Opinión

Alfabetización: la continuidad de un rumbo acertado

El exdirector General de Escuelas hace un repaso y defiende las políticas implementadas en Mendoza para mejorar el nivel de alfabetización. El desafío de sostener 13 años de educación obligatoria de calidad.

Jaime Correas domingo, 27 de febrero de 2022 · 08:43 hs
Alfabetización: la continuidad de un rumbo acertado

Por Jaime Correas, exdirector General de Escuelas

En los últimos tiempos, los medios se han ocupado del tema de la alfabetización, analizando lo encarado en los últimos años en Mendoza. Incluso, esas políticas han tenido ecos nacionales. Hemos escuchado y leído entrevistas a la especialista Ana María Borzone, investigadora del Conicet que desde 2015, durante la gobernación de Alfredo Cornejo, aportó entre nosotros sus conocimientos y nos ayudó desde entonces a tratar de salir del laberinto.

Los criterios imperantes en casi todo el país por décadas habían dejado como resultado que muchos de nuestros alumnos no aprenden a leer correctamente, como consecuencia no entienden lo que leen y, por supuesto, tienen dificultades para expresarse tanto oralmente como por escrito. Esa es una discusión de especialistas que nos excede a la mayoría, pero sí debemos considerar los avances concretos en nuestras aulas. Desgraciadamente, como sucede con tantos temas, en muchos ámbitos se cae en una confrontación rodeada de abundante pirotecnia y pocos datos y evidencias. Lo cierto es que los resultados del aprendizaje de la lectura eran cada vez peores y se imponía indagar en nuevas direcciones.

El primer dato relevante para rescatar hoy es que Mendoza ha tenido continuidad en un rumbo en las últimas dos gestiones educativas y recientemente ha evaluado para obtener evidencias de qué está ocurriendo entre nuestros chicos. Evaluar lo sucedido con los aprendizajes es imprescindible para continuar con el rumbo, corregir lo que sea necesario o tomar otro camino si los resultados no son positivos.

¿cómo se pueden transitar 13 años de escolarización obligatoria, con sala de cinco años, primaria y secundaria, y no entender lo leído?

Es importante recordar de dónde partimos. Muy sintéticamente digamos que las estadísticas muestran que terminan la escuela primaria casi la totalidad de los niños que la transitan, un gran avance del sistema educativo argentino, e inician la secundaria. Pero el problema es que la finaliza la mitad de quienes ingresan y sólo el 50% de los que llegan al final entiende correctamente lo que lee. Entre los muchos problemas de la educación del país quizás éste sea el más urgente, lo cual no debe llevar a olvidar ninguno de los otros, pero sí alertar sobre la gravedad de la situación. Como resulta evidente, de este drama de alfabetización se derivan muchas dificultades encadenadas. La pregunta es: ¿Cómo se pueden transitar 13 años de escolarización obligatoria, con sala de cinco años, primaria y secundaria, y no entender lo leído?

Jaime Correas fue director de Escuelas entre 2015 y 2019.

Cuando nuestro equipo asumió en la DGE en 2015 la alfabetización fue uno de los focos de atención, en la convicción de que sería un proceso lento, que justamente escapa a la lógica exitista de la sociedad, ávida de resultados inmediatos. Pero había que hacerlo, con la convicción de esas obras que se inician, aún cuando no se van a ver los frutos. Se debía tomar decisiones y persistir. Esto se ha logrado y es un avance significativo. Se suele decir que para hacer una tortilla hay que romper huevos antes. En esa picardía popular se omite que además luego es imprescindible un período de cocción hasta que los ingredientes llegan a su punto exacto. Son necesarias decisión y ruptura, pero también perseverancia.

Lo interesante de la continuidad, que se debió a la convicción del gobernador Rodolfo Suarez y del actual Director General de Escuelas, José Thomas, es que estamos frente a evaluaciones auspiciosas que nos permiten comprobar que tomamos un buen camino. En aspectos como la alfabetización es imprescindible salir de la tendencia cortoplacista que a veces inunda la vida pública y acompañar lo que se está haciendo con prudencia y con los adecuados consensos para proteger los retoños.

Para quienes pusimos las primeras semillas es un orgullo ver resultados incipientes y de ahí que la convocatoria sea a dejar de lado las mezquindades y sumarse a una tarea conjunta. El primer aspecto que hay que destacar es que más allá de métodos, decisiones políticas y planes lo que se ha ido logrando es mérito de la escuela, de los chicos, de los docentes y de los equipos directivos. Ellos han sido los protagonistas de la tarea y son quienes deben recibir los reconocimientos y el aliento para continuar con el esfuerzo.

Luego de la aplicación de un programa de alfabetización integral, que cambió los fundamentos filosóficos de cuanto se venía haciendo, se dio continuidad a las acciones y en 2021 se evaluó a través del Censo Provincial de Fluidez Lectora. La elección del momento se debió a que ya hay un universo de alumnos que pasaron por el programa desde la salita de cinco años. Ese operativo hecho a partir de marzo del 2021 ha sido muy difundido y explicado. Escuchar leer a los chicos en voz alta permite conocer la fluidez con que lo hacen, contando las palabras que leen por minuto. El concepto es simple, alguien que consigue leer con fluidez no destina su atención a esa destreza y puede concentrarse en la comprensión de lo que lee. Es una tarea que se va mejorando con ejercicios diseñados por los especialistas y llevados a cabo por los docentes en el aula. Los estudios han mostrado la relación entre el desarrollo de la fluidez lectora y la capacidad de comprender textos. No se debe soslayar tampoco el papel que pueden cumplir las familias acompañando con lectura y con la incorporación de vocabulario.

Pero más allá de estos aspectos técnicos que es interesante que todos conozcamos, aún sin ser especialistas, lo cierto es que comparando el desempeño de alumnos de cuarto y séptimo grado de la primaria y primer año de secundaria se comprobó que fue mejor el desempeño de los de cuarto que los de los otros grupos. Ellos pasaron por el programa los últimos años mientras que los de séptimo y primer año no. Pero además esos resultados permitieron un programa de recuperación de saberes para todos que también dio muy buenos resultados, aún para quienes no habían pasado por el programa. 

Vale la pena analizar las cifras. En marzo, el censo de fluidez lectora mostró que en cuarto grado el 19% estaba en estado crítico, en séptimo el 28% y en primer año el 32%. En la situación media esperada, en cuarto estaba el 51%, y en séptimo y primer año el 65%, en cada uno. En tanto estaba por encima de lo esperado el 30% en cuarto grado, 7% en séptimo y 4% en primer año de secundaria. Esa fue la primera foto, muy alentadora por cierto, pero que debe ser tomada con precaución y sin exitismo, sino como una radiografía que permite trabajar en una dirección adecuada.

Lo más interesante vino después, porque en noviembre del 2021, luego de trabajar focalizadamente sobre todo con los chicos de peores resultados, se comprobó que el 45% de quienes transitan cuarto y séptimo grado que figuraban en el nivel crítico pasaron al nivel medio esperado. En primero de secundaria el 56% de esos a los que les había ido muy mal lograron ascender al nivel medio esperado. Estas cifras, que la DGE las tiene nominalizadas alumno por alumno a través del GEM, con nombre y apellido, permiten sacar algunas conclusiones parciales, que deben ser indicadores para mejorar: quienes pasaron por el programa de alfabetización tuvieron mejor resultado de aprendizaje. Esto indica que el programa está dando resultados positivos, sobre todo si se tiene en cuenta la tendencia negativa que se logró revertir. Y lo más importante: evaluar y detectar a quienes han tenido problemas ha permitido, con evidente éxito, trabajar con ellos y ayudarlos a remontar. Con la evaluación las evidencias rebaten cualquier relato y se acaba la disputa ideológica. Con el rumbo anterior íbamos para atrás y con el nuevo comenzamos a mejorar.

En síntesis, se ha podido constatar con evidencias que el camino tomado es bueno. También se ha comprobado lo beneficioso de hacer cambios profundos y sostenerlos con continuidad. Y, fundamentalmente, se ha constatado que el esfuerzo de los chicos y sus docentes ha dado los primeros frutos. Debemos conseguir un compromiso de todos los protagonistas para que estos logros se consoliden a futuro como una política de estado. Algo de lo que se habla mucho, pero de lo cual a veces cuesta encontrar ejemplos virtuosos.

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