Consenso Fiscal

Argentina medieval: avanza Ingresos Brutos, el peor impuesto del sistema tributario argentino

El lunes se cerrará el nuevo acuerdo de "Consenso Fiscal" que incluye una aceleración y suba de la presión de IIBB. Se trata de un serio retroceso. Es el impuesto más recesivo e injusto para el contribuyente. Se creó en la Edad Media y lo aplicó la Dictadura.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño viernes, 24 de diciembre de 2021 · 11:30 hs
Argentina medieval: avanza Ingresos Brutos, el peor impuesto del sistema tributario argentino
Foto: Telam

Ingresos Brutos (IIBB) es un impuesto medieval. No es una metáfora o una opinión. Es una realidad. Se trata de un impuesto creado hace casi mil años (literal), por los alcaldes y barones feudales, buscando un mecanismo para incrementar su poder económico frente al de los reyes. Buscaba recaudar de manera directa, afectando la economía local a cambio de una mayor cantidad de dinero limpio y rápido para poder, básicamente, incrementar sus propios bienes y, eventualmente, armarse para contrarrestar las embestidas de otros barones. O invasiones de reinos externos.

Pasó el tiempo y la propia lógica de la evolución moderna de la ciencia tributaria (progresista o liberal) apuntó a la eliminación del impuesto; y la aplicación de lo que en el país se llamó IVA. Un tributo que grava toda la cadena productiva y no el final. Con sus errores, ya no se trata de un impuesto "cascada" como Ingresos Brutos, sino a toda la línea de generación de riqueza; lo que lo hace más justo y efectivo. Hoy son pocos los sistemas tributarios que aplican IIBB. Sólo algún que otro país poco integrado y con sistemas impositivos regionales y nacionales sin vasos comunicantes. Salvo Argentina. Y lo peor, el país va en sentido contrario a su eliminación.

Según lo publicado ayer en exclusiva en este medio, en el proyecto de "Consenso Fiscal" que se tratará en público el próximo lunes 27 de diciembre en Buenos Aires, con la convocatoria del propio Alberto Fernández y en relación a Ingresos Brutos, lo que se propone el la posibilidad de incrementar el tributo provincial hasta las nubes del 9% dependiendo del sector, y liberarlo para otros. Concretamente, el texto en su sección segunda reza lo siguiente:

Aplicar alícuotas en el impuesto sobre los Ingresos Brutos que no sean superiores a las que, para cada actividad se menciona a continuación: los servicios conexos a las actividades antes detalladas, y las actividades relacionadas con el juego, el tabaco y las bebidas alcohólicas no se encuentran sujetos a alícuotas máximas.

Sería ir en sentido contrario a la modernidad tributaria mundial. Y un severo retroceso a la producción y el crecimiento. Sin embargo, priman otras cuestiones. Básicamente una. Que los gobernadores tengan más dinero, y que a partir de esta piñata apoyen a la Nación en la aplicación de una mayor carga impositiva que permita evitar los ajustes con lo que amenaza el Facilidades Extendidas que se negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Esta carga regional fue introducida desde 1977, durante la última dictadura militar y en el marco de la reforma tributaria integral que el país aplicó con la creación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), y reemplazó al anterior Impuesto a las Actividades Comerciales. Se lo describe con la sigla IIBB y se aplica a todas las provincias argentinas y la ciudad de Buenos Aires, con alícuotas que van de 1,5% a 5%; las que con la nueva autorización del Congreso pueden aún incrementarse más. Se aplica a las empresas involucradas en actividades comerciales, industriales, agrícolas, financieras o profesionales y la alícuota depende del distrito y de la industria.

Hubo dos intentos fallidos por disminuir su presión o directamente eliminarlos de manera gradual. El primero, en 1993, con la firma del Segundo Pacto Federal, por el cual las provincias se comprometían frente al Gobierno nacional a eliminar el impuesto a los Ingresos Brutos; algo que, obviamente, nunca ocurrió ni se aplicó. El segundo, en 2017, el que quedó enterrado el jueves pasado.

Es un lugar ya común que el IIBB sea el impuesto más rechazado, repudiado y odiado de todo el sistema tributario nacional, provincial o municipal. Algo notable teniendo en cuenta que Argentina es un país donde se combinan más de 125 clases diferentes de impuestos, con un promedio de creación de uno cada dos años en los últimos 30. Todos los tributaristas, sin importar la escuela donde abreven, mencionan a IIBB como el primero en eliminar si se quiere modernizar y sanar un sistema tributario donde los promedios de evasión y elusión superan hoy el 35%. Y con cálculos conservadores.

Se lo considera como el culpable de gran parte de la distorsión en el momento de la medición de costos y valores finales de venta al público; y como el principal conspirador en el momento de poder atacar la inflación o medir la competitividad de la producción local hacia el exterior. Especialmente cuando se lo mide con la propia comarca Latinoamericana, donde Ingresos Brutos es historia pasada, antigua y olvidada. Ni hablar del mundo desarrollado; donde la eficacia en la recaudación de impuestos y la fiscalización para que el consecuente gasto de ese dinero, son norma pétrea.

Si se confirma el intento oficial del próximo lunes, se trata de un retroceso enorme, casi inconmensurable, en el camino que el país debe tomar para salir de su subdesarrollo impositivo. Salir de la trampa del tributo más injusto, distorsivo y enemigo del combate contra la inflación acaba de recibir un golpe certero. Casi mortal. Justo en el momento en que la Argentina debe dar señales de seriedad, no sólo ante el mundo; sino fundamentalmente hacia dentro de sus fronteras.

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