política, socioeconómica y mixta. Para dar un ejemplo concreto, en las manifestaciones que siguieron a la elección del expresidente mexicano Enrique Peña Nieto en 2012 o las elecciones presidenciales de Chile en 2013, el impacto no fue tan significativo equivalente a una desviación estándar, que puede reducir el PBI en aproximadamente un 0,2% seis meses después del choque.

En comparación, las protestas de julio de 2019 en la RAE de Hong Kong y las protestas de los chalecos amarillos de 2018 en Francia, resultaron en un aumento de 4 desviaciones estándar en el RSUI, lo que provocó una reducción del PBI de alrededor de 1%. Estos efectos sobre el PBI parecen estar impulsados por fuertes contracciones en la manufactura y los servicios (dimensión sectorial) y el consumo (dimensión de la demanda). “Nuestros hallazgos también sugieren que el malestar social afecta la actividad al reducir la confianza y aumentar la incertidumbre”, advierten los economistas.

Pero claro, no todos los países y eventos son iguales. También encontraron que el impacto adverso de los disturbios suele ser mayor en países con instituciones débiles y espacio de políticas limitado. “Por lo tanto, se espera que los países con fundamentos débiles antes de la pandemia sean los que más sufran si el descontento social se convierte en malestar”.

El impacto económico de los disturbios también difiere según el tipo de evento: las protestas motivadas por preocupaciones socioeconómicas dan como resultado contracciones más pronunciadas del PBI en comparación con las asociadas principalmente con la política/elecciones. Por lo tanto, las manifestaciones provocadas por una combinación de ambos factores socio-económico y político, no a diferencia de lo que se vio en Túnez y Tailandia a principios del 2021, tienen el mayor impacto.

En resumen, los tres hallazgos de la investigación del Fondo muestran que:

• Los disturbios tienen un efecto adverso en la actividad económica, ya que el PIB se mantiene en promedio 0,2 puntos porcentuales por debajo de la línea de base anterior al shock seis trimestres después de un aumento de una desviación estándar en el índice de disturbios. 

• El malestar reduce la confianza y aumenta la incertidumbre; sin embargo, su efecto adverso sobre el PBI puede ser mitigado por instituciones sólidas y por el espacio de políticas de un país. 

• Un "evento" de disturbios, que es capturado por un gran cambio en el índice de disturbios, se asocia con una reducción de 1 punto porcentual en el PBI seis trimestres después del evento. 

Y un tema no menor, los resultados no son impulsados por países con trayectorias de crecimiento adversas antes de eventos de disturbios o por consolidaciones fiscales, y son robustos para instrumentar a través de disturbios regionales. De modo que al fin de cuentas la política importa más allá de una especie de “que se vayan todos” a nivel global. “Las protestas públicas pueden ser una expresión importante de la necesidad de cambiar las políticas. Los gobiernos deben escuchar y responder, pero también tratar de anticipar las necesidades de las personas con políticas destinadas a darles a todos una oportunidad justa de prosperidad. Impulsar el empleo, contener el impacto a largo plazo de la crisis y proteger a los que se han quedado atrás deben seguir siendo prioridades”, sentencian los economistas del Fondo. Al respecto dan cuenta que para asegurar el éxito y evitar conflictos, una investigación reciente del personal técnico del FMI señala que “las reformas requieren un amplio diálogo social sobre el papel del Estado y cómo financiar de manera sostenible las presiones presupuestarias. De lo contrario, los costos económicos de la pandemia probablemente se verán agravados por los de los disturbios subsiguientes”. Algo que deberían tener en cuenta quienes gobiernen a partir del 2023 en Argentina.

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