Opinión

IMPSA estatal: ¿crónica de otro fracaso anunciado?

Antes que un salvataje a IMPSA, Mendoza necesita rescatar a las miles de PYMES que están al borde de la quiebra.

Carlos Iannizzotto jueves, 3 de junio de 2021 · 07:16 hs
IMPSA estatal: ¿crónica de otro fracaso anunciado?

Por Carlos Iannizzotto / Presidente de Coninagro*

Mendoza es el epicentro de decisiones políticas de negocios internacionales. Frente a una situación social tan acuciante y colapsada, en donde en un año Mendoza sumó casi 14 mil nuevos niños pobres cabe preguntarse, ¿qué tipo de capitalismo podemos alimentar con estas políticas de salvatajes selectivos y discrecionales?

Carlos Iannizzotto



La estatización de IMPSA nos lleva a que repensemos el rol del Estado, que en el siglo XXI debiera velar por modelos de gobernanza en los que la coordinación entre las instituciones privadas, las empresas y la sociedad civil se definan bajo criterios transparentes, orientados al bien común, que procuren fomentar la competitividad de los sectores más dinámicos de la sociedad y generar las condiciones de equidad que protejan de modo efectivo y con una impronta inclusiva a los más vulnerables. En este sentido, el Estado debiera pretender establecer con claridad sus actividades y responsabilidades primarias y aquellas subsidiarias que deberá acompañar a través de regulaciones y coordinaciones, pero no de prestación directa.

En la actual crisis sanitaria, económica y política, estas decisiones deberían ser más transparentes que nunca, puesto que cada peso de las arcas públicas puede ser la diferencia entre la salud y la enfermedad, el desarrollo integral de las personas y la pobreza.

Ha perdido valor algo tan simple como escuchar al otro sin impugnar su postura; los argentinos llevamos más de 10 años empantanados y bajo el imperio de un péndulo que con sus fuerzas centrífugas nos tira de un extremo a otro sin lograr consensos básicos para moldear un Estado preparado para estos desafíos. ¿No había alternativas óptimas para apuntalar a la empresa sin la compra directa de acciones por parte del Estado -transformándose así en socio mayoritario?

El caso IMPSA me hace acordar al fracaso de Vicentin y me pregunto ¿En qué se sostiene el triunfalismo de Alberto Fernández y Anabel Sagasti si tal decisión fue tomada con dinero de los mendocinos y argentinos? ¿No llama la atención que Cambia Mendoza y el Frente de Todos no se puedan poner de acuerdo en casi nada, pero logren una acelerada unanimidad en algo tan controvertido como esto? Llamativamente, sin embargo, los gobernantes de turno, oficialismo y oposición, nacional y provincial, lograron un expeditivo consenso unánime respecto al salvataje de IMPSA; allí parece que dejaron de lado la grieta. Lamentablemente, tampoco parece haber mucha transparencia, valor público, equidad o eficiencia. ¿Qué modelo de Estado subyace a estas maniobras de estatización de empresas quebradas?

Naturalmente, creo que sería una gran noticia que nuestros dirigentes logren superar la grieta y ponerse a trabajar de modo coordinado por los problemas de los mendocinos, pero en este caso, antes de celebrar prematuramente, me permito plantear algunos interrogantes para la reflexión;

¿Es claro el diagnóstico de por qué IMPSA pasó de ser una empresa de vanguardia a un fracaso económico?,¿Por qué el nuevo modelo de propiedad estatal de la empresa va a lograr que esa historia de fracaso se revierta?, ¿Era necesario el salvataje financiero?, ¿no se podía “salvar” a la empresa dándole trabajo?, por ejemplo ¿no se podían usar esos recursos para contratarla, emprender obras estratégicas y salir del pozo con una mirada productivista?, ¿Es suficiente este salvataje o se deberá aportar más recursos en el futuro?, en otras palabras ¿cómo y hasta cuándo debe IMPSA ser “salvada”? ¿Cuál será el criterio para rediseñar esa decisión si el déficit de la empresa persiste y se transforma en déficit fiscal crónico? Esta es otra foto de una película que ya vimos y parece que volveremos a ver.

Es importante salvar a empresas estratégicas, sobre todo en un contexto tan complicado y cuando de ellas dependen muchos puestos de trabajo. Pero ¿alguien sabe cuáles son los criterios para elegir a quiénes salvar y a quienes dejar morir? Hoy, Argentina es un terreno minado de empresas que cierran, locales que bajan sus persianas, trabajos que se pierden, familias que se empobrecen. El año pasado cerraron más de 41.000 pymes en Argentina, ¿ninguna merecía ser salvada?, ¿Hay otros intereses, además de la red de PyMEs asociadas a IMPSA, que ayuden a explicar la celeridad y ejecutividad con la que se resolvió este salvataje?, ¿qué más se caía con la caída de IMPSA?

Volviendo al comentario con que comenzaba esta reflexión, ¿debe el Estado asumir las tareas -y las pérdidas- de los privados?, ¿Queremos un Estado generador de empleo o un Estado empleador? ¿Puede y debe dirigir el Estado una empresa de estas características? ¿Cuál es la responsabilidad de los socios ante el quebranto económico de IMPSA? ¿Acaso no resulta llamativo que no la haya querido adquirir ningún capital privado?

La gran mayoría de la población está desilusionada con los políticos, ensordecida en la angustia e incertidumbre, y motivos no les faltan. Vemos con aflicción cómo nuestros hijos y nietos ven en Ezeiza un escape. Estos temas podrían ayudar a poner el debate público sobre la mesa, devolver legitimidad a la política, hacer a la gente partícipe de estas decisiones, pero lamentablemente todo se cierra a espaldas de tal debate. Considero que el camino ineludible para sobreponernos a esta crisis sin precedentes es concebir al Estado como gestor y guardián del bien común, en términos no solo materiales sino también espirituales. ¿Quién y cómo garantiza un manejo exento de oportunismo político de la empresa? Ojalá me equivoque, pero me temo que esto parece otro fracaso anunciado. Los dos partidos que se retroalimentan de la grieta entraron a este negocio, ¿y ahora cómo saldrán? ¿o es que acaso diagramaron este pacto porque traman quedarse para siempre? Esta es la reflexión que venimos a traer.

*El autor es abogado, productor vitivinícola y presidente de Coninagro.

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