Opinión

La automatización y la globalización no destruyen puestos de trabajo

La educación y el trabajo funcionan, en todo el mundo, como articulación vitalicia para que un país sea moderno y próspero. Argentina tiene una deuda enorme en materia de trabajo, de generación de empleo, e indubitadamente de educación.

Juan Pablo Chiesa domingo, 22 de mayo de 2022 · 11:46 hs
La automatización y la globalización no destruyen puestos de trabajo
Foto: Mikhail Nilov en Pexels

Si bien todo cambio de paradigma supone un costo cuantitativo y cualitativo, entendemos que el impacto de la tecnología en el mercado laboral siempre será para su progreso y bienestar. La llegada de la tecnología a la vida de las personas generó y está generando múltiples cambios en todos los ámbitos y campos profesionales con el fin de mejorar la calidad y el rendimiento laboral. En Argentina, sin ir más lejos, de acuerdo con un reporte publicado por el Banco Mundial para latinoamérica, dos de cada tres empleos serían reemplazados por la tecnología en pocos años.

No hay que pensar a la transformación digital como una amenaza sino en algo que ha llegado para complementar, para mejorar y hasta para crear nuevas necesidades y puestos de trabajo. La tecnología hace de las tareas algo más llevadero (especialmente aquellas que son más operativas), y además, permite mayor eficiencia en términos de costos y tiempos. La tecnología acompaña el crecimiento e incluso, la expansión de las empresas y los negocios.

Al contrario de lo que piensan muchos, el avance hacia las nuevas tecnologías no debería ser necesariamente algo negativo. La tecnología no destruye puestos de trabajo, cambia su naturaleza de forma positiva. Un ejemplo podría ser el de los servicios de alquileres de alojamiento online; hay un desarrollo tecnológico detrás, personas que dan soporte, que trabajan en el contenido, entre otras cosas. Detrás de los servicios y los desarrollos, hay personas que se capacitaron (y continúan capacitándose) y trabajan en pos de que esa tecnología cumpla el rol para la cual fue creada.

El temor al desempleo tecnológico no es nuevo, toda revolución histórica ha dado lugar a cierta incertidumbre y muchos miedos; todo cambio implica pasar por un proceso de reformulación y adaptación de las formas, hábitos y costumbres que lleva tiempo. Lo cierto es que no podemos pensarnos por fuera de la transformación digital, la innovación tecnológica crea nuevos espacios laborales, nuevas oportunidades de empleo y maneras de trabajar. Las tecnologías que están marcando tendencia son aquellas relacionadas al desarrollo del software. En particular podemos mencionar la Inteligencia Artificial y Machine learning que se aplican a cualquier industria y que trae innumerables beneficios.

Todo indica que estamos en un mundo con muchas nuevas oportunidades laborales, hay que identificarlas y prepararse para poder responder ante las nuevas demandas. La modernidad y el entusiasmo por las potencialidades de la nueva ciencia, la tecnología y la revolución laboral al servicio de la mejora de la sociedad, tanto como los primeros atisbos de un sentimiento democrático y liberal, son fundamentales para una nación próspera y armónica. La creación de nuevas formas de ordenar los factores de producción y las nuevas modalidades laborales, son los pilares de la globalización proclamando repetidamente la supremacía y su mayor esplendor, cuando superan las fronteras nacionales.

La economía clásica, como la conocemos, se rinde y queda a merced de la globalización y su principal característica que es la economía digital o economía de plataformas. Los avances tecnológicos desempeñan un papel fundamental dentro de la globalización, no solo se reducen y se optimizan los tiempos de trabajo y de producción, sino que las distancias tanto de los bienes como de los servicios se ven acotadas y quedan al alcance de la información tecnológica. Los nuevos mercados laborales, la fuerza de la tecnología, la economía del conocimiento, son frutos de la globalización que se halla en empresas y en negocios que funcionan a nivel local y también, a escala mundial.

Es claro que, desde el advenimiento de la Revolución Industrial, las tecnologías dieron un salto cualitativo que han culminado con la era de los aviones y sobre todo, con internet. Pero, además de las posibilidades físicas de trasladar mercancías, bienes, personas o ideas, resultan clave las políticas públicas que, en cada momento de la historia argentina, han querido o intentado facilitar o dificultar estas posibilidades, y que hasta la actualidad, no han conseguido un desarrollo de una nación próspera y futura.

Lo que hace única e insuperable a la globalización es la convergencia entre las innovaciones tecnológicas, las modalidades del trabajo del futuro y las cualidades políticas abiertas que favorezcan a la integración de los mercados y a las economías del futuro. También debemos mencionar que la globalización produce cambios profundos en las reglas del juego de los mercados y la economía laboral. Hablamos de la forma de fijar y establecer nuevas pautas de organización de los factores de la producción y nuevas modalidades laborales, claro está, incorporando a la tecnología en dichos factores.

También tenemos la obligación y el compromiso de pensar en la interacción de la economía de plataformas con políticas públicas que descansen en certezas y no en meras conjeturas vacías. Los factores productivos de tipo tecnológico modifican la imagen del mundo como lo conocemos y dan aliento a la confianza y creatividad de la razón humana, como creadora de recursos y como herramienta de pensamiento autónomo para desentrañar los vacíos de la irracionalidad, la violencia y los extremos.

El conocimiento del ser humano se debe entender como toda construcción compleja que aspire a estar fundada sobre cimientos sólidos, entendibles y que soporten y den plena estabilidad al edificio de la razón. A esto lo llamo: inversión en capital humano.

*Juan Pablo Chiesa es abogado especializado en Empleo y Políticas Públicas, escritor, docente y Presidente de Aptitud Renovadora.

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