Análisis

Es la macroeconomía, estúpido

El autor aborda el tema de la necesidad de la redinamización económica en Mendoza, discutiendo temas y consignas lejos de la campaña proselitista.

Nicolás Attias
Nicolás Attias domingo, 22 de agosto de 2021 · 08:48 hs
Es la macroeconomía, estúpido
Foto: Pachy Reynoso / MDZ

En época de campaña electoral se lanzan proclamas de todo tipo, consignas que son contacto estrecho de eslóganes, y muchas frases que suenan bien pero que carecen de una lógica de organización estatal que las sustente.

Algunos piden bajar impuestos, otros exigen ampliar subsidios. Más allá reclaman evitar las industrias que tienen mala prensa por ser portadoras de etiquetas de contaminación. En definitiva, son días en los que abundan sentencias lanzadas como axiomas, sin el necesario correlato de la explicación que sustente el rosario de enunciados.

Mendoza hace una década que se encuentra estancada, sin generar riqueza, retrocediendo en el producto bruto geográfico, con una porción de su población que naufraga en el borde de la escala social que divide a los incluidos de aquellos que, a duras penas, se hunden en la desesperanza social. 

Está claro que la provincia precisa, con urgencia, dejar atrás una inercia que la dejó postrada en la intrascendencia nacional y redinamizar su economía valiéndose de todas las herramientas legítimas, dando todos los debates necesarios, quitando el velo a los tabués sociales, y hablando de frente y con palabras claras sobre cómo Mendoza puede volver a desarrollarse.

Si alguien pide bajar impuestos, tiene que explicar cómo se suplirán esos fondos. Si se pide aumentar los programas de asistencia se tiene que identificar con qué fuentes se solventarán. Mendoza tiene algunas industrias que operan como "Vacas sagradas",  pero con ellas está claro que no alcanza. Es preciso lanzarse a la discusión sincera que identifique la nueva composición del tan mentado y gastado rótulo de matriz productiva de la provincia.

Hablemos de todos los temas necesarios, sin prejuicios y con lógica; sin eslóganes y con fundamento. Las ideas y propuestas hacen sistema con un programa general que les da sentido. Los programas económicos y la planificación pública son hojas de ruta rectoras para la evolución de una sociedad, que funcionan como una brújula necesaria para saber hacia dónde vamos, con qué recursos, con qué estrategia, con qué fortaleza productiva.

En estos días de profusas entrevistas a candidatos a cargos nacionales y provinciales, muchos parecen ser vulgares imitadores del presidente Alberto Fernández que más de una vez afirmó renegar de los planes: "No creo en los planes económicos", dijo. Y así va la Argentina, como un barco a la deriva.

Está claro que a cada uno le cabe la responsabilidad institucional para la que sean electos, en caso de que los bendigan las urnas. Los legisladores proponen leyes, los ediles impulsan ordenanzas, y los habitantes del Ejecutivo resuelven acciones.
Pero toda esta trama se enriquece y se valida cuando tiene un sentido práctico, y encuentra una secuencia lógica en un programa ordenado. Con eslóganes y lindas frases tal vez se ganen algunos votos, con ideas claras y planes sustentables se evoluciona.

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