Acuerdos salariales

El problema que le generan a Alberto Fernández sus amigos gremialistas

El cierre de acuerdos de paritarias por arriba de la inflación, como están consiguiendo algunos gremios, pone en foco el tema inflacionario. En un país con problemas diversos para aumentar la oferta de bienes, una mejora del poder adquisitivo presionará sobre los precios. Un tema de difícil solución

Horacio Alonso
Horacio Alonso jueves, 3 de febrero de 2022 · 12:20 hs
El problema que le generan a Alberto Fernández sus amigos gremialistas
Foto: TELAM

No hay ejemplos de países que hayan controlado la inflación sin un plan. Argentina sigue intentando ser el primero.
Para este año, las estimaciones y la evolución del costo de vida señalan que, en el mejor de los casos, será similar al del 2021, aunque tiene grandes probabilidades de superar el 50,9% acumulado en esos doce meses. Algunos analistas hablan de un piso de 60%.

Más allá de los condicionamientos monetarios que podría haber si se confirman las negociaciones con el FMI, el Gobierno nacional sólo muestra como estrategia para frenar la escalada de precios responsabilizar al sector empresario.

Sin embargo, en estos días se está viendo que como los gremios más poderosos están cerrando acuerdos paritarios a la suba, apelando a las cláusulas de revisión o “gatillo”.

El caso más reciente es el del sindicato de comercio que cerró un aumento, para el período de abril del año pasado a marzo próximo de 54%.

En esa línea, otros gremios como UOM, camioneros, bancarios, construcción, plástico, están actualizando sus ingresos este mes. Algunos, sumaron bonos fijos para compensar la aceleración de la suba de precios.

La posición que se lleva adelante es que los acuerdos salariales terminen por arriba de la inflación anual para recuperar poder adquisitivo. Si bien, como estrategia, cumple con un fin beneficioso para el trabajador, en un país en crisis y con discutible crecimiento, puede ser cuestionada. Hay que recordar que esta situación alcanza a cuatro de cada seis trabajadores que están en relación de dependencia y bajo convenio. La mayoría no goza de esta ventaja.

El caso de SMATA, por ejemplo, sirve para entender la situación. El gremio mecánico tiene desde hace años un acuerdo de ajuste trimestral en base a la inflación del trimestre vencido. Eso funciona siempre. Si el mercado crece y las empresas tienen ganancias, como si se derrumban las ventas y hay pérdidas.

En 2017 se vendieron más de 900.000 vehículos. El año pasado, menos de 400.000. La política de incremento salarial fue la misma.

Se puede bajar la inflación, según los gustos, con dos estrategias básicas: por acuerdo entre los principales protagonistas (Estado, empresas y trabajadores, en donde todos tienen que ceder algo) o por una teoría más liberal, basada en principios monetarios, fiscales y productividad y competencia.

La Argentina no sigue ninguno de esos caminos. Mientras tanto, los sindicatos afines al Gobierno Nacional mantienen su propia estrategia que, en cierta forma, le genera un problema al presidente Alberto Fernández, a quien dicen apoyar.

Está claro que los aumentos salariales – más si están por arriba del costo de vida - no son la causa excluyente de la inflación, pero en el actual contexto no colaboran para bajarla. La recuperación del poder adquisitivo, que generará mayor consumo, sin la contrapartida de un incremento de la oferta de bienes, sí tiene un efecto inflacionario.

Si bien el discurso oficial habla de crecimiento económico, son pocos los sectores que están aumentando la producción como para acompañar esa supuesta mejora.

Con las medidas de controles de precios, lo que se ve en el consumo masivo es desabastecimiento. Recorrer las góndolas de supermercados alcanza para confirmarlo sin necesidad de recurrir a un Excel. Puede ser por motivos especulativos o de otra índole. Lo cierto es que abundan los faltantes aunque suene a oxímoron.

En rubros menos masivos, sucede lo mismo. El mercado automotor, por ejemplo, está desabastecido. Buena parte por falta de vehículos importados, pero también por modelos nacionales.

Si bien se anuncia un aumento de la producción, el crecimiento está centrado básicamente en mayores exportaciones. Esta es la forma que tiene las terminales para conseguir dólares propios. En lo interno, lo que se ve es que los compradores tienen que esperar meses para recibir su 0km y esto genera aumentos de las listas oficiales y sobre precios. Es decir, inflación.

Con el rubro de la carne se decidió prohibir la exportación para que no suban los precios. En el automotor, no. La decisiones absurdas, al menos, tienen un límite.

Y de este tema se desprende un problema de fondo. Para aumentar la producción y crecer, la industria de cualquier tipo necesita dólares ya que los procesos productivos requieren de materias primas e insumos importados.
Si no hay dólares, como sucede en estos tiempos, el crecimiento fabril tiene un techo, el aumento de la oferta de productos será limitada y una mejora del poder adquisitivo, en estas condiciones, es difícil que no sea inflacionario.

 

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