Conurbano

Los intendentes de Buenos Aires, en jaque por el impacto de la pandemia

Deben combatir contra la pandemia y la necesidad comercial y laboral de toda su población. Además, no hay una conexión adecuada con la gobernación de Axel Kicilof. Hay importantes municipios donde las camas de Terapia Intensiva están todas ocupadas y preocupa la crisis social.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare martes, 25 de mayo de 2021 · 11:06 hs
Los intendentes de Buenos Aires, en jaque por el impacto de la pandemia
Foto: GETTY IMAGES

Los intendentes de Escobar, Ariel Sujarchuk, y de Tigre, Julio Zamora, volvieron a alertar sobre la extrema situación de sus localidades, que tienen una ocupación que oscila entre el 95% y 100% en las unidades de terapia intensiva.

En el caso, el municipio de Tigre tiene sólo cuatro camas para no llegar al 100% de ocupación. En Escobar, al norte limítrofe de ese municipio, sólo quedan dos camas para completar la totalidad de las disponibles. Ambas localidades, ubicadas en el norte del Conurbano bonaerense, sufrieron dos situaciones complejísimas que determinan su actualidad sanitaria. Fueron, durante la última década, dos de los municipios que más crecieron demográficamente, pero eso no fue acompañado por la instalación de camas y nosocomios privados o públicos.

Recién el año pasado, ante la llegada de la pandemia, se multiplicaron los efectores habilitados para la atención médica y los casos de extrema gravedad. Inclusive Sujarchuk consiguió que un geriátrico privado pasara a la administración pública en medio de la primera ola de COVID. 

Con las vacunas llegando a cuentagotas, el AMBA está al límite de su capacidad hospitalaria y económica. La gente sigue desarrollando su vida con cautela pero con cierta normalidad.

Las peluquerías, comercios de artículos “no esenciales”, casas de ropa y zapaterías, entre otros negocios, siguen trabajando como pueden. La mayoría de los intendentes lo permiten, no porque crean que es lo indicado, sino porque “sabemos que si no venden, no pueden cubrir no sólo sus gastos, sino llevar un peso a sus hogares”.

El gobernador Axel Kicillof se quejó porque “los intendentes no vigilan nada”. Sin embargo, esto no es tan lineal. Son ellos los que sufren los reclamos de manera directa por políticas en las que no pueden incidir.

“Nos pide que seamos vigilantes pero no nos escuchan cuando reclamamos que sean tolerantes, que expliquen bien las cosas”, reconoce un jefe comunal que participa del Frente de Todos. No es el único que piensa así.

Las bajas que se producen en las Unidades de Terapia Intensiva, mayoritariamente, se dan por decesos de los pacientes internados. La tensión es extrema y los profesionales están trabajando al límite de sus posibilidades.

En las últimas horas, quizás para mejorar parte de la desconexión que se observa desde que asumió junto con el gobernador Kicillof, Sergio Berni, ministro de Seguridad, modificó nuevamente su estructura interna y designó como jefe de gabinete del área a Carlos Montañaa.

Montaña, conocido también por su rol como dirigente del Club Atlético Independiente, venía trabajando con el ministro desde los inicios de 2020. Ambos se conocen desde más de una década, cuando eran funcionarios de Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social. El nuevo jefe de gabinete de Seguridad bonaerense es un gran conocedor de los humores y las características de todos los intendentes, tanto del Conurbano como del Interior. De bajo perfil, se caracteriza por ser la antítesis de su inmediato superior. Le gusta más encontrar acuerdos que llevar todo al extremo.

La crisis sanitaria es general. En el interior de la Provincia varios pacientes debieron ir a otros distritos vecinos para conseguir una cama. A diferencia del Conurbano, las distancias son mucho más largas y los accesos entre los pueblos de la Provincia limitados.

Ayer Morón, tal cual publicó MDZ, había informado que solo le quedaban 13 camas de 182. Allí habitan 300.000 habitantes.

La trama interna del conurbano

Para comprender el sistema sanitario hay que entender cómo se divide geográficamente la Provincia de Buenos Aires y la importancia territorial en cada región. En la norte del Conurbano General San Martín, San Isidro y Vicente López son los que sobresalen con su capacidad histórica. Más acá en el tiempo, Malvinas Argentinas fortaleció su sistema con un complejo hospitalario levantado durante las últimas dos décadas que marcó un hito irrepetible, tanto que le sacó el lugar a San Miguel.

En en 1996 se dividieron varios municipios y las ciudades “cabeceras” habían quedado más fortalecidas. General Sarmiento se dividió en San Miguel, ciudad central, José C. Paz y Malvinas Argentinas.

En el Oeste, Morón tuvo que escindirse de Ituzaingó y Hurlingham. En la zona sur, se crearon Presidente Perón, Ezeiza y San Vicente. Todo eso se produjo para distribuir el poder entre los diferentes referentes de más importancia del entonces jefe provincial Eduardo Duhalde. Las divisiones no contemplaron la situación hospitalaria ni educativa.

La Matanza, por lejos, es el más importante en la región, pero al igual que Ituzaingó, limítrofe y mucho más chico o Pilar también describen una situación de extrema preocupación. Para peor, en el distrito más populoso del país, el ritmo de vacunación es el peor de todos los del conurbano.

En la zona Sur del Gran Buenos Aires, Lanús, Lomas de Zamora, Florencio Varela y Avellaneda son las que más camas UTI tienen pero también informan una ocupación total en las clínicas y sanatorios privados y el 90% en los hospitales públicos.

La Plata, la Capital bonaerense, es la localidad con más hospitales interzonales de agudos en un mismo lugar. Cinco en total. Y allí se atienden no solo los platenses sino de las localidades vecinas.

Según pudo observar el propio Máximo Kirchner, que se atendió de urgencia en el Hospital Italiano de La Plata, la situación aquí es de menos tensión y a pesar que se nota el estrés sanitario y un aumento de cantidad de infectados, hasta el momento, el nivel de ocupación no supera al 70% de las camas de Terapia Intensiva.

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