Opinión

Quiero un nuevo modelo sindical empresario

Tenemos que cambiar un modelo anacrónico de sindicatos débiles con muchos afiliados y empresas ricas con trabajadores esclavos, que no benefician al país sino a sus dirigentes.

Marcelo Peretta lunes, 28 de noviembre de 2022 · 11:29 hs
Quiero un nuevo modelo sindical empresario

Los dirigentes sindicales y empresariales deben comprender que su papel es promover empleo, no subsidio, dignidad, no limosna,
producción, no negocios con el Estado, libertad, no unicato, y transparencia en vez de mafia. Las grandes empresas -y sus dirigentes- son casi siempre las mismas: monopólicas y “socias” del Estado. Por su parte, el sindicalismo está manejado por un veinte por ciento de asociaciones corporativas (gordos), que impiden la modernización laboral, mientras el ochenta por ciento restante de las tres mil organizaciones sindicales inscritas en el Ministerio de Trabajo, son medianas y pequeñas, no están involucradas en corrupción y cumplen su obligación de proteger el salario y la salud de los trabajadores que representan.

Los sindicatos “flacos”, por su reducida cantidad de afiliados, reivindican la cultura del trabajo y el esfuerzo, como única forma de
progresar. Pueden generar el trabajo que necesita el país y ayudar a reducir los planes sociales que multiplican la pobreza; sin embargo, la política laboral argentina protege (y engorda) a los sindicalistas y empresarios conservadores, que defienden un modelo en que “los trabajadores hacen que trabajan y los empleadores hacen que pagan”, que deja a 6 millones de empleados en negro y promueve 10 millones de planes sociales sin contraprestación. Si en lugar de preocuparse por el mundial y por defender los intereses de los sindicatos “gordos”, Raquel “Kelly” Olmos cumpliera su obligación constitucional y reconociera a las nuevas asociaciones sindicales, representativas del delivery, de las tecnologías, de la salud y de otras actividades que hoy están huérfanas, y con esa personería los nuevos gremios suscribieran convenios laborales modernos con pequeñas cámaras empresarias, se potenciaría la registración laboral y saldríamos del subsidio permanente.

La modernización laboral que promuevo es lo contrario a cortar derechos: es devolver la dignidad a los “esclavizados” por un plan social y llevarlos a la libertad de un empleo genuino. La indemnización no se pierde, se reemplaza por un seguro de desempleo que abona el empleador. Quiero recuperar la voluntad de producir. Levantarse para ir a trabajar en lugar de quedarse en casa esperando un subsidio. Cambiar planes por trabajo, bajando impuestos y facilitando habilitaciones de comercios y empresas. A mayor cantidad de trabajadores registrados, menores serán los impuestos a pagar por cada trabajador. Hay que permitir el pago de cargas sociales a cuenta de iva y ganancias. Las protestas y manifestaciones no pueden afectar la libre circulación ni el derecho de terceros, y hay que potenciar la educación, sin tomas, con pasantías, doble escolaridad y cultura del deporte. Lejos de dividir al sindicalismo, se robustecerá la fuerza gremial, sin abusos ni corrupción. De nada sirve un sindicato fuerte con empresas cerradas, ni empresas millonarias con trabajadores esclavos. Quiero articular las necesidades de empleadores y trabajadores, como hacemos en la CTE (Confederación de Trabajadores y Empleadores). Los “flacos” del sindicalismo podemos modernizar los convenios laborales y simplificar las altas y bajas de la registración.

Parecen lo mismo pero son opuestos Los sindicatos y las organizaciones sociales hablan el mismo lenguaje pero se refieren a cosas diferentes, mientras los sindicatos están comprometidos porque ya se perdieron 3 millones de empleos en la gestión Fernández (a pesar de la prohibición de despidos y de la doble indemnización), las organizaciones están involucradas y potenciadas, porque incrementaron su representación con 3 millones de nuevos pobres que reciben subsidio. Las “gerenciadoras” de la pobreza crecieron tanto que cuentan con funcionarios y legisladores propios, y cada vez más presupuesto. Crecieron tanto que las pusieron a fiscalizar precios y promover vacunación: un disparate. Hay que terminar con la política de la miseria y con los políticos que usan a los pobres para ganar elecciones y aumentan la pobreza para mantener su poder.

El trabajador no quiere ser igualmente pobre, quiere diferenciarse, comprar su casa, auto e irse de vacaciones; pero es imposible crecer cuando es más rentable vivir de subsidio que de trabajo. Los sindicatos nóveles podrían administrar temporalmente los planes sociales, por no más de seis meses, y convertir al “planero” en trabajador formal, y los empresarios deberían aumentar la producción del sector privado (Gas, Minería, Pesca, Tecnología y Farma) en vez de pedir un subsidio para cada problema. El Estado podría mantener el plan temporalmente siempre que el beneficiario trabaje para el sector privado. La empresa podría
completarle el salario al trabajador hasta el piso fijado por la actividad y así reestablecer la cultura del trabajo. No va más El modelo sindical y empresarial actual ha muerto: no frena la desocupación, promueve denuncias ante la Organización Internacional
del Trabajo por violación de la libertad sindical y solo 28% de los trabajadores está agremiado. Convalida que los policías monotributen, sin un gremio que los proteja, que los enfermeros estén precarizados profesionalmente y que los trabajadores pasivos sigan empobrecidos con su movilidad por carecer de representación.

Los barones sindicales obstaculizan el avance de la clase trabajadora y el empleo formal. Debemos evolucionar y volver a trabajar. Cambiar el monopolio sindical por un sindicalismo que le sume responsabilidades a los derechos laborales. El Estado debe terminar con acuerdos de precios y salarios que no se cumplen, detener la emisión de dinero sin respaldo que genera inflación y darle educación a la gente para que obtenga trabajo, no changa. Cuidar a los trabajadores y empleadores Hace un año recorro la Ciudad para llevarle “mis remedios” a los porteños. Tengo equipo con ideas y lo único que prometo es “esfuercismo”, porque de esta se sale trabajando y produciendo.

En concreto:

  • SÍ a la manifestación y la protesta, No al bloqueo y la patota.
  • SÍ a la cultura del trabajo, NO a la cultura del pobrismo.
  • SÍ al trabajador, NO al que cobra sin trabajar.
  • SÍ a la CTE y los sindicatos “flacos”, NO al viejo modelo sindical empresario.
  • SÍ a la baja de impuestos, NO al gasto político.
  • SÍ a decir lo que pensamos, NO a la dictadura de lo “políticamente correcto”.
  • SÍ a los halcones, NO a las palomas.
Marcelo Peretta, Precandidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (JxC).

*Marcelo Peretta
Precandidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (JxC).
Doctor en Farmacia y Bioquímica, UBA.
Titular del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB).
Twitter @MarceloPeretta
Instagram @marcelodanielperetta

Archivado en